


Viernes, septiembre 20 – Proverbios 9, 10
1. ¿Con qué figura retórica aconseja Salomón a los jóvenes a cuidad la ley? Proverbios 7:2
2. Lee cuidadosamente Proverbios 7:6-23. Analiza los peligrosos pasos que lleva al joven a enredarse en una situación pecaminosa de fornicación y adulterio que lo separa de Dios. ¿Qué precaución debe tomar?
3. ¿Cómo compara Salomón al joven desprevenido que cae en la trampa de la mujer impía? Proverbios 7:22, 23
4. ¿En cuántos lugares podría escucharse el clamor de la sabiduría? Proverbios 8:1-3
5. ¿A quiénes beneficia la sabiduría? Proverbios 8:9
Comentario y reflexión:
En los primeros versículos de Proverbios 9 la casa es una figura poética que personifica la Sabiduría y la como representa un lugar en cuyas puertas espera el buscador hambriento de la verdad. Se aconseja a que no hagamos conjeturas en cuanto a lo que representan cada una de las columnas.
Es muy llamativa la metáfora del banquete o fiesta preparada por la Sabiduría. El llamado es hecho a los simples o inexpertos. Sólo los que reconocen su falta de entendimiento, responden a la invitación. Los demás declinan por la confianza de su supuesta superioridad. Les dice, “dejen de ser imprudentes y vivirán; condúzcanse como gente inteligente.”
Dice Salomón que debemos evitar corregir al insolente y malvado porque lo único que podemos recibir es insulto, ofensa y odio. Por el contrario, cuando aconsejamos al sabio, lo aceptará positivamente y aumentará su saber.
El verso 10 es una verdad lapidaria que nunca debemos olvidar, “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.” La sabiduría y la inteligencia son dones de Dios y cada una apunta a un objetivo diferente. Una diferencia entre ambas es que los inteligentes son conscientes de sus habilidades y confían en ellas para alcanzar sus metas y ambicionar más. El sabio es consciente de sus debilidades y se mantiene humilde e “ingenuo” para dejarse sorprender y no perder la curiosidad. Con el temor de Jehová ambas operan balanceadamente.
Continúa diciendo el sabio que “la necedad es como mujer chismosa. La palabra hebrea para chismosa se traduce como “ligera” en otros proverbios. Sus sinónimos serían “tonta e ignorante”. Sin escrúpulos, se sienta en una silla, en la puerta de su casa, en la parte elevada de la ciudad, para llamar a los caminantes jóvenes que van por buen camino; para seducir a los inexpertos para que cometan adulterio o fornicación con ella. Aquí se describe a la ramera profesional. Su oferta está en contraste con la invitación que hace la Sabiduría a los jóvenes inexpertos (vv.1-6). El ofrecimiento no podía ser más tentador: “El agua robada es más sabrosa; el pan comido a escondidas sabe mejor.” (vv. 16, 17)
El pecado, de entrada, puede parecer agradable y dulce, pero termina siendo muy desagradable y amargo en sus consecuencias físicas, emocionales y espirituales. La necedad tiene muchas semejanzas con la mujer adúltera del capítulo 5. En fin, para evitar caer en la telaraña del pecado, debemos pedir a Dios nos llene de su sabiduría.
Como muy acertadamente lo indica la Sra. White en la obra “Ser Semejantes a Jesús”:
“La verdadera sabiduría es un tesoro tan duradero como la eternidad. Muchos de los que el mundo llama sabios sólo lo son en su propia estima. Contentos con la adquisición de la sabiduría mundana, nunca entran en el huerto de Dios para familiarizarse con los tesoros del conocimiento encerrados en su santa Palabra. Haciéndose sabios, son ignorantes de la sabiduría que todos debemos tener para ganar la vida eterna. Albergan desprecio por el Libro de Dios, el que si fuera estudiado y obedecido los haría realmente sabios.” (S.S.J, 98)
Proverbios 10 inicia la segunda sección del libro, que termina en el capítulo 22:16. Es una colección de breves dichos de Salomón de gran valor práctico que son independientes unos de otros. En los libros poéticos y de sabiduría se observa el estilo literario del paralelismo, o repetición de la misma idea, propio del lenguaje hebreo.
En los primeros capítulos (1-9), existe una mayor organización temática con énfasis en el “temor de Jehová”. Esto nos prepara para analizar las breves sentencias que muestran el contraste entre el sabio y el necio, el justo y el impío, el perezoso y el diligente.
Ya en su conclusión, Salomón declara que Dios protege a los que hacen bien, pero destruye a los que hacen mal. Dios traza el camino para que el hombre justo lo siga.
De la lectura de estos dos capítulos podemos extraer una cantera de lecciones para nuestro crecimiento espiritual. Pidamos a Dios que podamos encarnar estas virtudes que el sabio nos aconseja adquirir. Que la sabiduría divina nos acompañe en nuestro peregrinaje espiritual. Bendiciones para todos.