Preguntas de estudio:
1. ¿Para qué funciones apartó Jehová la tribu de Leví? Deuteronomio 10:8
2. Según Deuteronomio 10:12, ¿qué le pide Jehová a Israel?
3. ¿Qué bendiciones recibirían aquellos que guarden los mandamientos de Dios? Deuteronomio 11:8 ,9
4. ¿De qué debían guardarse los hijos de Israel una vez que estuvieran en la tierra prometida? Deuteronomio 11:16
Comentario y reflexión:
Moisés quebró las tablas de la ley, no solo por ira, sino también como una poderosa representación visual del quebrantamiento de la ley de Dios por parte de Israel. Ahora Dios mandó que restauraran la ley sacando dos nuevas tablas de piedra. Dios quería que su Palabra escrita fuera el punto de partida para el correcto caminar de Israel con Él. Por lo tanto, restauró las tablas, escribiendo también en las segundas tablas con su propia mano.
La reconciliación con Dios después de la rebelión siempre debe comenzar y centrarse en su Palabra. En los días de Josías, rey de Judá, el arrepentimiento y el avivamiento llegaron al pueblo de Dios cuando volvieron a concentrarse en la Palabra de Dios (2 Reyes 22:8-23:25).
Para poder lidiar con el problema del pecado de Israel, Dios estableció un sacerdocio perdurable; para ello, a la muerte de Aarón, Jehová traspasa el sacerdocio a su hijo Eleazar y “apartó la tribu de Leví para que llevase el arca del pacto de Jehová, para que estuviese delante de Jehová para servirle, y para bendecir en su nombre hasta hoy.” Deuteronomio 10:8.
La reconciliación con Dios después de la rebelión siempre debe tener un enfoque en el ministerio sacerdotal de Jesús a nuestro favor. Esta obra de Jesús se muestra en su expiación por nuestro pecado en la cruz, en su intercesión por nosotros en el cielo y en la bendición que nos trae del cielo.
Dios le ordenó a Israel que lo amara. El amor no es un asunto que se deje enteramente a nuestro impulso o a nuestros sentimientos. Elegimos amar al Señor o no.
Hoy, nosotros, el Israel espiritual, hemos quebrantado la ley y estamos bajo maldición, sin remedio de parte nuestra. Por misericordia, el evangelio vuelve a ponernos por delante la bendición y la maldición. Bendición, si obedecemos el llamado al arrepentimiento, a la fe en Cristo y a la novedad de corazón y vida por medio de Él; maldición espantosa, si tenemos en poco una salvación tan grande. Recibamos con gratitud las buenas noticias de gran gozo; y no endurezcamos nuestro corazón. Escuchemos la voz de Dios que se dice “hoy”, Él nos invita a acercarnos al Trono de la Gracia. Procuremos tanto más hacer firme nuestra vocación y elección.
¡Qué Dios nos ayude a hacer la elección correcta!