


Jueves, noviembre 28 – 2 Reyes 17, Isaías 13
1. ¿A qué lugares llevó el rey de Asiria a los cautivos de Israel? (2 Reyes 17:6).
2. ¿Qué se dice de los actos de apostasía de los hijos de Israel? (2 Reyes 17:7-12).
3. ¿A qué dos ciudades malvadas del pasado se compara a Babilonia? (Isaías 13:19).
4. ¿Podría ser reedificada y habitada nuevamente Babilonia? (Isaías 13:20-22).
Comentario y reflexión:
En este capítulo se registra el reinado del malvado rey Oseas. Aunque tenía el mismo nombre de un profeta, este rey de Israel era, por lo contrario, un idólatra y rebelde a la voluntad de Dios. Como resultado de su maldad fue invadido por las fuerzas del rey asirio Salmanazar. Al enterarse del secreto plan de Oseas de pedir ayuda a So, rey de Egipto, Salmanazar somete a cautividad al pueblo de Samaria, capital del reino de Israel. Todo esto deriva en el desplazamiento de miles de extranjeros paganos a Samaria creando al fin una raza mixta que caracterizó a los samaritanos aún hasta el tiempo de Jesús. Con todo, a pesar de haberse apartado de Dios, los habitantes de Samaria fueron protegidos por el Señor, pues envió a los invasores una plaga de leones. De todas formas, Israel se paganizó absorbiendo las distintas religiones traídas por importación. ¡Qué triste historia de un pueblo que tuvo el privilegio de servir al Dios vivo y se apartó de él para seguir a falsos dioses!
Cada vez que nos vengan desastres, nunca será porque Dios los envía, sino porque nosotros le hemos abandonado. El Señor permite esas calamidades después de habernos alejado de él con el fin de hacernos recapacitar. Cuando andamos en los caminos de Dios, Él siempre nos protegerá. No quiere decir que no nos ocurran cosas desagradables, pues vivimos en este mundo pecaminoso, pero la protección divina estará sobre nosotros para librarnos.
El capítulo 13 de Isaías profeta nos ubica unos 100 años antes del apogeo y la popularidad de la ciudad de Babilonia. El nuevo imperio babilónico restaurado por Nabopolazar en el 605 a.C. conquistó el reino de Judá. Ya el reino de Israel había sucumbido a manos de los asirios, y ahora, Judá, que también se había apartado de los mandamientos de Dios, cae en el cautiverio por Babilonia.
Pero Isaías 13 dice un siglo antes que ese poderoso reino de Babilonia al fin y al cabo caería bajo el poder de los Medo-Persas, cosa que sucedió en el 539 a.C. Ahora, situémonos alrededor de 720 años antes de Cristo. Aunque Dios reveló de antemano el poder babilónico sobre Judá, al fin y al cabo, esta gran potencia también habría de sucumbir.
Cuando Saddam Hussein intentó levantar las ruinas de Babilonia, cercanas a Baghdad, con el fin de retornar la gloria del viejo imperio, mandó acuñar una moneda en la cual aparecía el perfil de Nabucodonosor y el suyo propio; él sería un nuevo “Nabucodonosor”. Sin embargo, los sueños de este tirano se esfumaron; nunca logró la restauración de la vieja ciudad. ¡Cuán poco sabía él que lejos de sentarse en su trono babilónico, sería colgado de una horca en pago de todas las atrocidades que había cometido con su propio pueblo! La Palabra de Dios dice categóricamente que Babilonia “no será habitada”. ¡Ay del que intente ir contra el presagio divino!
Isaías 13:22 nos asegura que el día de la destrucción estaba “cercano a llegar”. En efecto, la ciudad fue totalmente destruida por Senaquerib en el año 689 a.C., cuando Isaías aún vivía, y aunque no lo vio físicamente, supo que su profecía se cumplió. Sin embargo, la ciudad fue reconstruida y llegó a tener un esplendor superior bajo Nabopolazar y más tarde, Nabucodonosor, quien la hermoseó con sus jardines colgantes, que llegaron a ser considerados como una de las siete grandes maravillas del mundo antiguo.
Pero Dios tenía un plan al permitir el momentáneo restablecimiento de Babilonia. Los judíos debían ser llevados cautivos a esa ciudad para al fin ser curados del mal de la idolatría. Además, faltaba todavía el importante ministerio profético de Daniel que se extendería hasta el final de los días, incluyendo la explicación sin precedentes del Santuario Celestial y el ministerio del Mesías como Cordero y Sacerdote. Al fin, en el 539 a.C., Babilonia cayó bajo el poder de Ciro, de los Medo-persas, más tarde acabó de ser demolida bajo Alejandro el Magno, y parte de sus formidables piedras sirvieron en la construcción de la ciudad de Seleucia, junto al río Tigris. Hoy todavía se puede escuchar la sentencia sobre las desoladas ruinas de la que llegó a ser la más hermosa ciudad del pasado: “¡Babilonia nunca más será habitada!”
Que tengas un día muy bendecido.