Lunes, mayo 12 – Mateo 19, Juan 11 – Lectura adicional, Deseado de todas las Gentes, Capítulo 58, “Lázaro, ven fuera”

1. ¿Por qué Moisés permitió dar carta de divorcio? Mateo 19:8

2. ¿Con qué palabras Jesús expresó cariño hacia los niños? Mateo 19:14

3. ¿Cuántos días había estado Lázaro en la tumba cuando llegó Jesús? Juan 11:39

4. ¿Qué querían hacer los sacerdotes y fariseos con Jesús? Juan 11:57

Jesús está saliendo por última vez de Galilea. Va a la región de Judea que está del otro lado del Jordán, históricamente llamada Perea. En el último tiempo de su ministerio en esta región los fariseos lo confrontan con la cuestión del divorcio. Claramente buscaban ocasión de acusarle.

La pregunta fue: “¿Está permitido al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?” Mateo 19:3

Jesús remitió la pregunta al ideal de Dios manifestado en la creación.
El plan y el mandamiento de Dios es que el matrimonio sea para toda la vida. La expresión “una sola carne” más que hermosa, es una descripción del diseño divino para la intimidad del matrimonio. La intimidad incluye, pero no se limita a las relaciones íntimas. La intimidad matrimonial es a la vez espiritual, emocional y física.

Jesús dice con autoridad y claridad que el quebrantamiento del plan de Dios en el divorcio conduce al pecado del adulterio.

Claramente, casarse con otra persona después de un divorcio es pecado, por lo tanto, es algo que Dios no aprueba y que está fuera de su plan. La notable excepción a esta regla es cuando hay infidelidad o impureza sexual.

Los fariseos le preguntan entonces: ¿Por qué, pues, mandó Moisés darle carta de divorcio y repudiarla? 19:7

Esta pregunta va al corazón de la controversia sobre el divorcio “por cualquier causa”. El debate era si el hombre tenía libertad para divorciarse solo por infidelidad o si podía dejar a su esposa por cualquier otra razón. Querían saber cuán fiel seria Jesús a la enseñanza de Moisés.

De acuerdo con la respuesta de Jesús, el divorcio ocurre “por la dureza del corazón” de una o de las dos partes. Hacen falta dos para que el matrimonio cumpla su ideal, es imposible para uno solo. Para preservar el ideal se requiere corazones tiernos.

Hoy también el corazón se endurece. Aunque el matrimonio con una tercera persona fuera de las razones bíblicas es pecado, ese pecado puede ser perdonado y el pecador aún pueden ser restaurado.

Este relato es ejemplo de que, en su misericordia, Dios está dispuesto a trabajar con nosotros aun cuando echamos a perder su plan y no alcanzamos el ideal. Otro ejemplo de esto es que toleró la poligamia, la esclavitud, el machismo, etc., que estaban también fuera de su plan. Hoy día aun trabaja con nosotros cuando a menudo nos encontramos fuera de su ideal.

Alguien dijo que Dios sabe escribir derecho en líneas torcidas. En el proceso de redención, milagrosamente, restaura su ideal en nuestras vidas. Pero es mucho mejor, se evita mucho dolor y quebrantamiento, que de por sí ya hay suficientes para nosotros y las personas que amamos, cuando buscamos seguir su plan.

Estando en Perea, Jesús recibió la noticia de que su amigo Lázaro estaba enfermo. Cuando finalmente fue, desde el punto de vista humano, era demasiado tarde. Es humano pensar en lo que hubiera sido y lamentar porque no fue. Finalmente, la fe puede enseñarnos a confiar y a aceptar lo que es. Aunque requiere un proceso mental y aun confiando en Dios no deja de ser difícil.

Hay un reproche en las palabras de Marta y de Maria, “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.” Cuando las dos dicen lo mismo es porque seguramente lo habían comentado y estaban convencidas de eso. Sentían que Jesús las había chasqueado con su demora y su ausencia. Jesús no pronunció una palabra de reproche, entendía las palabras causadas por el dolor.

A continuación, hay uno de los cuadros más conmovedores de la Biblia. El llanto causado por el dolor profundo de Maria contagió a todos los que la acompañaban y “Jesús lloró”. No lloró por Lázaro, sabía que Lázaro iba a resucitar. Lloró de compasión por Marta, Maria y por los que estaban allí. Lloró por los padres que pierden sus hijos, por las esposas que pierden a sus esposos, lloró por la humanidad, por el dolor que causa el pecado, lloró por ti y por mí. Él sabe que al final habrá victoria y resurrección, pero aun así lloró por el dolor que sufrimos en el camino.

Regresar a Lázaro a sus hermanas le costó el odio del Concilio. En su mente torcida justificaban el mal con razones nacionales y religiosas. Así de malo y de torcido es el pecado.

Sea esta tu confianza y esperanza porque haz puesto tu fe en Aquel quien es la resurrección y la vida. Mientras caminamos aquí, Él entiende tu dolor, Él te acompaña.