


Domingo, marzo 23 – Zacarías 1, 2
1. ¿Qué seguridad dio Jehová a los que regresaban del cautiverio acerca de Jerusalén y el templo? (Zacarías 1:14-16)
2. ¿Cómo aseguró a Judá su protección? (Zacarías 2:3-5)
3. ¿Cómo expresó Jehová su sensibilidad ante el sufrimiento de su pueblo? (Zacarías 2:8)
4. ¿Cuándo se cumplirá finalmente Zacarías 2:10-12? (Apocalipsis 21:3-5)
Zacarías es un libro profético, algo enigmático, pero profundo. Su mensaje es un llamado de Jehová a su pueblo a arrepentirse, a regresar y a recordar. El nombre Zacarías significa “Jehová se acuerda”.
El pueblo de Dios estaba regresando de 70 años de cautiverio en Babilonia a Jerusalén. Su misión era reedificar el Templo del Señor, pero lo hacían en medio de grandes dificultades y oposición de sus enemigos, especialmente los samaritanos.
Zacarías, a través de varias visiones, es comisionado para traerles palabras proféticas de aliento, asegurándoles que Dios estaba con ellos y que cumpliría sus promesas si eran fieles a Él.
El capítulo 1 comienza con un llamado al arrepentimiento, una severa advertencia de no ser como sus antepasados y de volver a Dios con obediencia a sus mandamientos.
Entonces presenta su primera de ocho visiones: la visión de los caballos. Estas criaturas son vigilantes celestiales y están a punto de dar un informe completo a Jehová. Pero su reporte no es positivo.
Anuncian que los planes de Dios parecen haberse detenido, las naciones paganas están tranquilas, su pueblo sigue sufriendo en cautiverio, y el mandato de reconstruir el Templo puede ser revocado.
Pero esto no durará para siempre, porque Jehová habla con “buenas palabras, palabras consoladoras” (v.13). Él cumplirá su propósito, el templo será reconstruido, Jerusalén prosperará nuevamente, y su pueblo será el agente de salvación para todas las naciones.
Y eso se cumplió. La iglesia verdadera de Dios surgió de todo lo que Él había establecido, tal como lo había prometido: “Jehová consolará aún a Sion, y escogerá todavía a Jerusalén” (v.17), porque “Estoy celoso por Jerusalén y por Sion con gran celo” (v.14).
Luego, en la segunda visión (versículos 18-21), Dios da otra garantía: los enemigos que dispersaron a su pueblo serán castigados y dispersados ellos mismos.
Uno de esos “cuernos” era Babilonia, y Dios estaba muy airado con ellos por su malvada intención (v.15). En la visión, Zacarías ve cuatro carpinteros y un hombre con un cordel de medir. Ellos representan a los instrumentos de Dios para restaurar a su pueblo, reconstruir su templo y derrotar a los enemigos del Señor.
En esta tercera visión (2:1-5), Dios da un mensaje de ánimo aún mayor: “Jerusalén será habitada sin muros, por la multitud de hombres y ganados en medio de ella. Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y seré la gloria en medio de ella.” (Zacarías 2:4-5)
Dios mismo sería su protección, un muro de fuego que los rodearía y su gloria estaría en medio de su pueblo.
Dios llama a su pueblo a salir de la cautividad y regresar a Sion:
“Huid de la tierra del norte” (Zacarías 2:6)
“El que os toca, toca la niña de mi ojo” (Zacarías 2:8)
Dios se identifica profundamente con el sufrimiento de su pueblo. Les asegura que está con ellos y que aquellos que los oprimen enfrentarán su juicio.
Y luego, una promesa gloriosa: “Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y habitaré en medio de ti, ha dicho Jehová” (Zacarías 2:10).
Este mensaje no era solo para el pueblo de Zacarías. Es para nosotros hoy. Jesús viene pronto, y Él tomará posesión de Jerusalén, la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:3-5).
Dios nos llama de vuelta a lo esencial a recordarle, a regresar a Él y al arrepentimiento. Nos llama a regocijarnos en Él.
Debemos maravillarnos y alabar su nombre con gratitud, porque Jehová castigará a los impíos y salvará a su pueblo.
“Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha levantado de su santa morada” (Zacarías 2:13). ¡Amén!