


Viernes, enero 31 – Jeremías 36, 37
1. ¿Qué orden le dio Dios a Jeremías en el 4to año del Joacím? (Jeremías 36:1-3).
2. ¿Además de escribir, qué orden le dio el profeta a su amanuense? (Jeremías 36:5-7).
3. Al siguiente año, ¿qué ordenó el rey Joacím como un aparente acto de contrición? (Jeremías 36:9).
4. Por temor a las represalias del rey, ¿qué consejo dieron a Jeremías y Baruc los príncipes de Judá? (Jeremías 36:19).
5. ¿Cómo reveló Joacím su verdadero carácter al escuchar la lectura del libro de Jeremías? (Jeremías 36:22, 23).
El resumen del capítulo 36 de Jeremías registra la orden del profeta a su secretario y amanuense Baruc que escribiera su profecía y la leyera ante el pueblo. Algunos líderes, preocupados por el mensaje de Dios, se reunieron y pidieron a Baruc que trajese el libro con la profecía de Jeremías. Cuando la escucharon se espantaron y preocupándose por la vida de Jeremías y Baruc, le aconsejaron que se escondieran para salvar sus vidas. Cuando trajeron el libro ante el rey Joacím, hombre de carácter muy distinto a su padre, Josías, furioso, lo rompe y echa al fuego. El profeta denunció el imprudente proceder del rey y recibió la orden de Dios de volver a escribir el mensaje por medio de Baruc.
En el capítulo 37 se relata que en lugar de Conías, hijo de Joaquín, subió al trono de Judá su tío y hermano del rey, Sedequías, hijo de Josías a quien el rey de Babilonia, Nabucodonosor, puso por rey sobre toda la tierra de Judá. Sedequías actúa diferente a su antecesor Joacím y pide a Jeremías que ruegue a Dios por el pueblo. Sin embargo, no por eso fue fiel a Dios ni le obedeció. Fue en ese tiempo que el Faraón de Egipto llegó con su ejército e hizo que los caldeos levantaran su sitio de Jerusalén, pero Jeremías profetiza que los caldeos regresarían y al fin vencerían.
Al intentar Jeremías viajar a tierra de Benjamín es detenido y acusado de traición y de planear reunirse con la gente de Babilonia; es golpeado y encarcelado. En su favor interviene el rey. Secretamente,le pregunta al profeta si tenía algún mensaje de Dios para él. El profeta le dice que sí, que sería el rey aprisionado por los babilonios. Aunque entristecido, el rey dio cierta libertad a Jeremías, permitiéndole estar en el patio de la cárcel y que se le diera una cuota de alimento más generosa: una torta de pan al día.
Debe entenderse que ese era un tiempo de hambruna y escases y de constante temor. Tocó al profeta Jeremías una peligrosa misión, rodeado de enemigos invasores y enemigos de entre su propio pueblo. Tuvo el valor de denunciar los pecados de Judá que causarían su propia desgracia. Como comprobaremos más tarde, cuando estudiemos el libro de Daniel, que este leyó el libro del profeta Jeremías al comienzo de su capítulo 9 y pudo ver la causa real de la desgracia del cautiverio que por 70 años habían sufrido. Todo fue el resultado del abandono del pueblo, de su Dios y de su ley. Esto también puede sucedernos a nosotros. Nuestra única garantía frente al tiempo del fin consistirá en la fe y la obediencia a nuestro Dios.
“Con lágrimas, rogó Jeremías a Sedequías que se salvase a sí mismo y a su pueblo. Con espíritu angustiado, le aseguró que a menos que escuchase el consejo de Dios, no escaparía con la vida, y todos sus bienes caerían en manos de los babilonios. Pero el rey se había encaminado erróneamente, y no quería retroceder. Decidió seguir el consejo de los falsos profetas y de los hombres a quienes despreciaba en realidad, y que ridiculizaban su debilidad al ceder con tanta facilidad a sus deseos. Sacrificó la noble libertad de su virilidad, y se transformó en abyecto esclavo de la opinión pública. Aunque no tenía el propósito fijo de hacer lo malo, carecía de resolución para declararse firmemente por lo recto. Aunque convencido del valor que tenía el consejo dado por Jeremías, no tenía energía moral para obedecer; y como consecuencia siguió avanzando en la mala dirección”. Profetas y Reyes, 337.
Las cosas registradas en la historia de Israel son una amonestación para nosotros hoy al final del tiempo. Si una lección debemos aprender es que la única forma de salir victoriosos en medio de las pruebas es mediante una firme confianza en Dios y una resuelta obediencia a sus mandatos. Puede ser que la lógica humana parezca indicarnos otra cosa, sin embargo, hemos se seguir adelante en medio de la niebla y la incertidumbre en nuestra resolución de obedecer, aunque no veamos de momento los resultados favorables. El Cielo desea ver en esta tierra un pueblo capaz de hacer esto.
¡Les deseo muchas bendiciones mientras aplicamos estas sabias lecciones!