


Sábado, junio 15 – Salmos 18, 121
1. ¿Cuándo David compuso el Salmo 18? 2 Samuel 22:1
2. ¿De dónde viene nuestro socorro en tiempo de prueba? Salmos 121:1, 2
El Salmo 18 es una canción de alabanza y gratitud a Dios por haber librado a David de la mano de sus enemigos y de Saul. Lo encontramos también en 2 Samuel 22.
David toma tiempo para celebrar y agradecer, para hablar del poder de Dios y de su compasión.
“En mi angustia invoqué a Jehová
y clamé a mi Dios.
Él oyó mi voz desde su Templo
y mi clamor llegó hasta sus oídos.” Salmos 18:6
La prueba puede ser dura, en medio de la dificultad podemos sentirnos solos, sin esperanza; pero cuando clamamos a Dios, Él nos oye desde su Templo, desde el Trono de la Gracia, para libranos de los adversarios que son “más fuertes que nosotros”.
28 Tú encenderás mi lámpara;
Jehová, mi Dios, alumbrará mis tinieblas.
29 Contigo desbarataré ejércitos
y con mi Dios asaltaré ciudades amuralladas.
46 ¡Viva Jehová y bendita sea mi roca!
Y enaltecido sea el Dios de mi salvación,
49 Por tanto yo te confesaré entre las naciones, Jehová,
y cantaré a tu nombre. Salmos 18:28, 29, 46, 49
Así como tomamos tiempo para perseverar en la oración cuando estamos en la prueba, así también debemos tomar tiempo también para agradecer y alabar a Dios cuando llega la liberación. Así como pedimos oraciones a la iglesia y a nuestros amigos, así también debemos dar testimonio a todos cuando llega la victoria.
Dice el CBA sobre el conocido Salmo 121,
“El Sal. 121 es un hermoso cántico de fe y confianza en Dios. Es uno de los poemas bíblicos más preciados de toda la literatura hebrea. David compuso este salmo en el desierto de Parán, poco después de enterarse de la muerte de Samuel (PP 721). Cuando David comprendió que su último amigo influyente había muerto, se volvió al Señor como al único socorro que le quedaba. Este salmo ha sido una gran bendición para millares y millares de personas que, en un momento u otro, se han encontrado en circunstancias similares a las que rodeaban al salmista. CBA
“Cuando veían en derredor suyo las colinas donde los paganos solían encender antaño los fuegos de sus altares, los hijos de Israel cantaban: ‘Alzaré mis ojos a los montes. ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra’. Salmos 121:1, 2” PP 500
He escuchado múltiples hermosas canciones con las palabras de este Salmo. He escuchado a muchos en aflicción repetirlo, lo he repetido incontables veces.
Consideremos la reflexión del profesor S. Conway sobre la promesa de guardarnos,
“Nuestra idea de ser guardados y la idea de Dios pueden ser muy diferentes.
- Pensamos mucho en la conservación del cuerpo y en las circunstancias externas. Pero en comparación con el bienestar del alma, Dios considera que estas cosas no tienen importancia. Por lo tanto, Dios puede preservar el alma de un hombre cuando deja que sus asuntos externos se arruinen; por el bien de su alma esto puede ser necesario. Pero si su alma ha sido guardada, ¿no ha sido Dios fiel a su palabra?
- 2. Dios piensa en la eternidad; nosotros sólo pensamos en el presente. Si, entonces, una persona es eternamente salva, ¿el hecho de que durante un período indescriptiblemente corto en comparación con la eternidad la vida exterior estuvo llena de problemas invalida la promesa de este salmo y la demuestra falsa?
- Además, sólo vemos la superficie de las cosas; Dios mira la realidad. Hay situaciones que consideramos desastrosas que Dios permite y son realmente una bendición y cumplimiento de esta promesa.” The Pulpit Commentary, homilías de S. Conway
Alza tus ojos, tu socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra.