


Domingo, marzo 31 – Números 22, 23 – Lectura adicional, Patriarcas y Profetas, Capítulo 40, “Balaam”
1. ¿Por qué Balac, rey de Moab, se preocupó por la llegada del pueblo de Israel a sus inmediaciones? Números 22:1-3
2. ¿A quiénes recurrió Balac en busca de ayuda? Números 22:4
3. ¿Quiénes acompañaron a los ancianos de Moab para pedir a Balaam que les ayudase? Números 22:7
4. ¿Qué advertencia le dio Dios a Balaam? Números 22:12
1. 9. ¿Por qué el asna se apartó del camino, y luego se pegó a una pared junto a la viña? Números 22:23-27
2. 11. ¿De qué forma extraordinaria amonestó Jehová al terco profeta? Números 22:31
Una de las historias bíblicas más conocidas es la del profeta Balaam a quien su asna le habló. Siempre se ha tomado a los asnos como ejemplo de tozudez o brutalidad. Antiguamente, cuando un niño no aprendía su asignación en la escuela, el castigo que se le aplicaba era colocarle en la cabeza un gorro indicando que él era el “burro” del aula. Nada es más lejos de la realidad. Estudios científicos indican que los burros, o asnos, son animales muy inteligentes, y superan a los caballos en su capacidad de recordar. Recuerdo cuando en mi adolescencia estuve en las agrestes montañas de la Sierra Maestra, en Cuba, tuve que transitar por senderos muy estrechos subiendo aquellas empinadas cuestas al borde de profundos precipicios. En una ocasión me acompañaba un experimentado jinete en su caballo cuando su cabalgadura puso una pata en la orilla del acantilado y vi con asombro a caballo y jinete rodar cuesta abajo; afortunadamente, salvó la vida. Yo, por mi parte, iba a lomo de una mula. Los lugareños aseguraban que eran más inteligentes para transitar por esos sinuosos senderos peligrosos. No es de extrañar que Dios usara a una de estas nobles bestias para amonestar el terco profeta.