


Viernes, agosto 9 – 2 de Samuel 16, 17 – Lectura adicional, Patriarcas y Profetas capítulo 72, “La rebelión de Absalón”
1. ¿En qué consistió el pecado de Siba?
2. ¿Cómo interpretó David las maldiciones de Simei?
3. ¿Cómo corresponden las palabras de David en el 2 Samuel 16:12 con Romanos 8:28?
Comentario y reflexión:
2 de Samuel 16 nos ofrece detalles muy interesantes acerca de diferentes personajes que quisieron obtener ventajas personales, aprovechándose de las circunstancias que rodeaban a David en su huida de Jerusalén para salvar su vida y la de los suyos. A esto le llamamos oportunismo.
Mientras tanto, David y los suyos, acompañados de sus más fieles soldados ascendieron el Monte de los Olivos. Allí también David tuvo su Getsemaní. Sufría grandemente como Jesús, pero de una manera distinta. Él, en su fuero interno, entendía que por lo que estaba pasando era, en parte, debido a su propio pecado. Jesús, por el contrario, sufría por los pecados de todo el mundo.
Al llegar a la cumbre del monte, aparece Siba, el criado de Mefi-boset hijo de Jonatán. Con aparente preocupación por David y su familia, Siba trajo dos asnos con suficientes provisiones para el rey y su compañía. Cuando David le pregunta por Mefi-boset se manifiestan las malvadas intenciones de Siba.
Con un gran descaro levanta una calumnia contra su amo indicando que se quedó en Jerusalén porque esperaba que se le devolviera el reino que por derecho le correspondía a Jonatán. Todo esto era una burda mentira. David le prometió que él recibiría todos los bienes de su amo. Más adelante, cuando David retoma el reino, se conoce la verdad todo, y David le cree a Mefi-boset que había sido engañado por su siervo. No sabemos que habrá sucedido a Siba. David le indicó que a Siba sólo le correspondería la mitad de los bienes de su amo. Otra vez, el corazón magnánimo de David aflora.
El siguiente personaje en toda esta trama, Simei, es alguien sinuoso y vengativo. Las palabras ofensivas de Simei contra David eran totalmente injustificadas. La Biblia no registra ninguna instancia en la que David manifestara ningún espíritu de traición contra Saúl. Todo lo contrario, desde que siendo muy joven fuera llevado al palacio del rey para ofrecer al monarca desajustado mentalmente música-terapia, hasta que alcanzó la cima del éxito después de la derrota del Gigante Goliat, David nunca dijo una palabra en contra de Saúl. Él sabía que el trono de Israel le pertenecería algún día, pero no se apresuró para obtenerlo antes de tiempo. Él esperó en Dios por el momento para ascender al trono.
David no permitió que estos insultos lo llevaran a manifestar un espíritu vengativo contra Simei. Él reconocía que Dios había permitido todo lo que estaba pasando, y se encomendó a su misericordia. Jamás fue el gobernante de Israel más grande a los ojos del cielo que en esta hora de más profunda humillación exterior.
La otra figura siniestra fue Ahitophel. Como consejero de David daba la apariencia de lealtad al rey. Sin embargo, albergaba en su corazón el espíritu de odio y venganza contra él. Tan pronto Absalón se rebeló contra su padre, Ahitophel se unió a la conspiración.
Cuando este malvado hombre le sugirió a Absalón que cometiera incesto con las concubinas de David, su objetivo era, según la costumbre de la época, una indicación de que él había sucedido al trono de su padre; declarando así que había sucedido al trono de su padre. Aquí la bajeza moral de Absalón llegó a su límite. No era que Dios instigara estos actos de impiedad; sino que, a causa del pecado de David, el Señor no ejerció su poder para evitarlos.
En el capítulo 17 encontramos que en el pulseo entre el consejo de Ahitophel para eliminar a David y el de Husai, la providencia divina dirigió todo el proceso. El verso 14 es un ejemplo de la interpretación profético-teológica de cómo obra Dios aún en las decisiones de los hombres. Ahitophel al escoger la ruta de la traición y la maldad contra el ungido del Señor, esto lo llevó al triste desenlace del suicidio. Tanto en su caso como posteriormente sucedió con Judas Iscariote, cuando alguien no atiende a la voz del Espíritu Santo está abocado a cometer el pecado imperdonable.
Ojalá, y que al nosotros afrontar circunstancias difíciles Como David. Nuestra confianza y esperanza estén en El Dios que restaura al caído.
Bendiciones a todos.