


Domingo, 22 de diciembre – Isaías 41, 42
1. ¿Quiénes son los siervos a los que Isaías se refiere en Isaías 41 y 42? (Isa. 41:8; 42:1)
2. ¿Qué promete Dios hacer por Su pueblo en tiempos de angustia? (Isa. 41:10)
3. ¿Qué requiere Dios de nosotros en los tiempos en que vivimos? (Lucas 4:18-19; Mateo 25:34-36)
Comentario y reflexión:
Isaías vivió en un mundo lleno de problemas, y Dios lo usó para llevar mensajes de esperanza a Su pueblo. A través de Isaías, Dios asegura a Su pueblo que Él tiene el control de la historia de este mundo y que los ha escogido, al igual que a nosotros, para ser Sus siervos:
“Pero tú, Israel, siervo mío eres tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo” (Isa. 41:8 RV60).
Por esta razón, Dios les dice:
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isa. 41:10 RV60).
Cuando nos sentimos inseguros por los acontecimientos de este mundo, es fundamental recordar quiénes somos y, más importante aún, “de quién somos.” Somos siervos de Dios, y no necesitamos temer porque Él está con nosotros.
Además, tenemos el privilegio de ser siervos de Su verdadero Siervo, Cristo mismo. Isaías proclama:
“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones” (Isa. 42:1 RV60).
Isaías 42:1 alude claramente a Jesús, el Verdadero Siervo de Dios. Jesús es “el Siervo de Dios”, y nosotros también somos “siervos” de Dios. Esto significa que somos siervos tanto de Dios el Padre como de Jesús, Su Verdadero Siervo.
Jesús mismo describe Su misión en Lucas 4:18-19, donde dice:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (RV60).
Aunque enfrentamos muchos desafíos en nuestro mundo hoy, no debemos temer. “El Siervo del Señor” sigue trabajando, y nosotros tenemos el privilegio de colaborar con Él en Su obra. Podemos llevar las buenas nuevas de salvación, un mensaje de sanidad, y libertad a aquellos que son cautivos del enemigo.
Dios nos da la oportunidad de ayudar a abrir los ojos de quienes están cegados por las ilusiones del enemigo. Por lo tanto, no temamos, sino recordemos que somos siervos de Dios, llamados a trabajar para cumplir Su propósito y terminar Su obra.