


Jueves, octubre 24 – 1 Reyes 16, 2 Crónicas 17 – Lectura adicional, Profetas y Reyes, capítulo 8, “La Apostasía Nacional”
Study Questions:
1. ¿Cuáles fueron las razones principales del juicio de Dios contra el rey Baasa, y en qué se parecían sus acciones a las de Jeroboam, el rey al que derrocó? (1 Reyes 16:1-7)
2. ¿Cómo influenció el liderazgo de Josafat, particularmente sus reformas y esfuerzos por enseñar la ley de Dios al pueblo, a crear un avivamiento espiritual y fortalecer el reino? (2 Crónicas 17:3-9)
Commentary and Reflection:
Los capítulos de hoy destacan el contraste entre la inestabilidad del reino de Israel bajo sus reyes rebeldes y la estabilidad de Judá bajo líderes fieles como Josafat y su padre, Asa.
En 1 Reyes 16 observamos cómo el reino del norte, Israel, cayó en la inestabilidad tras el liderazgo desobediente de Jeroboam. Baasa, al igual que Jeroboam, se entregó a la idolatría y alejó al pueblo de Dios. Aunque Baasa llegó al poder derrocando la dinastía de Jeroboam, irónicamente repitió los mismos pecados. Su incapacidad para regresar Israel a Dios trajo el mismo juicio que cayó sobre Jeroboam: la profecía de que su casa sería destruida (1 Reyes 16:1-7). La frase que repite como estribillo, “anduvo en los caminos de Jeroboam,” muestra la idolatría arraigada que definía a los reyes de Israel. La apostasía de Jeroboam, que introdujo el culto falso a través de “lugares altos” y becerros de oro, estableció un patrón de rebelión que continuó a través de reyes posteriores como Baasa.
Mientras Asa, rey de Judá, reinaba por 41 años, el reino del norte, Israel, experimentó una rápida sucesión de reyes de diferentes dinastías, cada uno marcado por traiciones y pecados. Durante el reinado de Asa, Israel tuvo siete reyes, muchos de los cuales llegaron al poder mediante asesinatos o conspiraciones (Jeroboam, Nadab, Baasa, Elá, Zimri, Tibni, Omri). Después de una guerra civil, el caos alcanzó su punto máximo cuando Omri estableció su reinado y construyó Samaria (1 Reyes 16:24), que se convertiría en la capital y centro de la adoración a Baal en Israel.
El relato de Omri también es significativo históricamente porque nombró la ciudad de Samaria en honor a Semer, su dueño original (1 Reyes 16:24). Esta ciudad más tarde se convirtió en el centro religioso y político de Israel. El hijo de Omri, Acab, corrompió aún más a Israel al casarse con Jezabel y promover la adoración a Baal, el dios de la tormenta y la fertilidad (1 Reyes 16:31-32). Esta introducción del culto a Baal en Israel consolidó la decadencia espiritual de la nación.
Otro evento significativo durante el reinado de Acab fue la reconstrucción de Jericó por Hiel de Betel. Este acto trajo sobre él la maldición pronunciada por Josué cuando Jericó fue destruida por Israel 500 años antes (Josué 6:26). Hiel perdió a su hijo mayor, Abiram, y a su hijo menor, Segub, como resultado de la reconstrucción de los muros de Jericó (1 Reyes 16:34). El Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día sugiere que esto podría indicar una ofrenda ritual de sacrificios humanos, un reflejo brutal de las prácticas idólatras de la época.
En contraste, 2 Crónicas 17 describe el comienzo del reino de Josafat, el rey justo de Judá. Se alaba a Josafat por seguir los caminos de David y buscar fortalecer la relación de Judá con Dios (2 Crónicas 17:3-4). Tomó acciones deliberadas para combatir la idolatría. Una de sus mayores contribuciones fue la reforma educativa que hizo. Josafat envió levitas y sacerdotes por todo Judá para enseñar la ley de Dios al pueblo (2 Crónicas 17:7-9). Esta iniciativa fomentó un avivamiento espiritual y fortaleció a la nación tanto espiritual como políticamente.
El liderazgo de Josafat tuvo un profundo impacto en Judá. La Biblia señala que “el temor de Jehová cayó sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá” (2 Crónicas 17:10). El resultado fue paz, prosperidad y seguridad, ya que las naciones vecinas reconocieron el favor de Dios sobre Judá. Las reformas de Josafat no fueron superficiales; estaban dirigidas al corazón del pueblo, animándolos a vivir conforme a los mandamientos de Dios.
En conclusión, Baasa y sus sucesores llevaron a Israel al caos y a la idolatría, mientras que la fidelidad de Josafat trajo estabilidad, paz y avivamiento a Judá. Como cristianos, se nos recuerda que el liderazgo fiel, arraigado en la Palabra de Dios, trae bendiciones tanto al individuo como al pueblo.
Que, como Josafat, procuremos la estabilidad y la paz que provienen de la obediencia a la Palabra de Dios.