


Jueves, agosto 21 – Apocalipsis 19, 20
1. Si Dios es amor, ¿por qué no les da una nueva oportunidad a los que se pierden? Da tu propia respuesta.
2. ¿Qué quiere decir la expresión de Apocalipsis 20:9 “y los consumió”?
3. En Malaquías 4:1 se dice que de la maldad “no quedará raíz ni rama” ¿Qué quiere eso decir?
4. Judas 7 dice que “Sodoma y Gomorra sufrieron el castigo del fuego eterno”. ¿Por ser eterno ese fuego, todavía están esas ciudades ardiendo?
Notemos que en el capítulo 19 es como un símil de los capítulos 4 y 5. Aquí se repite la escena de la adoración celestial; se mencionan a los 24 ancianos nuevamente y la voz de la gran multitud que alaba a Dios. ¡Es algo sublime! ¡Aleluya!
Luego sigue un breve paréntesis que parece recordarnos la fiesta de bodas de Mateo 25, para concluir con la seguridad que el ángel de la revelación le da al anciano Juan que el único digno de ser adorado es Dios, y que el testimonio de Jesús es el Espíritu de la Profecía. De allí en adelante toda la narración nos presenta la impresionante visión del desfile celestial. Cristo, como un victorioso general viene a la cabeza de su ejército de ángeles, vestidos de blanco y cabalgando caballos del mismo color. Todo representa la pureza del trono de Dios. Los que no participaron de la Cena del Cordero, habrán de ser la comida servida en otra cena a la cual los invitados serán las aves del cielo. Es claro que se está refiriendo a la destrucción final cuando la espada de la justicia divina será al fin desenvainada para hacer su “extraña operación”, la destrucción de este mundo de pecado.
Ahora la escena se traslada al cielo. Los justos, tanto muertos resucitados como los que estén vivos y sean transformados, serán llevados al cielo, al mismo trono de Dios por un espacio de tiempo específico: 1,000 años. Analicemos puntos importantes del capítulo 20:
1. Juan ve a un ángel descender trayendo en sus manos dos cosas: la llave del abismo y una gran cadena. Su propósito: prender al dragón y atarlo por 1,000 años.
2. En lenguaje bíblico, la palabra “abismo” nos debe llevar al principio, al Génesis. Allí se define como “abismo” a la tierra “desordenada y vacía”. Después de la venida de Cristo esa será la condición de la tierra.
3. Puesto que los redimidos son llevados al cielo, y los impíos quedan en la tierra muertos, los únicos sobrevivientes serán Satanás y sus ángeles rebeldes. Ahora el ángel enviado del cielo viene con la misión de apresar al dragón. Por supuesto, en esta prisión son también apresados todos sus ángeles con él.
4. ¿Cuál es la naturaleza de esa prisión? La cadena que los “atará” es una cadena de circunstancias. El hiperactivo diablo será condenado a no salir de este planeta maltrecho por ese largo período de tiempo; no podrá tentar a nadie. Aquí quedará pateando cráneos y rumiando sus propias rebeldías contra el Altísimo.
5. En el versículo 4 se describe la escena de los redimidos que vienen a ocupan su lugar en el inmenso espacio de los testigos, del jurado. No viene directamente a juzgar, sino a participar del juicio que solo Dios puede hacer. Pero llegan como testimonio, ante el Universo y por las edades sin fin, que, a pesar de todo el pecado del mundo, hubo un pueblo que decidió obedecer a Dios antes que a los hombres, y que, a pesar de su debilidad innata, confiaron en los méritos de Cristo y salieron “más que vencedores por medio de Aquél que los amó”. Ellos son los trofeos de Cristo y están allí como testimonio de su poder redentor.
6. Durante la última etapa de la historia humana, desde 1844, según la profecía de Daniel 8 y 9, hasta el momento cuando Jesús salga del Lugar Santísimo del Santuario Celestial, se ha estado celebrando la primera parte del juicio, en el cual Cristo ha estado seleccionando a sus fieles que luego se sentarán con él en su trono.
7. Ahora, al comienzo de los mil años, llega la segunda etapa de juicio, cuando los que voluntariamente desecharon la gracia de Dios, recibirán su inevitable sentencia. Pero no será sino hasta el final de los 1,000 años, cuando recibirán la sentencia; será la fase ejecutiva.
8. Al final del Milenio, “Satanás será suelto de su prisión”. Si su cárcel será la de la inactividad, esto nos dice a las claras que ocurrirá una segunda resurrección. “Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años” (20:5). Pero tanto Satanás y sus ángeles como los impíos volverán a aparecer en el escenario con el mismo espíritu con que descendieron a sus tumbas, como enemigos de Dios.
9. En su poster y fallido intento de asaltar la Ciudad de Dios, que previamente ya había descendido con todos los redimidos de todos los tiempos, Dios muestra con toda claridad ante el Universo el verdadero espíritu del maligno, “y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió” (20:9).
10. Finaliza el capítulo declarando la justicia de Dios en su gran trono blanco, revelando que cada cual será juzgado de acuerdo a sus obras, las que fueron registradas en los libros que fueron abiertos. Aquí se repite la escena de Daniel 7:9, 10.
Deseo que Dios los recompense a cada uno por su esfuerzo y dedicación.