


Sábado, agosto 16 – Apocalipsis 9, 10
1. ¿Cuál fue la actitud de los seres humanos ante los juicios de las trompetas, especialmente después de la sexta? Apocalipsis 9:20–21
2. ¿Qué significa el librito que el ángel da a Juan y que es dulce en la boca pero amargo en el vientre? Apocalipsis 10:8–10
3. ¿Qué misión recibe Juan después de comer el librito? Apocalipsis 10:11
La visión de las siete trompetas en Apocalipsis continúa mostrando el interés de Dios por advertir a la humanidad antes del juicio final. Así como las plagas de Egipto, estas trompetas representan juicios limitados, correctivos y progresivos, que buscan llevar a las personas al arrepentimiento antes del fin.
En Apocalipsis 9 se describen la quinta y sexta trompetas. La primera se relaciona con una invasión simbólica de langostas que dañan, pero no matan, representando un ataque espiritual, posiblemente asociado con el avance del islam en la Edad Media. Se menciona un tiempo profético de “cinco meses”, que ha sido interpretado por algunos como 150 años literales de hostigamiento al cristianismo desde el mundo islámico. Otros ven en esta imagen una referencia más amplia a movimientos contrarios al evangelio.
La sexta trompeta representa una ofensiva aún mayor. Se suelta a cuatro ángeles que estaban atados junto al gran río Éufrates, lo cual simboliza el surgimiento de nuevas potencias destructivas, como el Imperio Otomano. El número de jinetes, doscientos millones, es simbólico, indicando la magnitud del conflicto espiritual y literal. El uso de fuego, humo y azufre puede aludir al uso de pólvora en la guerra.
A pesar de estos juicios, el texto dice que “los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, no se arrepintieron” (Apoc. 9:20). El corazón humano, endurecido por el pecado, muchas veces prefiere la idolatría y la violencia antes que volverse a Dios.
En medio de esta secuencia de trompetas, el capítulo 10 introduce una pausa con un mensaje especial. Juan ve a un ángel poderoso con un librito abierto. Se le ordena comerlo: será dulce en su boca, pero amargo en su vientre. Esta imagen profética ha sido entendida como una referencia al Gran Chasco de 1844, cuando muchos creyentes, interpretando las profecías de Daniel, esperaban el regreso de Cristo, pero fueron decepcionados. Sin embargo, la experiencia no terminó allí. El ángel dice: “Es necesario que profetices otra vez” (Apoc. 10:11). De la decepción nació un movimiento renovado de estudio profético, predicación mundial y misión.
Ellen G. White lo describe así: “Después del gran chasco, hubo pocas personas que se dedicaron de todo corazón a la investigación de la Palabra… Se hizo brillar la verdad hermosa en su sencillez… Entonces pudimos proclamar el mensaje en unidad” (Consejos para los maestros, p. 343).
El librito representa las profecías de Daniel que fueron selladas hasta el tiempo del fin (Daniel 12:4). Al ser abiertas, impulsaron el despertar del Segundo Advenimiento. A pesar del amargo chasco, se fortaleció la convicción en la Palabra profética y se encendió el fervor misionero. El mensaje no había fallado; la comprensión humana fue limitada, pero el llamado divino permanecía: “Profetiza otra vez”.
Así, entre trompetas y juicios, resuena el llamado a predicar, a confiar y a prepararnos. Dios desea salvar, no destruir. Sus advertencias son expresiones de amor. Él aún llama a su pueblo a ser fiel, a anunciar Su pronto regreso y a no desanimarse ante los fracasos humanos.
¿Estoy escuchando las advertencias de Dios en mi vida? ¿Estoy dispuesto a comer el libro, estudiar su Palabra, aunque a veces sea amarga? ¿Estoy profetizando otra vez?
Mi oración: Señor, ayúdame a confiar en tus juicios y a responder con fe a tu llamado. Aunque el camino sea amargo a veces, quiero proclamar tu verdad hasta el fin.