


Miércoles, marzo 26 – Zacarías 7, 8 – Lectura adicional, Profetas y Reyes paginas 519-520
1. ¿Qué pregunta hace Jehová sobre las convocaciones al ayuno? Zacarias 7:5
2. Zacarias 7 :12 habla de dureza del corazón, ¿cuál debiera ser mi respuesta al llamado de Dios?
3. ¿Qué promesa hizo Dios en Zacarias 8:3?
4. ¿Cómo debería de disfrutar el pueblo de Dios del ayuno? Zacarias 8:19
Zacarías fue uno de los profetas posteriores al exilio de Judá en Babilonia. Era hijo de Berequías y su nombre significa “el Señor ha recordado” (1:1). Este mensajero de Dios ministró a la nación pocos años después de que muchos judíos regresaran a Jerusalén al cumplirse los setenta años de cautiverio. Además, inició su labor muy poco tiempo después de las profecías de Hageo.
El profeta Zacarías fue miembro de la tribu de Leví y sirvió en Jerusalén como sacerdote y profeta (Neh 12:16). Su abuelo Iddo es mencionado como uno de los líderes de los sacerdotes que viajaron con Zorobabel desde Babilonia a Jerusalén (Neh 12:4; Esd 5:1; Zac 1:1, 7).
Zacarías y Hageo sirvieron juntos a Dios para sacudir el letargo en la comunidad de los repatriados. Mientras Hageo desafió al pueblo a restaurar el templo, Zacarías llamó a la nación al arrepentimiento y a la renovación espiritual. Su responsabilidad fue relevante porque buscó preparar a Judá para una adoración y un servicio apropiados en el santuario. El objetivo era que la nación estuviera lista espiritualmente en anticipo a la reconstrucción del templo.
En Zacarias 7:3 el Profeta pregunta, “¿lloraremos?” Este ayuno al que se refiere Zacarias era un recordativo de la destrucción de Jerusalén por parte de Nabucodonosor en el año 586 a. C. Sin embargo, este ayuno se había convertido en una tradición, en una invención humana carente de conexión spiritual. No respondía a una orden divina, no correspondía a al arrepentimiento de los pecados que habían causado la destrucción de Jerusalén. Hoy no somos inmunes a las tradiciones que se convierten en estorbo y no permiten el avance de la misión, como sucedió en aquellos días.
En el versículo 9 Dios se presenta con su autoridad y hace un llamado a la verdad, a la misericordia y la piedad, cada uno con su hermano. Les amonesta a regresar al camino de la rectitud y la moral. Este llamado se extiende a nosotros, la Iglesia Dios.
El Profeta compara el corazón de aquellos hombres con el diamante. El diamante es conocido por su dureza capaz de marcar y cortar el cristal. “Pusieron su corazón como diamante para no oír la ley de Dios.” “La ley” en este relato se refiere a su Palabra.
La desobediencia y la apostasía resultaron en el cautiverio babilónico. La tierra deseable se convirtió en tierra de caos y violencia, aun hasta nuestros días.
El capítulo 8 comienza dándole la seguridad al pueblo de que Dios estaba con ellos. El hecho de que la restauración de la ciudad y del templo estaban en marcha indicaba que Dios estaba con ellos. En los tiempos en los que vivimos, nunca dudes, nunca pienses que estas solo. El Dios que cuidó de su pueblo en el pasado tambien cuidara de nosotros,
El versículo 7 tiene la promesa, “yo salvo a mi pueblo”. Me siento cobijado con esta declaración. Dios salva a su pueblo disperso en la tierra del cual tu y yo somos parte.
En el ayuno del cual hace mención, no deberían recordar calamidades previas, sino que debían ser momentos de gozo. Debian tomar la dirección divina a través de las pruebas como evidencia del amor y protección de un Dios que no abandona a su pueblo.
Dios permita que la lectura de la Biblia, especialmente de estos dos capítulos, nos de la seguridad de un Dios celoso, amante y comprometido en proteger y restaurar nuestras vidas.