


Domingo, febrero 2 – Jeremías 40; Salmos 74 – Lectura adicional: 2 Reyes 24-25; Biblia de Estudio Andrews, pp. 729-730
1. ¿A través de quién habló Jehová con Jeremías? (Jeremías 40:1)
2. ¿Cuál fue la razón por la que Dios trajo juicio sobre el pueblo? (Jeremías 40:2-3)
3. ¿Qué elección le dio el capitán de la guardia a Jeremías, y cuál fue la decisión de Jeremías? (Jeremías 40:4-6)
4. ¿Cómo describe el salmista a la nación redimida por Dios? (Salmo 74:2)
5. ¿Qué profanaron los enemigos? (Salmo 74:7)
6. ¿Qué le pide el escritor a Jehová que no olvide? (Salmo 74:19)
Comentario y reflexión:
Jeremías 40:1 comienza con la frase: “Palabra de Jehová que vino a Jeremías”. Este tipo de introducción en el libro generalmente precede un mensaje directo de Jehová que contiene instrucciones específicas para Jeremías. Sin embargo, en este capítulo observamos algo diferente: en lugar de que Jehová hable directamente, se comunica indirectamente a través de un comandante militar pagano.
En los versículos 2-5, presenciamos un momento sorprendente donde un general pagano asume inesperadamente el papel de predicador para Jeremías. Sorprendentemente, su mensaje refleja las advertencias que Jeremías había proclamado al pueblo de Judá durante décadas. Este general, representando al instrumento escogido de Dios para el castigo—Nebuzaradán y el poderoso imperio babilónico—reafirma a Jeremías que Dios ha emitido una severa advertencia de castigo y ahora la está cumpliendo contra Su pueblo. ¡Es realmente asombroso considerar que un pagano pudiera compartir un mensaje tan vital de Dios!
Este escenario ilustra bien que Dios puede usar a cualquier instrumento para revelar Su voluntad, independientemente de su origen. Así como habló a través del profeta pagano Balaam e incluso a través del asno de Balaam, se nos recuerda que debemos estar abiertos a las diversas maneras en que las revelaciones divinas pueden llegar a nuestras vidas. ¡Abracemos lo inesperado y celebremos cómo podemos recibir sabiduría y dirección!
Jeremías 40 enfatiza la importancia de confiar en los planes de Dios mientras ejercemos sabiduría en nuestros procesos de decisión. Durante períodos desafiantes, es esencial recordar que el mensaje de Dios nos proporciona luz y ánimo. Esta seguridad nos recuerda que los propósitos divinos están constantemente desarrollándose en nuestras vidas, a pesar de la confusión e incertidumbre que podamos enfrentar. Al sostener la fe y buscar entendimiento, podemos navegar circunstancias difíciles con esperanza, fundamentados en la creencia de que Dios nos está guiando hacia Su gran propósito.
El Salmo 74 captura el profundo dolor de la comunidad judía tras la destrucción de su magnífico templo en Jerusalén en el año 586 a.C. Parece abordar a un enemigo específico que reprocha y blasfema el santo nombre de Dios. El escritor comienza preguntando: “¿Por qué, Dios, nos has desechado para siempre?”
“Es el grito desgarrador del pueblo de Dios cuando no sabe por qué ocurren las tragedias. Se expresan emociones profundas. Muchas de nuestras preguntas de ‘¿por qué?’ no tienen una respuesta inmediata. Solo la Palabra de Dios, que viene desde lo alto, da una nueva perspectiva” (Biblia de Estudio Andrews, p. 729).
Luego, el salmista ruega a Jehová que recuerde Sus promesas de pacto y que intervenga en favor de Su pueblo. Este salmo explora el apoyo constante e inquebrantable de Dios para Su pueblo en sus momentos más difíciles.
El salmo refleja la devastación experimentada por Jerusalén y su templo, capturando la profunda tristeza y pérdida que siente el pueblo (Salmo 74:4-11). Estos temas están estrechamente relacionados con las historias del Libro de Lamentaciones, expresando tristeza y dolor por la destrucción de la ciudad santa, pero también esperanza y fe en la presencia divina, incluso en medio de las pruebas más oscuras.
El autor implora a Dios que ponga fin al exilio y celebra Su papel como Creador todopoderoso. Así como demostró Su amor inquebrantable y poder al liberar a Su pueblo de Egipto, hay un optimismo renovado por la intervención divina. Esto nos recuerda que la esperanza perdura incluso frente a la adversidad.
Hasta que reconozcamos nuestra impotencia, no podemos ser salvos. Hasta que aceptemos la ayuda del Salvador, seguiremos bajo la opresión del enemigo.
“No vuelva avergonzado el abatido; ¡el afligido y el menesteroso alabarán tu nombre!” (Salmo 74:21)