Jueves, mayo 29 – Juan 21, Hechos 1

1. Los discípulos regresan a Galilea a su antiguo oficio. Al amanecer, cansados y frustrados por no pescar nada, retornan a la orilla. De lejos, notan a un extraño que les hacía señas preguntándoles si tenían algo para desayunar. ¿Qué orden les dio el extraño cuando aún estaban en la barca, y cuál fue el resultado? (Juan 21:6)

2. ¿Quién era el discípulo al cual amaba Jesús? ¿Qué dijo a Pedro y que hizo este? (Juan 21:7)

3. Jesús les preparó el desayuno, ¿en qué consistía? (Juan 21:9)

4. Por el hecho de decir a Pedro que apacentara sus ovejas, ¿pidió el Señor solo a este discípulo esa responsabilidad? ¿Excluyó a los demás? ¿Ese pedido hizo a Pedro superior a los otros, tal como ser el primer papa?

5. Después que Jesús reúne a sus discípulos en el Monte de la Olivas para que contemplen su ascensión, ¿qué les ordenó que hicieran? (Hechos 1:4, 5).

6. ¿Qué registró Lucas que revela que los discípulos no habían entendido plenamente la misión de Jesús? (Hechos 1:6-8).

7. Al ascender Jesús ante la atónita vista de sus discípulos, ¿qué mensaje recibieron ellos de parte de dos mensajeros celestiales? (Hechos 1:11).

8. Cuando Pedro propuso que eligieran a alguien que ocupara el lugar que había dejado Judas Iscariote vacante entre los apóstoles, ¿cuáles eran los requisitos que debía llenar los candidatos? (Hechos 1:21, 22).

Estamos terminando el estudio de la vida de Jesús registrada en los Evangelios. ¡Cómo hemos aprendido detalles interesantes! Después del capítulo 21 de Juan entraremos de lleno al estudio de la iglesia cristiana primitiva, los sucesos ocurridos a los apóstoles y los primeros creyentes. Nos deleitaremos viajando con Pablo en sus viajes misioneros. Eso será muy interesante.

Alguien dijo que, en verdad, el título de este libro debió ser “Los Hechos del Espíritu Santo”. En realidad, narra lo que los apóstoles hicieron guiados por el Espíritu Santo. El libro de “Los Hechos de los Apóstoles” comienza con la escena subsiguiente de donde nos dejan los evangelios.

El consenso general es que Lucas es el autor. Es fácil notar que el libro de Los Hechos es la segunda parte de un tratado dirigido a un tal Teófilo. La primera parte es el “Evangelio de San Lucas”, y no hay dudas que fue un discípulo del apóstol Pablo convertido durante su ministerio. Lucas era de origen griego, médico de profesión a quien Pablo llama “el médico amado”. El hecho de que en el libro de los Hechos el autor menciona en varias ocasiones el pronombre “nosotros” o sus variantes, revela que estaba involucrado personalmente con las experiencias contadas en el documento. No pudo decir así en su primer tratado, pues él no conoció a Jesús, ni anduvo con Él.

Al dirigirse al destinatario “Teófilo” llamándolo “excelentísimo” en el Evangelio de Lucas, revela dos cosas, que el tal no era todavía creyente en esa ocasión, y que era una persona de un alto estrato social. Ya en el segundo tratado, Lucas lo trata como si ya fueran amigos, como convertido a la fe. Tal parece que el primer tratado convenció a Teófilo sobre la persona divina de Jesús. Ahora, al leer el segundo documento, habría de confirmar su fe en Aquel a quien ya había entregado su corazón, gracias al ministerio de este dedicado siervo de Dios, Lucas.

El libro de “Los Hechos” abarcó un largo período histórico, desde el emperador Tiberio, hasta el sanguinario Nerón. Según la tradición, Lucas murió en Tebas unas 60 millas al noroeste de Atenas, capital de Grecia. La fecha de su martirio no es precisa, pero se dice que fue Nerón el que lo ordenó; que fue encarcelado y luego cortado en pedazos su cuerpo y echado al mar con pesas para que no saliera a flote. Tal vez su repentina muerte fue la razón porqué el libro de “Los Hechos” es inconcluso y no describe los últimos momentos de la vida del apóstol Pablo; lo deja residiendo en “una casa alquilada”. Lucas no tuvo tiempo ni oportunidad de escribirlo. Lo que nos llega de la parte final de la vida y martirio del apóstol de los gentiles se debe en parte a sus epístolas y a lo que describe la tradición. El hecho de que Elena White habla de su decapitación muestra que la tradición no está lejos de la verdad.

La forma cómo Dios guio a su naciente iglesia revela a las claras la presencia de su Espíritu, aún antes de que fuera derramado en el Día del Pentecostés. El Señor nunca ha abandonado a los suyos cumpliendo su fiel promesa: “estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Así como glorioso fue el comienzo de la historia de la iglesia, más glorioso aún será su historia final en este mundo.

Los animo a prepararnos, ya sea que vivamos o que estemos durmiendo en la bendita esperanza, para aclamar a Cristo como Rey de reyes y Señor de señores en su gloriosa venida.

¡Dejemos que el espíritu misionero de los primeros cristianos nos contagie mientras nos ocupamos en la evangelización del mundo!