


Domingo, febrero 16 – Ezequiel 2, 3
1. ¿Cómo nos desafía el mandato de Dios a Ezequiel de hablar sin temor al compartir nuestra fe? (Ezequiel 2:1-7)
2. ¿Qué nos enseña el acto de comer el rollo sobre el gozo de interiorizar la Palabra de Dios? ¿Cómo nos prepara esto para ministrar? (Ezequiel 2:8–3:3)
3. ¿Qué significa ser un atalaya en el mundo actual? ¿Cómo podemos cumplir con este llamado? (Ezequiel 3:16-21)
Temas clave en la lectura de hoy:
1. El llamado a hablar las palabras de Dios (Ezequiel 2:1-7): Dios llama a Ezequiel a ser Su profeta y lo envía a un pueblo rebelde. A pesar de su rebeldía, Ezequiel recibe el mandato de proclamar la palabra de Dios sin temor. Este pasaje nos recuerda que Dios capacita a Sus mensajeros para anunciar Su verdad, sin importar la oposición. Elena de White escribe: “Dios llama a hombres como Elías, Natán y Juan el Bautista, hombres que darán su mensaje con fidelidad, sean cuales fueren las consecuencias; hombres que dirán la verdad con valor, aun cuando ello exija el sacrificio de todo lo que tienen.” (PR 104).
2. Comer el rollo significa interiorizar el mensaje de Dios (Ezequiel 2:8–3:3): Dios ordena a Ezequiel que coma el rollo con Su Palabra. Al hacerlo, Ezequiel encuentra que es dulce como la miel, simbolizando el deleite y la satisfacción de aceptar la Palabra de Dios. Esta dulzura refleja el gozo de conocer y recibir la verdad divina, aun cuando el mensaje contenga advertencias serias. “Por una fe sencilla y serena el alma se mantiene en comunión con Dios, y recoge los rayos de la luz divina para fortalecerse y sostenerse en la lucha contra Satanás. Dios es el castillo de nuestra fortaleza.” (CC 99)
3. La misión del atalaya (Ezequiel 3:16-21): Dios nombra a Ezequiel como atalaya de Israel, encargado de advertir al pueblo sobre su pecado. Esta responsabilidad es grande; si no transmite la advertencia, será considerado responsable. El llamado de un atalaya nos recuerda la urgencia e importancia de proclamar la verdad de Dios. Elena de White señala: “Elegidos por Dios, sellados por la sangre de la consagración, han de salvar a hombres y mujeres de la destrucción inminente. Con fidelidad han de advertir a sus semejantes del seguro resultado de la transgresión, y salvaguardar fielmente los intereses de la iglesia.” (OE 15)
Ezequiel 2 presenta la imagen de un siervo de Dios que, aunque renuente, es fiel a su llamado. Es enviado a un pueblo rebelde y obstinado, pero Dios lo alienta: “No les tengas miedo” (Ezequiel 2:6). Esta promesa nos deja una lección vital: cuando Dios nos llama a proclamar Su verdad, también nos da el poder para vencer el temor y la oposición.
El acto de comer el rollo (Ezequiel 3:1-3) tiene un profundo simbolismo. Al ingerir el mensaje divino lo encuentra tan dulce como la miel, ilustrando el gozo y la fortaleza que provienen de interiorizar la Palabra de Dios. Esta dulzura nos recuerda que incluso los mensajes desafiantes nos nutren espiritualmente. “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón” (Jeremías 15:16). Como creyentes, debemos deleitarnos en la Palabra de Dios y permitir que nos transforme antes de compartirla con otros.
La comisión de Ezequiel como atalaya (Ezequiel 3:16-21) subraya la seriedad del liderazgo espiritual. Un atalaya debe estar siempre alerta y advertir a los demás sobre el peligro inminente. Esta responsabilidad se extiende a todos los creyentes, pues se nos ha confiado el mensaje de salvación y debemos compartirlo con urgencia. Cuando dudamos en proclamar la verdad de Dios, corremos el riesgo de desatender a quienes necesitan Su dirección. Hablando de Jesús dice Elena de White: “De estas horas de quietud, volvía a su casa para reanudar sus deberes y para dar un ejemplo de trabajo paciente.” DTG 69
Mi oración para hoy: Que Dios nos conceda la valentía para proclamar Su verdad con firmeza, el gozo de interiorizar Su Palabra y la fidelidad para servir como atalayas en un mundo que necesita luz. Que nuestras vidas reflejen Su mensaje y guíen a otros hacia Su gracia y amor. Amén.