


Miércoles, julio 16 – Colosenses 4, Filemón
1. ¿Quiénes llevaron las cartas de Pablo a los colosenses, a los efesios, a los laodicenses y a Filemón? Colosenses 4:7-9
2. ¿Qué mensaje envió a Arquipo? Colosenses 4:17
3. ¿Quién era Onésimo? Filemón 15, 16
Estamos leyendo el capítulo final de la carta para la iglesia en Colosas. Esta estaba cerca de Laodicea. Pablo les escribe a ambas iglesias, pero la carta de Laodicea no es parte del Canon Sagrado para servir de enseñanza y amonestación a la iglesia de todos los tiempos.
Junto con estas, Pablo envía con Tíquico una carta a la iglesia de Éfeso y otra personal, ambas escogidas por Dios para ser parte del Canon Sagrado. La carta personal fue escrita a Filemón, un hermano pudiente que se convirtió por el ministerio de Pablo; era activo y dedicado al Señor. La iglesia de Colosas se reunía en su espaciosa casa.
Colosenses 4 tiene consejos pastorales muy oportunos y útiles. Uno de estos es: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.” Colosenses 4:6
¡Qué consejo práctico y hermoso! Es digno de ser recordado y practicado con toda diligencia. La palabra “siempre” debe ser con “gracia”. Quiere decir con amabilidad, con respeto, con generosidad. Recordemos que una definición de “gracia” es, “favor no merecido”. Aunque alguien no se merezca una palabra amable, la gracia siempre la regala.
“Sazonada con sal”, quiere decir que tiene buen sabor, no es insípida o mal preparada. La palabra sazonada con sal es la palabra oportuna, es la que se piensa y se prepara. No la que primero viene a la mente, o la que se dice por impulso. “Para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”, es un buen y necesario objetivo.
Un buen ejemplo de palabra de gracia y sazonada con sal es la carta de Pablo a Filemón. El apóstol pudo haber “dicho la verdad”, o pudo haber sido “sincero” escribiendo de una manera ruda o descuidada. Por el contrario, le escribe al hermano Filemón con cariño. Lo exhorta y enseña con palabras amables.
En relación con el tema de la esclavitud, por qué la Palabra de Dios parece no condenarla directamente, sino que aconseja a esclavos y amos, podemos notar que:
1. Es difícil para nosotros entender la situación imperante, o el contexto, en el tiempo cuando se dieron esos consejos.
2. El pecado introdujo prácticas que no estaban en el plan original de Dios, como la esclavitud, la poligamia y el divorcio. Dios toleró estas prácticas al mismo tiempo que comunicaba principios contrarios a ellas.
3. No era el propósito del evangelio ni de la iglesia combatir las prácticas injustas en la sociedad. El propósito del evangelio es salvar al ser humano del pecado. El propósito de la Biblia y de la iglesia es, además, instruir en el plan de Dios. Cuando el pecador es salvo e instruido estas prácticas desaparecen.
Este último punto es evidente en las cartas a los Colosenses y a Filemón: Escribe Pablo de Onésimo, el esclavo, a Filemón, el amo: “Te lo envío de nuevo. Tú, pues, recíbelo como a mí mismo.” Filemón 12. En otras palabras, “recíbelo, no como un esclavo fugitivo, sino como me recibirías a mí.” Debía recibirlo: “No ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti… Filemón 16.
“El cristianismo forma un fuerte lazo de unión entre el amo y el esclavo, el rey y el súbdito, el ministro del Evangelio y el pecador caído que ha hallado en Cristo purificación del pecado. Han sido lavados en la misma sangre, vivificados por el mismo Espíritu; y son hechos uno en Cristo Jesús.” HAp 368
Onésimo no sólo era un esclavo fugitivo, sino que también había robado. Había escapado a Roma con la esperanza de pasar desapercibido en la multitud de la capital imperial; pero allí lo alcanzó el evangelio de Jesús. Ahora servía a Pablo con amor y diligencia.
Le dice Pablo a Filemón en hermosas palabras de gracia, “sazonadas con sal”: “Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. Yo, Pablo, lo escribo de mi mano: yo lo pagaré…” Filemón 18, 19
“¡Qué adecuada ilustración del amor de Cristo hacia el pecador arrepentido! El siervo que había defraudado a su amo no tenía nada con que hacer la restitución. El pecador que ha robado a Dios años de servicio, no tiene medios para cancelar su deuda. Jesús se interpone entre el pecador y Dios, diciendo: Yo pagaré la deuda. Perdona al pecador; yo sufriré en su lugar.” HAp 366
Nos conceda Dios una comprensión clara de su Palabra. Que sus principios y enseñanzas puedan penetrar el pensamiento, cambiando las normas culturales y estructuras mentales ajenos a su plan y propósito. Que Dios pueda ser glorificado en ti y en tus relaciones con quienes no son de la fe, en tus palabras de gracia, bien pensadas o “sazonadas con sal”.
Que tengas un día muy bendecido.