


Miércoles, abril 30 – Mateo 10, 14 – Lectura adicional, Deseado de todas las Gentes capítulo 37, “Los primeros evangelistas”
1. ¿Dónde debían ir primero los discípulos enviados por Jesús? Mateo 10:5,6
2. ¿A quién dijo que no debemos temer? Mateo 10:28
3. ¿Qué recompensa recibirá el que recibe a un profeta o a un justo? Mateo 10:41
Mateo 10 trata sobre las instrucciones que Jesús dio a los 12 discípulos cuando los envió.
“Los doce, que hasta este momento habían ayudado a Jesús en su ministerio (DTG 315), ahora habían de ser enviados a trabajar solos. Habían sido oficialmente designados como discípulos durante el verano (junio-agosto) del año 29 d. C. (ver com. cap. 5: 1), quizá no más de seis meses antes (ver com. cap. 9: 36). Pedro, Andrés, Jacobo y Juan probablemente habían sido llamados a ser discípulos permanentes a fines de la primavera del año 29 (ver com. Luc. 5:1). Tres de éstos -todos menos Jacobo- así como Felipe y Bartolomé, habían sido discípulos ocasionales de Jesús desde fines del año 27 d. C. (ver com. Juan 1: 35- 45). Todos habían estado con Jesús en su segundo viaje por Galilea, probablemente durante fines del verano o principios del otoño del año 29 d. C. (ver com. Mat. 9: 35; Luc. 8: 1), y así habían podido observar los métodos de Cristo, escuchado sus enseñanzas y aprovechado las instrucciones que de vez en cuando había dado en privado a sus discípulos.” CBA, Mateo 10:5
Ser seguidor de Jesús trae consigo una misión. El discípulo no solo disfruta de la compañía indispensable del Maestro, sino que también asume la misión. En su momento el cristiano es enviado. La misión de Jesús es la misión del discípulo.
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor.» Lucas 4:18, 19; Isaías 61:1-3
Dice el Deseado de Todas las Gentes:
“El mensaje de los discípulos era el mismo que el de Juan el Bautista y el de Cristo mismo: ‘El reino de los cielos se ha acercado.’ No debían entrar en controversia con la gente acerca de si Jesús de Nazaret era el Mesías; sino que en su nombre debían hacer las mismas obras de misericordia que él había hecho. Les ordenó: ‘Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios: de gracia recibisteis, dad de gracia.’” DTG 317
“Cuando los doce fueron enviados solos, salieron de dos en dos (ver Mar. 6: 7; com. cap. 3: 14), hermano con hermano, y amigo con amigo (DTG 316).” CBA, Mateo 10:5
Jesús advirtió que sus seguidores podían esperar la misma oposición que recibió Él mismo. No debían esperar comodidad. Seguir a Jesús podía traer conflictos y división aun en sus propias familias. Debian estar preparados para las dificultades, la persecución y posiblemente la muerte.
“Los que testifican de Cristo entre los hombres son aquellos en favor de quienes Jesús puede dar testimonio ante el Padre. Jesús es ahora nuestro Testigo, nuestro Embajador ante el Padre, así como nosotros hemos de ser sus testigos y embajadores ante los hombres.” CBA, Mateo 10:32
A Juan le tocó preceder a Jesús, no solo en su ministerio, sino también en su muerte. Las palabras de Jesús para sus seguidores se cumplieron primero en su valiente precursor. La maldad de Herodes y de Herodías fue usada por el enemigo para ensañarse en el humilde predicador.
Cuando Jesús supo de la muerte de Juan el Bautista sintió necesidad de un tiempo de soledad para dedicarlo a la oración. No podemos saber qué habló con el Padre. Lo que podemos observar es que, quien alimentó una multitud con cinco panes y dos peces, quien sanó a los enfermos que solo tocaron su manto, quien pudo caminar sobre las aguas, no fue en su momento de prueba solitaria a socorrer su compañero. Bien pudo haberlo hecho, pero no lo hizo. Es el plan inescrutable de Dios en el cual el discípulo debe confiar.
Juan no fue mayor que su Maestro, el siervo no fue mayor que su Señor. Confiamos en que al perder su vida realmente la ganó.
Nos permita Dios que como discípulos del Maestro estemos dispuestos a ser enviados. Que en medio del fragor que desencadena la batalla estemos dispuestos a confiar en Jesús y a confesar nuestra fe. Cumpla Dios su plan y propósito en nosotros de acuerdo con su buena voluntad. Amén.
Que tengas un día muy bendecido.