Preguntas de estudio:

1- ¿Con quiénes quiso Dios poner a prueba a Israel? Jueces 3.1,3

2- ¿Cuál era el propósito de Dios al poner a prueba a su pueblo? Jueces 3.4

3- ¿Cuál fue la respuesta de los hijos de Israel ante estas pruebas y que resultados experimentaron? Jueces 3. 6,7,8; 4.1,2

4. ¿Cuál es la importancia del liderazgo en la iglesia?

Comentario y reflexión:

Una lectura de esta historia nos revela la manera sorprendente en que Dios obra para rescatarnos del pecado y a su vez lo riesgoso que es conformarnos con una victoria parcial. Frecuentemente tendemos a poner objeciones en nuestra vida cristiana, así como las que encontramos en Josué 13:13; 15.63; 16.10; 17.12. En estos versículos, se observa siempre hay un ‘pero’ que nos informa acerca de aquellas naciones que simplemente no fueron expulsadas. A pesar de esta realidad Dios tenía un plan que les permitiría crecer en fidelidad y dependencia de Él.

Los hijos de Israel fueron rebeldes e indiferentes tanto a Dios como a su Palabra y como consecuencia sus corazones fueron conquistados por los dioses de sus enemigos. Cuando se alejaron de Dios, nos dice el Salmo 106.34-42 que, sirvieron a los dioses de aquellas naciones destruyendo tanto sus vidas como la de sus hijos e hijas y que como consecuencia vino sobre ellos la ira de Dios.

La narrativa del capítulo tres y cuatro nos presenta los años de esclavitud y de sin sabores que los israelitas tuvieron que sufrir como consecuencia de sus malas acciones. Pero Dios los enseñó a obedecer de una manera extraña cuando fortaleció a Eglón, rey de Moab (3.12). A pesar de ello, nunca los abandonó, sino que también les levantó de entre ellos a libertadores como Aod y Samgar (3.15,31). No obstante, ellos volvieron a hacer lo malo y Dios los entregó en manos de Jabín rey de Canaán y Sisara que era el capitán de su ejército. En esta ocasión tampoco los abandonó, sino que levantó Dios a Débora y a Barac para liberarlos de la opresión. Leemos lo siguiente en el Salmo 83.9, “Hazles como a Madián, como a Sisara, como a Jabín en el arroyo de Cisón, que perecieron en Endor: fueron convertidos en estiércol para la tierra”. En este ruego el salmista le pide a Dios que destruya a sus enemigos de la misma manera que lo había hecho en el pasado haciendo referencia al capítulo cuatro de Jueces.

Hoy tomate un tiempo para agradecer a Dios por las innumerables veces que él ha tenido de ti misericordia. Deja que Dios use lo que tienes a la mano, así como lo hizo con Samgar. Decide como Débora y Barac hacer la obra de Dios en equipo. Ama a Dios, obedécelo y avanza a solas con El aun cuando otros retrocedan. Dios lo hizo en el pasado con ellos y está dispuesto a hacerlo con nosotros hoy.

Que seas muy bendecido por El en este día.