


Viernes, junio 6 – Santiago 2, 3 – Lectura adicional, Consejos Sobre Mayordomía, p. 29 y Cada Día Con Dios, p. 327
1. ¿Qué hace quien guarda los mandamientos pero falta en un punto? Santiago 2:10
2. ¿Qué le da vida a la fe? Santiago 2:17
3. ¿Cómo describe el apóstol el poder de las palabras? Santiago 3:2-6
4. ¿Cómo describe Santiago la sabiduría que viene de Dios y cuál es su fruto? Santiago 3:17, 18
Santiago es una de las epístolas universales del Nuevo Testamento. Más allá de identificar exactamente cuál Santiago fue su autor, reconocemos que el Espíritu Santo inspiró este mensaje de profundo contenido teológico y práctico.
¿Qué nos enseña sobre la fe auténtica? Desde el capítulo 2 hasta el 3:12, el apóstol describe en qué consiste la verdadera fe. Esta se manifiesta en una vida de imparcialidad, sin hacer acepción de personas. Dios no discrimina, y todos somos iguales en Cristo. Por eso, quienes distinguen a otros por su clase social, poder o raza, pecan, como señala el verso 9.
El verso 10 aclara que una sola transgresión a la ley, como discriminar, convierte al ser humano en culpable de toda ella. Santiago está en armonía con Jesús, quien enseñó que la ley se infringe no solo por actos, sino también por palabras e intenciones.
Santiago llama a la ley de Dios “la ley de la libertad”, porque vivir en armonía con ella es vivir en verdadera libertad. En los versos 12 y 13, advierte: “Hablad y actuad como los que han de ser juzgados por la ley de la libertad. Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio”.
En el verso 14, Santiago introduce otro aspecto esencial: la fe genuina produce obras. Él no enseña que las obras salvan, sino que revelan si la fe es real. “Siempre he dicho que nuestras obras ponen nuestra fe en vitrina”.
Algunos perciben contradicción entre Santiago y Pablo. Sin embargo, ambos se complementan. Pablo responde al legalismo (la idea de que las obras salvan), mientras que Santiago enfrenta el antinomianismo (la idea de que las obras no importan). Ambos afirman que la salvación es por gracia, pero que esta gracia transforma la vida.
He aquí una comparación resumida de la enseñanza de ambos sobre el tema:
Pablo:
Fe: Confianza total en Dios para salvación.
Obras: Actos motivados por deseo de justicia propia.
Relación: Fe y obras se oponen si estas buscan mérito.
Problema: Ataca el legalismo (ver Gál. 5:6, 22; Ef. 2:10; Rom. 6).
Santiago:
Fe: Profesión que puede ser viva o muerta.
Obras: Reflejan el compromiso genuino.
Relación: Fe y obras son compatibles.
Problema: Ataca el antinomianismo.
Ellen G. White aporta una reflexión que resume el equilibrio entre ambos:
“La fe no es el fundamento de nuestra salvación, sino la gran bendición; el ojo que ve, el oído que escucha, los pies que corren, la mano que se aferra. El medio, no el fin.” (Cada Día con Dios, p. 327)
En Santiago 3:1–12, Santiago enseña que la fe también se manifiesta en cómo usamos la lengua. Así como un timón guía un barco, la lengua puede llevarnos a la bendición o a la ruina. “En la multitud de palabras no falta pecado” (Prov. 10:19). Nuestras palabras pueden ser combustible para incendios o agua que los apaga. Por eso, pedir a Dios que santifique nuestra forma de hablar es una necesidad diaria.
Santiago termina el capítulo 3 contrastando dos tipos de sabiduría. La que viene de Dios se manifiesta en mansedumbre, pureza, paz y misericordia. La sabiduría humana, en cambio, es terrenal, animal y diabólica, pues produce celos y contiendas. La solución está en pedir a Dios sabiduría, como él mismo lo indicó en 1:5.
El llamado a vivir una fe genuina, reflejada en imparcialidad, buenas obras y dominio del habla, puede ser desafiante, pero es posible con la ayuda divina. Ellen White señaló:
“El sermón más difícil para predicar y el más duro para practicar es la auto negación. El pecador tacaño cierra la puerta al bien que puede hacer… Es imposible retener el favor de Dios y gozar de comunión con el Salvador, y a la misma vez ser indiferente a las necesidades de sus semejantes… Cristo nos ha dejado un ejemplo maravilloso de auto sacrificio.” (Consejos Sobre Mayordomía, p. 29)
Que todos tengamos un feliz y bendecido día.