


Domingo, agosto 3 – Hebreos 11, 12
1. ¿Qué es la fe? (Hebreos 11:1)
2. ¿Cuál fue el resultado de la fe de Abraham? (Hebreos 11:8)
3. ¿Quién es responsable de perfeccionar nuestra fe? (Hebreos 12:2)
Leer Hebreos ha fortalecido nuestra fe. El capítulo 1 nos dio confianza en que Jesús es Dios. El capítulo 2 nos aseguró que el Hijo de Dios se hizo humano. Desde el capítulo 3 en adelante, nuestra fe ha ido creciendo al tener la certeza de que Jesús es nuestro Mesías y nuestro Sumo Sacerdote.
Estas verdades vitales también aumentaron la fe de los primeros cristianos en los días de Pablo. Muchos esperaban que Cristo viniera en su tiempo, así que Pablo compartió el libro de Hebreos para asegurarles que Jesús es el Mesías y explicar lo que Él está reali+
zando en el santuario celestial antes de Su ´
regreso.´
Cuando llegamos al capítulo 11, Pablo dice que el pueblo de Dios siempre ha tenido que ejercer fe y nos muestra cuán práctica puede ser la fe. Una vez escuché que la fe p+uede ser descrita como el radar que puede ver a través de las nubes y las tormentas. Lo que el radar ve es real. No se trata solo de sueños o cosas imaginarias o ficticias. De igual manera, Pablo no nos dice que imaginemos o finjamos que la fe nos trae cosas. En Hebreos 11:1, Pablo nos dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1, RVR1960)
Por ejemplo, en Hebreos 11:8 se nos dice que Abraham obedeció por fe y salió de su tierra, sin saber adónde iba. Abraham no fingió dejar su tierra. Literalmente dejó su hogar. Esto es importante porque cuando hablamos de la justificación por la fe en la Biblia, muchas veces escucho a personas que lo expresan como si nuestra justicia fuera una justicia fingida, algo que no es real o literal.
Sin embargo, en Hebreos 11 vemos ejemplos de cómo la fe hizo reales las cosas en la vida de aquellos que nos precedieron.
La fe no hizo que Abraham fingiera obedecer. Por fe, Abraham obedeció literalmente. Sí, sus fracasos fueron reales, pero gracias a Dios, sus victorias por la fe también lo fueron.
De la misma manera, las victorias que logramos mediante la fe son victorias reales. La justicia por la fe no es justicia fingida, como algunos han descrito. La fe le da sustancia a nuestra justicia.
En Hebreos 11:11, Sara concibió y dio a luz. Ella no fingió dar a luz. Literalmente tuvo un hijo. Para mí, el hecho de que Sara ya había pasado la menopausia hace que este nacimiento sea casi tan milagroso como el nacimiento virginal. Esto es importante porque este nacimiento no fue producto de obras de la carne, sino solo por la fe, y fue tan real como un nacimiento provocado por medios naturales. Una vez más, la fe no es fingida. La fe produce certeza. La fe hace reales las cosas. En este caso, hizo real el nacimiento de un hijo.
Pablo no quería que nadie se desanimara en Hebreos. Nos dice en Hebreos 4:14-16 que encontremos gracia para vencer nuestras tentaciones y misericordia cuando caemos. Si caemos, el perdón por la fe es un perdón real. Pero las victorias por la fe también son reales.
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En Hebreos 12, Pablo describe un proceso de disciplina que perfecciona nuestra fe y le da sustancia. La fe no es magia que se recibe automáticamente por algún truco. Hebreos 5:8 nos dice que Jesús aprendió la obediencia por medio del sufrimiento. Tampoco fue magia para Él. En el Getsemaní, Jesús tuvo que disciplinarse hasta el punto de sudar gotas de sangre. Pablo nos anima a seguir el ejemplo de Jesús y perfeccionar nuestra fe mediante la disciplina. En Hebreos 12:4 dice:
“Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado.” (Hebreos 12:4)
Luego continúa alentándonos, recordándonos que Dios nos disciplina porque somos Sus hijos amados.
Esta disciplina no es salvación por obras. En palabras de John Mark Comer: “Nunca trabajarás más duro por nada en tu vida que por un carácter semejante al de Cristo, y nada más parecerá un regalo tan inmerecido. Esta es una paradoja que simplemente debes experimentar por ti mismo.”
Dejemos que Hebreos nos anime a experimentar este don maravilloso.