


Viernes, marzo 28 – Zacarías 11, 12
1. En el Salmo 23, Dios es descrito como un pastor que nos cuida. ¿En qué áreas de tu vida puedes confiar más en Él en lugar de seguir tu propio camino?
2. Jesús fue rechazado por los líderes de su tiempo, pero Él nunca dejó de amar. ¿Cómo podemos demostrar ese mismo amor a personas que quizás no nos tratan bien?
3. Zacarías 12 habla de un futuro en el que el pueblo de Dios se dará cuenta de su error y volverá a Él. ¿Cómo podemos asegurarnos de no ser personas que rechazan la voz de Dios hoy
Los capítulos 11 y 12 del libro de Zacarías nos cuentan una historia muy especial: la historia del Buen Pastor, del rechazo que sufrió y de la gran esperanza que todavía tiene para su pueblo.
Desde el principio de la historia humana, Dios se ha revelado como un Pastor fiel que guía, protege y provee para su pueblo. El Salmo 23 comienza con una declaración poderosa: “Jehová es mi pastor, nada me faltará”. Esta imagen del buen pastor no es solo una poesía bonita, sino una realidad que se ha repetido a lo largo de la Biblia. Dios siempre ha estado cuidando a su pueblo, guiándolo por sendas de justicia y mostrándole el camino de la vida.
Pero ¿qué sucede cuando las ovejas deciden rechazar a su pastor? ¿Qué ocurre cuando, en lugar de seguirlo, prefieren líderes que no las aman ni las cuidan? Los capítulos 11 y 12 del libro de Zacarías nos llevan a una historia profunda y conmovedora sobre el rechazo del Pastor y la restauración de su pueblo. Son palabras que nos desafían a pensar en la relación que tenemos con Dios hoy.
Dios siempre había guiado a Israel con amor, protegiéndolos y enseñándoles el camino de la justicia. Pero Israel, en lugar de escuchar, muchas veces prefirió seguir a líderes que no los cuidaban bien. Zacarías 11 nos habla de este problema usando una imagen muy clara: la de un pastor que tiene dos bastones, dos callados. Uno se llama “Gracia” y el otro “Vínculo”, que representan el amor de Dios y su pacto con su pueblo. Sin embargo, como el pueblo rechazó la guía del Pastor, estos bastones fueron quebrados, simbolizando la ruptura del pacto.
Cuando una oveja decide alejarse del pastor, se pone en peligro, y eso fue lo que le ocurrió a Israel.
Jesús, cuando vino a la tierra, se presentó como el Buen Pastor. Él dijo en Juan 10:11: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.” Sin embargo, los líderes religiosos de su tiempo, en lugar de recibirlo con alegría, lo rechazaron.
Isaías 53:3 profetizó esto siglos antes: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto.” Este rechazo llevó a una de las profecías más sorprendentes de Zacarías: la venta del Buen Pastor por treinta piezas de plata. En Zacarías 11:12-13, Dios dice: “Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata.” Esta profecía se cumplió de manera exacta cuando Judas Iscariote traicionó a Jesús por ese mismo precio, como lo cuenta Mateo 26:14-16.
Zacarías 11:15-17 dice que vendría un pastor insensato, alguien que no se preocuparía por las ovejas, sino que solo buscaría su propio beneficio.
Esta es una advertencia para todos: cuando nos alejamos de Dios, terminamos bajo el liderazgo de quienes no nos aman ni nos protegen. Jesús advirtió esto cuando dijo que el asalariado huye cuando viene el lobo, porque no le importan las ovejas (Juan 10:12).
En la historia de Israel, esto se hizo realidad muchas veces. El rechazo del Mesías llevó a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., cuando los romanos arrasaron la ciudad y el Templo fue destruido. El pueblo que había sido llamado a ser luz terminó en oscuridad porque no reconoció a su Pastor.
“Los judíos habían sido el pueblo de Dios; pero cuando rechazaron a Cristo, Dios los rechazó a ellos, y les quitó su luz y su favor. Sin embargo, todavía les quedaba la oportunidad de arrepentirse.” (Los Hechos de los Apóstoles, p. 132).
Pero aquí es donde la historia da un giro. Dios nunca abandona a su pueblo por completo. Siempre deja una puerta abierta para la restauración.
La historia de Israel es un reflejo de nuestra propia historia. A veces, nos alejamos de Dios, tomamos decisiones equivocadas y sufrimos las consecuencias. Pero Dios nunca deja de amarnos. Siempre nos da la oportunidad de regresar a Él.
Esto significa que Dios sigue siendo nuestro Pastor. Él nos llama cada día, nos busca cuando nos perdemos y nos promete que, si lo seguimos, estaremos seguros en su amor. Jesús quiere guiarnos por el camino de la vida. No esperemos más para seguirlo. Hoy es el día en que podemos decirle: “Señor, quiero ser parte de tu rebaño.” Él nos recibirá con los brazos abiertos, porque su amor nunca se rompe, su gracia nunca se acaba y su vínculo con nosotros nunca será destruido si decidimos estar con Él.
El Buen Pastor sigue llamándonos, sigue buscándonos y sigue amándonos. La pregunta es: ¿Responderemos a su voz?