


Domingo, junio 1 – Hechos 6, 7 – Lectura adicional, Los Hechos de los Apóstoles capítulos 9 y 10
1. ¿Por qué pidieron los apóstoles que la iglesia eligiera diáconos? Hechos 6:2-6.
2. ¿Cómo se veía el rostro de Esteban cuando lo acusaron falsamente? Hechos 6:15.
3. ¿Qué vio Esteban cuando lo ejecutaban? Hechos 7:55-56.
Hechos 6 comienza mostrando cómo los apóstoles eran ocupados en tareas físicas, lo que les impedía cumplir a plenitud su llamado apostólico. Por eso, pidieron que la iglesia eligiera a siete hombres llenos del Espíritu Santo para encargarse de esas tareas, mientras los apóstoles se dedicaban a la oración y la predicación. Esto no significa que ellos fueran superiores a los diáconos. Es importante entender que las diferentes responsabilidades en la iglesia son todas igualmente valiosas, aunque no similares.
Por ejemplo, hace unos años, un anciano estaba preparando a un grupo de personas para el bautismo una noche en la iglesia, cuando una tubería del bautisterio se rompió y el cuarto de atrás se inundó. Llamaron rápidamente a los diáconos para sacar el agua. Uno de ellos le dijo al anciano que tomara un balde y ayudara, pero el anciano debía estudiar la Biblia con el grupo que se iba a bautizar al día siguiente. No podía hacer las dos cosas. El diácono se disgustó pensando que el anciano se creía más importante, pero no era así. Ambas labores eran igualmente importantes esa noche. El anciano no podría cumplir su deber si se ponía a sacar agua, y el trabajo del diácono era igualmente crucial para que el bautismo pudiera llevarse a cabo. Eran iguales en valor, aunque diferentes en función.
En Hechos 6 y 7 vemos que Esteban, un diácono, estaba lleno del Espíritu Santo tanto como cualquier apóstol. Más aún, se lo compara con un ángel. Mientras “servía las mesas”, también predicaba el Evangelio. Ser diácono no es un llamado menor. Después de todo, Esteban no fue martirizado por recoger la ofrenda o ajustar el termostato. Fue martirizado por predicar valientemente el Evangelio.
Cuando los fariseos se levantaron contra Esteban, le acusaron falsamente. Esteban aprovechó esa oportunidad para avanzar el reino de Dios. Comenzó su sermón encontrando un punto en común con su audiencia, usando ilustraciones e historias que ellos conocían bien. Tristemente, mientras el Espíritu Santo intentaba preparar sus corazones para recibir la verdad en Cristo Jesús, Esteban notó que estaban rechazando al Espíritu, tal como sus antepasados lo habían hecho muchas veces en el Antiguo Testamento. Esteban los amaba tanto, que se atrevió a advertirles que estaban resistiendo el poder del Espíritu Santo. Cuando lo hizo, ellos sellaron su rechazo de Jesús al dar muerte a su siervo apedreándolo.
Aun en ese momento, Esteban su situación glorificó a Dios. Como el Maestro en la cruz clamó por el perdón de quienes lo estaban matando. Era crucial para la salvación de Esteban morir con un corazón limpio, no lleno de odio y amargura.
Mientras Esteban daba su testimonio de Cristo con valor, sus ojos fueron abiertos y pudo a Jesús en el cielo intercediendo por él ante el trono del Padre.
En Apocalipsis 1:12-20 vemos a Jesús caminando entre los siete candeleros de oro, con siete estrellas en Su mano derecha. Los candeleros representan a las siete iglesias, y las estrellas a los mensajeros de esas iglesias. Las siete iglesias representan a la Iglesia de Cristo a lo largo del tiempo, y las estrellas en la mano de Jesús representan a todos Sus mensajeros a lo largo de la historia.
Todo diácono, anciano, hombre, mujer o niño que comparte valientemente el Evangelio y extiende el reino de Dios, como lo hizo Esteban, está en las manos de Jesús. Jesús se levanta por todos los que proclaman Su nombre como Salvador del mundo. En Apocalipsis 3:5, promete que confesará el nombre de cada creyente fiel ante el Padre, tal como lo hizo con Esteban. Cuando Esteban se levantó ante los hombres, Jesús se levantó por él ante el Padre. Él hará lo mismo contigo.