


Miércoles, agosto 14 – 2 Samuel 20, 21
1. ¿Quién se sublevó contra David después de su regreso a Jerusalén de la guerra contra Absalón e Israel? 1 Samuel 20:1
2. ¿Quién mató a Amasa, general del ejército de David? 2 Samuel 20:10
“La derrota de Absalón no trajo inmediatamente la paz al reino. Era tan grande la parte de la nación que se había unido a la rebelión, que David no quiso volver a la capital ni reasumir su autoridad sin que las tribus lo invitaran a hacerlo. En la confusión que siguió a la derrota de Absalón, no se tomaron medidas inmediatas y decididas para llamar al rey, y cuando al fin la tribu de Judá inició el plan de hacer volver a David, se despertaron los celos de las otras tribus, y como consecuencia se desató una contrarrevolución. Pero esta fue de inmediato sofocada, y la paz volvió a reinar en Israel.” PP 702
El nombramiento de Amasa como jefe del ejército nacional terminó siendo su sentencia de muerte. Joab era un hombre extraordinario, un gran general con un sentido agudo para la política, pero carecía de escrúpulos. Era suficientemente valiente y seguro de sí mismo como para desobedecer a David matando a su hijo y como para señalar al mismo rey sus errores de juicio. Aquí lo vemos recurriendo a la traición y al asesinato para mantenerse en el poder, yendo así otra vez en contra del mismo David. Fingiendo darle un beso a Amasa, que de paso era su primo, le clavó su daga en el costado. Sin duda, Amasa fue víctima de su ingenuidad, no debió haber confiado en Joab.
En esta batalla aparece en escena una mujer sabia y valiente. Esta mujer de Abel-bet-maaca, una ciudad en el norte de Israel, fue sabia para discernir la situación de peligro en la que se encontraba la ciudad, fue atrevida para tomar la iniciativa y fue valiente para pedir hablar con Joab. Si a alguien más se le ocurrió, nadie más lo hizo. Fue esta mujer quien salvó, seguramente, miles de vidas en la ciudad y en el ejército de David.
Ella le habló a Joab de la tradición y de la historia de la ciudad. Joab era lo suficiente sagas para aceptar su ayuda mostrando buena voluntad hacia la ciudad y hacia Israel. Ambos evitaron un desastre en la ciudad, en todo el país y en el gobierno de David. No era esta la primera vez que Joab confió en una mujer para lograr un objetivo importante. Derrotar a Seba de esta manera, sin mayores daños, le aseguró la oportunidad de continuar como general del ejército.
Las cosas en la vida a menudo no son en blanco y negro, hay mucho de gris. Joab no fue malo en todo, tampoco fue bueno. Hizo algunas cosas bien, otras muy mal. No se puede juzgar por una cosa o la otra, sino que demuestra su verdadero carácter en la motivación de su corazón. Parece que en el balance final quedó negativo. Fue movido más por su ambición sin escrúpulos que por su amor y lealtad. David continua con él hasta el final, no porque no lo conociera, sino porque le resultaba útil.
Sobre los tres años de hambre que se mencionan en 2 Samuel 21 dice el Comentario Bíblico Adventista,
“’En los días de David.’ Esta frase es demasiado vaga para llegar a la conclusión de que esa hambre debe haberse producido inmediatamente después de los acontecimientos del cap. 20. No hay manera de ubicar exactamente dicha hambre. No hay razón alguna para dudar de que fue una de las dificultades que acosaron a David cerca del fin de su reinado, aunque podría haber acontecido en cualquier tiempo después de que David fue bondadoso con Mefi-boset, el hijo de Jonatán (vers. 7). No todos los acontecimientos del reinado de David se registran en un orden estrictamente cronológico.” CBA, 2 Samuel 21:1
Saul e Israel habían faltado en la promesa hecha por Josué a los gabaonitas de que se les dejaría vivir y poseer propiedades en Israel. En esta historia se revela la importancia que tiene ante Dios la palabra empeñada. Saul e Israel habían cometido una injusticia con los gabaonitas y Dios no lo pasa por alto. Israel era su pueblo, pero no en detrimento de otros pueblos, sino para salvación de ellos.
Saul actuó así en contra de Gabaón, no solo por su propio sentir, sino porque era una política popular en Israel. El e Israel fueron movidos por el nacionalismo, quiere decir, “primero nosotros, israelitas (ponle americanos, cubanos, puertorriqueños, dominicanos, etc.), luego los demás.” Dios no aprueba el nacionalismo porque ante El todos son iguales. El nacionalismo le ofende. Por esta falta vinieron tres años de hambre en Israel. “Como a uno de vosotros trataréis al extranjero que habite entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo”. Levítico 19:33, 34.
Que tengas un día bendecido.