


Martes, junio 3 – Hechos 10, 11
1. ¿Quién era Cornelio? (Hechos 10:1)
2. ¿Cuál fue la respuesta de Pedro a la voz que le dijo: “Levántate, mata y come”? (Hechos 10:14)
3. Mencione algunas características de Bernabé. (Hechos 11:24)
Cornelio era un centurión romano, piadoso, generoso y temeroso de Dios. Aunque no judío, su fe era sincera. “Su influencia era una bendición para todos aquellos con quienes se relacionaba… oraba a Dios siempre” (HAp, 108.2). Sin embargo, aún no conocía el evangelio completo revelado en Cristo (HAp, 108.4). Por eso, Dios le envió un ángel con instrucciones precisas: buscar a Pedro en Jope (HAp, 108.5–110.1).
Mientras tanto, Pedro tuvo una visión de un lienzo lleno de animales impuros, y oyó una voz que le decía: “Levántate, Pedro, mata y come.” Su respuesta fue: “Señor, no; porque ninguna cosa común e inmunda he comido jamás.” Entonces Dios le declaró: “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.” (Hech. 10:13-15, HAp, 110.3). Esta visión no se refería a alimentos, sino a personas. Dios preparaba a Pedro para aceptar a los gentiles como parte de su pueblo.
En obediencia al Espíritu, Pedro fue a Cesarea. Allí, Cornelio, un centurión romano, ya había reunido a parientes y amigos esperando escuchar el mensaje de salvación. Pedro entendió la visión: “Ahora comprendo que Dios no hace acepción de personas” (Hech. 10:34). Mientras Pedro hablaba, el Espíritu Santo descendió sobre los oyentes, confirmando su aceptación. “¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?” (Hech. 10:47, HAp, 112.2). Así, Dios confirmó que los gentiles también eran parte de su iglesia.
Este acontecimiento fue cumplimiento de antiguas promesas: “Y andarán las naciones a tu luz…” (Isa. 60:1-3), y la promesa a Abraham de que en su simiente serían benditas todas las naciones (Gén. 12:1-4). Jesús mismo lo había anticipado: “También tengo otras ovejas que no son de este redil…” (Juan 10:16), “Y yo, si fuere levantado… a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12:32).
Dios sigue buscando hoy a hombres como Cornelio: personas buenas, respetuosas de Dios, pero que aún necesitan conocer a Jesús como Salvador. “Hay muchos hombres como Cornelio a quienes el Señor desea vincular con su obra en el mundo… Dios busca obreros fervientes y humildes… Se han de obrar milagros de genuinas conversiones…” (HAp, 113.5–113.6).
Cuando Pedro regresó a Jerusalén, fue criticado por haber entrado en casa de un gentil. Sin embargo, al explicar su visión y cómo el Espíritu Santo descendió sobre los gentiles, los creyentes judíos glorificaron a Dios: “¡También a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!” (Hech. 11:18). Fue una gran victoria: los corazones fueron moldeados por la Palabra y la obra de Dios, superando prejuicios y costumbres humanas.
Dios mostró que no era necesario que los gentiles se convirtieran primero en judíos para seguir a Jesús. El mensaje era claro: “arrepiéntanse y crean”. A su vez, los cristianos judíos debían recibir a los gentiles como hermanos, sin discriminación. Esta apertura permitió que el evangelio avanzara hacia todas las naciones, cumpliendo así la misión global encomendada por Cristo.
Finalizamos con una promesa: “La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén.” (Efesios 6:24)
¡Que tengas un día bendecido y próspero!