


Martes, 23 de julio – Salmos 33, 36
1. ¿Qué instrumento/s acompaña/n al salmista en la alabanza a Dios? Salmo 33:2, 3
2. Según el salmista, ¿cuál fue el agente de Dios en la creación? Salmo 33:6-9
3. ¿Cuán seguros podemos estar de los planes de Dios? Salmo 33:10-12
4. ¿Cómo describe David la misericordia, fidelidad y justicia de Dios? Salmo 36:5, 6
Comentario y reflexión:
Puede ser redundante afirmar que el Libro de los Salmos trata sobre la alabanza. Estos antiguos cantos eran un estribillo constante en la adoración hebrea. Nacieron, no solo de las experiencias personales del salmista con Dios, sino también de las experiencias colectivas de la nación. Además, en los Salmos, el carácter de Dios se muestra en relación con sus actos entre su pueblo.
En la división treinta y tres, el Salmo 33, tenemos a la congregación en el santuario. Quiero que observes cómo el líder en los versículos 1-3 los llama a adorar alabando a Dios y cómo terminan la adoración con una especie de afirmación de fe en los versículos 20-22. Como creyentes, siempre debemos apreciar el valor de la adoración comunitaria o colectiva. Ciertas bendiciones solo se pueden experimentar en la adoración congregacional. Perdemos estas bendiciones cada vez que estamos ausentes de los servicios de la iglesia. Bendiciones como la comunión, la afirmación espiritual y el ánimo. También perdemos una atmósfera de alegría que a menudo acompaña a la adoración que exalta a Dios.
En sus veintidós versículos, este Salmo revela tanto la bondad como la grandeza de Dios. Estos dos elementos de su carácter provocaron la alabanza de su pueblo. Se le recuerda al pueblo cuán grande es Dios, cómo Él llamó este mundo a la existencia, cómo puede hacer que los planes de las naciones se reduzcan a nada y establece sus propios planes.
Según este salmo, tú y yo podemos estar seguros de que Dios es quien creó este mundo, quien sostiene este mundo y quien llevará a cabo sus consejos. Podemos estar seguros de que estamos bajo su mirada y su mano y que Él es nuestra ayuda y esperanza. Dios es quien lo hizo todo, lo mantiene todo y lo controla todo para lograr sus deseos y planes.
El versículo 3 dice: “Cantadle cántico nuevo”. Esta expresión nos invita a procurar una “nueva” experiencia con Dios cada vez que le adoremos. Debemos venir con “nuevas” expectativas, “nuevas” experiencias y encuentros con la grandeza y bondad de Dios. Mi oración es que experimentes a Dios de nuevo hoy.
En los doce versículos del Salmo 36, el salmista David destaca el marcado contraste entre la bondad de Dios y las maldades de la humanidad. Claramente, se siente amenazado por los malvados, pero está seguro de la victoria de Dios sobre ellos.
Observa conmigo cómo, en los versículos 1 y 2, David describe la actitud del “impío” hacia el pecado, hacia sí mismo y Dios. Él impío “no tiene temor de Dios…”. Podemos decir, no hay reverencia que detenga su comportamiento impío. Además, “…Se jacta, por tanto, ante sus propios ojos”. Luego, David procede a describir su comportamiento en los versículos 3 y 4. Me estremezco cada vez que leo el versículo 4, que describe a los impíos meditando “maldad sobre su cama”; la maldad consiste más en quiénes son que simplemente en lo que hacen. Nota, “está en camino no bueno, el mal no aborrece.”.
David hace un cambio del versículo 5 en adelante que, francamente, es mareante. Va desde las profundidades de la depravación del hombre a las alturas de la misericordia de Dios. Creo que encuentra alivio al cambiar su enfoque de las actitudes y obras de los impíos a meditar en los atributos de Dios, tales como su “misericordia… fidelidad… justicia… y amor…” He descubierto que puede ser muy desalentador cuando me enfoco en las cosas o personas incorrectas. Este mundo puede ser aterrador. Hay gente impía que a nuestro alrededor; pero, algunos de nosotros fuimos así antes de conocer a Jesús. Sin embargo, tú y yo nunca debemos perder de vista el hecho de que la “misericordia… fidelidad… justicia… y amor” de Dios son más fuertes que las fuerzas del mal y del odio. Como dicen, “los envidiosos siempre van a envidiar”. No deberíamos preocuparnos demasiado por eso. El alcance y la profundidad de la misericordia, la fidelidad, la justicia y el amor de Dios deberían alentar nuestros corazones.
David se cuida de notar en el último versículo que “Allí cayeron los malhechores;
¡fueron derribados para no levantarse jamás!”
¿Confiarás en Dios hoy? Oro para que, como David, te enfoques en la misericordia de Dios, en su fidelidad, en su justicia y su amor.