Preguntas de estudio:
1. ¿Qué crees que piensa Dios sobre las formas falsas de adoración? Lev. 19:4
2. ¿Puede nuestra forma de adoración ser inaceptable para Dios? Mateo 15:8
3. ¿Cómo podemos permitir que Jesús reine en nuestras vidas? Juan 15:8-10
Los relatos de los capÃtulos 17 y 18 de Jueces están llenos de ironÃas, comedia, justicia poética e injusticia. Es el material del que están hechas las pelÃculas hoy en dÃa. Un hijo roba dinero de su propia madre, solo para descubrir que ella ha maldecido al ladrón. Luego confiesa y devuelve el dinero; ella lo perdona y revela su promesa al Señor. Pero los fondos se utilizan luego en el establecimiento de una adoración falsa, que se suponÃa que era aceptada por el Dios del cielo. Sacerdotes son dedicados para liderar en la adoración de Ãdolos, y un levita no calificado es eventualmente contratado como sacerdote. Pero el levita traiciona a su empleador por un trato “mejor”; se une a un ejército de danitas que lo convencen de ser su sacerdote; conquistan una tribu indefensa, queman su ciudad y toman su tierra.
Personas que se suponÃa que eran seguidoras de Dios lo estaban adorando a Él a su manera. Estaban simplemente “haciendo lo suyo”. Y lo que es evidente es que su propia manera de adorar, haciendo lo que sentÃan que era correcto, no condujo a buenos resultados.
Hay una observación interesante del autor de Jueces que se repite en ambos capÃtulos: “En aquellos dÃas no habÃa rey en Israel; cada uno hacÃa lo que parecÃa recto ante sus propios ojos” (Jueces 17:6 NVI). “En aquellos dÃas no habÃa rey en Israel” (Jueces 18:1 NVI). Sin un gobernante, sin un rey, nadie tenÃa que responder por sus acciones. La pregunta para nosotros es, ¿hay un Rey en el Israel espiritual hoy? ¿Hay un Rey en tu vida hoy? Otro punto interesante es que, cuando los reyes finalmente gobernaron en Israel (en tiempos del Antiguo Testamento), llevaron al pueblo a la misma adoración falsa que encontramos en nuestra lectura, y el resultado tampoco fue bueno. Pero el Antiguo Testamento proporciona una visión de un nuevo Rey, llamado “el Ungido”, “el MesÃas” en hebreo. Jesús de Nazaret cumplió las promesas del Antiguo Testamento sobre un Rey perfecto. Y siempre que los creyentes siguen el SeñorÃo de Jesús, Él está ejerciendo su función legitima de Rey. ¿Hay un Rey en nuestras vidas hoy? ¿Estamos siguiendo el SeñorÃo de Jesucristo? ¿O estamos practicando una religión “a mi manera” que encontramos en nuestra lectura de hoy? Si es asÃ, el resultado siempre será el mismo.
Mi oración es que permitas que Jesús sea el Rey de tu vida permitiéndole reinar supremo. Oro que lo permitas que te guÃe en todo lo que haces, para que tanto el resultado de hoy como el final sean favorables. “Al Rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (1 Timoteo 1:17 NVI)