


Martes, agosto 19 – Apocalipsis 15, 16
1. ¿Cómo te inspira la imagen del mar de vidrio mezclado con fuego en Apocalipsis 15:2–3 a perseverar en medio de las pruebas?
2. ¿Qué nos enseña Apocalipsis 16:15 sobre la preparación espiritual y el regreso de Cristo?
3. ¿De qué maneras podemos evitar el engaño espiritual descrito en Apocalipsis 16:13–14 y mantenernos anclados en la verdad?
Apocalipsis 15 y 16 presentan una visión vívida y solemne de la fase final de la historia humana, enfocándose en la justicia de Dios, el cierre de la gracia y el derramamiento de las siete últimas plagas. Estos capítulos son proféticos, pero también profundamente personales. Hablan no solo de la secuencia de eventos del tiempo del fin, sino también de cómo vivimos hoy en respuesta a la misericordia y la verdad de Dios.
Apocalipsis 15 no comienza con terror, sino con triunfo. Antes de que se derrame alguna plaga, se presenta una escena de adoración: aquellos que han “vencido a la bestia” están junto al mar de vidrio, cantando el cántico de Moisés y del Cordero. Esta imagen recuerda el Éxodo, cuando Israel cantó a orillas del Mar Rojo. Hoy, esa escena nos asegura que los fieles de Dios serán librados nuevamente. Su victoria no fue por fuerza o estatus, sino por lealtad a Dios. En una época donde es fácil ceder y fuerte la presión para conformarse, su ejemplo nos llama a permanecer fieles a nuestras convicciones, sin importar el costo.
El versículo 8 del capítulo 15 señala el cierre de la gracia: “El templo se llenó de humo… y nadie podía entrar.” Este es un momento crucial en la historia de la salvación. La obra mediadora de Cristo en el santuario celestial concluye. Ya no hay más intercesión posible. Esto se alinea con nuestro entendimiento del juicio investigador y la urgencia de responder al llamado de Dios antes de que esa puerta de misericordia se cierre. En un mundo de segundas oportunidades y postergaciones constantes, esto nos recuerda que el tiempo no se extenderá para siempre. El momento para buscar al Señor es ahora.
Apocalipsis 16 sigue con las siete últimas plagas, los juicios finales de Dios sobre aquellos que han rechazado Su misericordia. Estas plagas hacen eco de las que cayeron sobre Egipto, revelando la inutilidad de oponerse a Dios. Pero lo más impactante es la respuesta repetida de la humanidad: “No se arrepintieron” (16:9, 11). Aun cuando cae el juicio, muchos corazones permanecen endurecidos. Esto es una advertencia contra la apatía espiritual. Las pruebas y crisis pueden humillarnos o endurecernos. La diferencia está en si permitimos que Dios nos transforme a través de ellas.
La sexta plaga, que cuando el rio Éufrates se seca y hay una convergencia en Armagedón, simboliza el colapso de la influencia global de Babilonia y la confrontación final entre el bien y el mal. No se trata de una guerra literal, sino de una crisis mundial sobre la adoración, la verdad y la lealtad. Hoy, vemos cómo la confusión ideológica y religiosa prepara el camino para este momento. El engaño va en aumento, y la lealtad a la Palabra de Dios está siendo probada. En este contexto, Apocalipsis 16:15 brilla como un faro: “He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas.” Este es un llamado a la vigilancia espiritual y a la pureza. En nuestras vidas ocupadas y distraídas, se nos urge a permanecer despiertos y vestidos con la justicia de Cristo.
¿Qué significa esto en la práctica? Significa elegir la integridad cuando es más fácil ceder, honrar los mandamientos de Dios incluso cuando es incómodo, y priorizar nuestra relación con Jesús por encima del confort o la cultura. Significa permitir que las dificultades de hoy nos acerquen más a Dios, no que nos alejen de Él. Y significa recordar que el Dios que juzga es también el Dios que salva.
Estos capítulos no están destinados a aterrorizarnos, sino a anclarnos en la verdad y prepararnos para lo que viene. Las escenas finales del Apocalipsis nos recuerdan la justicia inquebrantable de Dios, Su amor constante y Su liberación final de todos los que confían en Él.
Mi oración: Padre misericordioso, gracias por revelarnos tanto tu justicia como tu misericordia. Ayúdanos a mantenernos vigilantes y fieles, vestidos con la justicia de Cristo. En un mundo de distracción y engaño, fortalécenos para defender la verdad, caminar en obediencia y reflejar tu amor. Prepara nuestros corazones para el pronto regreso de Jesús. En su nombre oramos. Amén.
Que el Señor mantenga tu corazón anclado en Su verdad, tu fe firme en la prueba, y tu vida llena de esperanza. Que seas hallado velando, preparado y gozoso cuando Cristo aparezca en gloria.