


Martes, junio 4 – 1 Samuel 22, 23 – Lectura adicional, Patriarcas y Profetas capítulo 64, “David fugitivo”
1. ¿Quién le contó a Saul que David había estado en Nob, con el sacerdote Ahimelec? 1 Samuel 22:9
2. ¿Por qué la verdad del asunto no le importó a Saul en relación con Ahimelec y David? 1 Samuel 22:13-16
3. ¿Qué hacia David antes de ir a la batalla? 1 Samuel 23:1,2
4. Reflexiona sobre estos verbos, ¿alguna vez has pedido a Dios que se levante y te defienda usando alguno de estos verbos?
En los capítulos de hoy encontramos a David fugitivo, huyendo de Saul quien se había extraviado del propósito de Dios y de su voluntad. Había olvidado cómo había llegado a ser rey, quién lo había sacado literalmente del heno, quien había ayudado a encontrar las asnas de su padre, de quién era el Espíritu que lo llamó. Ahora se aferra al poder, se entrega a sus celos desenfrenados y queda poseído del enemigo para cometer actos injustos y horrorosos.
Hay lecciones que podemos aprender de la experiencia de Saul, cómo es posible que alguien llamado por Dios pueda ir tan lejos cuando se desvía del camino de la fe y de la obediencia, para entregarse a sus propias pasiones. Saul se convirtió en instrumento del enemigo, se puso en contra de Jehová al punto de estar dispuesto a masacrar a sus sacerdotes, sólo guiado por las imaginaciones de su corazón. ¡Cuánto daño pueden causar los celos!
Podemos aprender de David también. El propósito de Dios tiene su tiempo, a veces nos parece que demora. El llamado de Dios nos convierte en blanco del enemigo. Puede tocarnos huir, podemos enfrentar la adversidad, pero debemos esperar con paciencia. En la espera no debemos perder el rumbo, debemos tener claro de quién es la batalla, consultar siempre a Jehová, tener claro que, aunque parezca lo contrario, el enemigo no es Saul. La batalla no es contra el rey de Israel, la batalla es contra los enemigos del pueblo de Dios. De Saul se encargará Jehová, ese es su trabajo, no el de David.
“La disciplina del sufrimiento fue eficaz aun en la vida de Jesús. El Capitán de nuestra salvación fue perfeccionado “por aflicciones” (Heb. 2: 10). David, al volver para estar en medio de todos los que tenían dificultades en Judá, debía comportarse de manera que diera ánimo a todos los que lo rodeaban. Hoy en día Dios anhela demostrar la lealtad de sus hijos en toda suerte de ambientes; no desea que se retiren cuando las circunstancias se hacen difíciles. Quiere que sus seguidores demuestren la belleza de la religión cristiana y revelen su inmensa superioridad sobre el servicio del yo y de Satanás.” CBA, 1 Samuel 22:5
En forma hermosa comenta un pastor y predicador inglés, “Estos son el tipo de hombres que vinieron a David: afligidos, quebrados, insatisfechos. Estos son el tipo de personas que vienen a Cristo y estas son las únicas personas que vienen a él, porque han reconocido su propia aflicción, su deuda y su insolvencia, y son conscientes de que están completamente descontentos. Las simples presiones de estas frustraciones los guían al refugio de la sangre de Cristo que fue derramada por ellos”. Alan Redpath
Es muy triste la condición de quien se convierte en el enemigo del plan de Dios y de sus escogidos. En su afán de perseguir a David, Saul se rodeó de los de su propia tribu y apeló a su sentido de preservación tribal, causando división en el pueblo de Dios, “ellos contra nosotros”, para su propio beneficio. Quien actúa de esta manera, actúa a favor del enemigo y en contra del plan de Dios.
Nos conceda Jehová mantener nuestra mente clara, nuestro rumbo cierto, nos dirija siempre para pelear sus batallas y nos las nuestras, a participar de la unidad de su pueblo en su plan.
Que tengas un día muy bendecido.