


Viernes, julio 26 – Salmos 50 y 53
1. ¿Cómo juzga Dios la intención del culto? Salmos 50:14
2. ¿Cuál es el mejor sacrificio que ofrecer a Dios? Salmos 50:23
3. ¿Cómo identifica Dios al que niega su existencia? Salmos 53:1
Comentario y reflexión:
En estos dos salmos, uno de Asaf y el otro de David, los autores expresan el contraste entre lo insensato del malvado y el amor, la justicia y la sabiduría de Dios. Tanto Asaf como David eran videntes y compositores musicales. En la lista de los cautivos que regresaron a Jerusalén, los hijos de Asaf son los únicos cantores mencionados en Esdras 2:41.
Se podría decir que el tema del salmo 50 está en línea con las palabras de Samuel a Saúl en 1 Samuel 15:22: “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”.
Este salmo es uno de naturaleza didáctica y de gran valor para todo tiempo. Podemos observar una descripción anticipada de las escenas del Juicio Final en los versos 1-6.
El primer verso llama a Dios El Dios de los dioses. Esta es una forma hebrea de expresar el superlativo, como cuando leemos en la Biblia, “Rey de reyes y Señor de señores”.
“Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio”, se refiere al sacrificio con el que fue sellado el Pacto en el Sinaí (Éxodo 24:5-8). ¿Cómo aplicaríamos este mismo llamado en el presente? Los sacrificios que ofrezcamos ahora deben ser caracterizados por nuestro abandono del yo, el egoísmo y la suficiencia propia. Debe haber una entrega indivisa a nuestro Dios. El nuevo pacto del cual habla Jeremías es “un corazón nuevo”, es un espíritu quebrantado.
En los versos del 7-15 Dios juzga la intención de nuestro culto. Los israelitas eran muy estrictos en traer sus animales sacrificiales y holocaustos al santuario, y lo hacían como si estuvieran haciéndole un favor al Señor. Dios es soberano y dueño de todo el universo. A Dios no le agrada el formalismo de nuestra adoración si esta viene cargada de egoísmo o exhibicionismo.
El mejor sacrificio que ofrecer a Dios es el de alabanza y gratitud por su bondad. Cuando le invocamos en el día de la angustia, nuestro amoroso Padre está ahí para librarnos y nosotros lo honraremos. Gloria a su Nombre para siempre.
En el Ministerio de Curación, p. 194, la Sra. White afirma lo siguiente, “Nada tiende más a fomentar la salud del cuerpo y del alma que un espíritu de agradecimiento y alabanza. Resistir a la melancolía, a los pensamientos y sentimientos de descontento, es un deber tan positivo como el de orar. Si somos destinados para el cielo, ¿cómo podemos portarnos como un séquito de plañideras, gimiendo y lamentándonos a lo largo de todo el camino que conduce a la casa de nuestro Padre?”
El Salmo 53 describe la insensatez y la maldad de los hombres. Aquí se presenta un cuadro vívido de la impiedad de un mundo decadente. La buena noticia es que al final, Dios salvará a su pueblo. Este salmo replica casi en su totalidad las palabras del salmo 14. Las pocas variaciones se dan quizás para aplicarlo a otras circunstancias.
La conclusión de este salmo no podría ser más dramática. Es el turno de Dios para responder a los insensatos que niegan su existencia y poder. Todos los burladores quedarán en vergüenza.
El poema termina con una nota optimista cuando el salmista eleva una plegaria por la salvación de su pueblo. Los redimidos de todas las edades nos gozaremos en la salvación de Dios. Cuando Jesús regrese, todos seremos librados de la cautividad del pecado.
Bendiciones para todos.