


Viernes, abril 18 – Lucas 3, Mateo 4 – Lectura adicional, El Deseado de Todas las Gentes, capítulos 10 y 12
1. ¿Qué profeta y con que palabras anuncio el ministerio precursor de Juan el Bautista? Lucas 3:4-6
2. ¿Cómo seria diferente el bautismo de Juan al bautismo de Jesús? Lucas 3:15, 16
3. ¿Cómo fue diferente el trato de Eva y de Jesús con Satanás? Mateo 4:3-10
El largo peregrinaje del Antiguo Testamento ha terminado, y así arribamos al oasis del Nuevo Testamento. Aquí veremos cumplirse toda esa revelación dada a los profetas, historiadores, sabios y poetas cuyos escritos marchan hacia la culminación de aquella maravillosa promesa dada en Génesis 3:15.
Siempre ha sido para mí una experiencia enriquecedora entrar al Nuevo Testamento por la puerta de los cuatro evangelios. Cuatro retratos de la persona del Mesías Salvador. Entre los evangelios sinópticos, Mateo y Lucas siguen una correspondencia progresiva en su narración de la vida y el ministerio de Jesús. Hoy nos toca analizar los capítulos 3 de Lucas y 4 de Mateo.
El evangelista Lucas nos ofrece los pormenores del ministerio de Juan el Bautista, precursor del Mesías. Isaías ya anticipaba la llegada de esta “voz que clamaría en el desierto”, preparando el camino del Señor (Isaías 40:3-5). Lucas, como buen investigador, presenta detalles impactantes del contenido y estilo de la predicación del Bautista.
También lista a los personajes y líderes importantes de Israel en ese momento. Corría el año 15 del emperador Tiberio César y las cuatro tetrarquías que regían Palestina. Un tetrarca era un administrador de una región del Imperio Romano. Herodes, tetrarca de Galilea, y Felipe, su hermano, tetrarca de Iturea, jugarán un papel trágico en la vida de Juan el Bautista.
El predicador del desierto llevaba un mensaje directo y puntual. Sin suavizar las palabras, comenzó predicando el bautismo de arrepentimiento para perdón de los pecados. Imaginemos a un predicador que se presenta ante su audiencia con estas palabras: “¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?” (Lucas 3:7). Algunos quizás se habrían escandalizado, pero otros decidieron escuchar.
Juan advirtió que el hacha ya estaba puesta a la raíz de los árboles, y que debían dar frutos dignos de arrepentimiento. Les recordó que ser descendientes de Abraham no los hacía automáticamente hijos de Dios. Los gentiles que escuchaban comprendieron que también podían formar parte del pueblo de Dios.
Lucas enfatiza que el evangelio es también para los marginados: mujeres, niños, cobradores de impuestos, leprosos, extranjeros. Al escuchar el mensaje de Juan, muchos preguntaron: “¿Qué haremos, pues?” (Lucas 3:10). A los publicanos les pidió honestidad, y a los soldados, que no extorsionaran ni abusaran de su poder.
Comentando sobre esto, Elena G. de White escribió: “Todos los que se hacían súbditos del reino de Cristo […] debían dar evidencia de fe y arrepentimiento. […] Así también los seguidores de Cristo darán evidencia del poder transformador del Espíritu Santo”. (DTG 82)
Juan aclaró que él no era el Mesías. El bautismo con agua era solo un símbolo: vendría alguien más poderoso que los bautizaría con Espíritu Santo y fuego. Cuando denunció públicamente el adulterio de Herodes, fue encarcelado injustamente.
Lucas también presenta la genealogía de Jesús desde José hasta Adán, mostrando que Jesús es Salvador de toda la humanidad, no solo de los judíos.
Dice el relato de mateo 4 que después del bautismo, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Aunque Dios no tienta a nadie (Sant. 1:13), Jesús fue conducido a una experiencia donde debía enfrentar la tentación. Como explica Elena White: “Él no invitó la tentación. Fue al desierto para estar solo, para contemplar su misión y su obra” (DTG 89).
Después de 40 días de ayuno, Satanás se presentó disfrazado de ángel, buscando sembrar la duda: “Si eres Hijo de Dios…” (Mateo 4:3). Pero Jesús, fortalecido por la oración, rechazó sus propuestas. No entró en debate, sino que respondió con la Palabra. La segunda tentación apeló a la presunción, manipulando las Escrituras (Salmo 91), pero Jesús discernió el engaño. En la tercera, Satanás ofreció todos los reinos del mundo. Jesús la rechazó con firmeza, reafirmando que solo a Dios se debe adorar.
Después de estas pruebas, “vinieron ángeles y le servían” (Mateo 4:11). Esta misma promesa es para nosotros en nuestras tentaciones. La Hna. White aconseja: “Si nosotros le hiciéramos frente como lo hizo Jesús, evitaríamos muchas derrotas. Parlamentando con el enemigo, le damos ventajas” (DTG, p. 95).
Tras esta experiencia, Jesús comenzó su ministerio público en Galilea. Su mensaje fue: “Arrepentíos, porque el Reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). Llamó a sus primeros discípulos y se dedicó a enseñar, predicar y sanar (Mateo 4:23).
Jesús nos da ejemplo de cómo vencer la tentación, confiar en el poder del Espíritu y cumplir la misión encomendada. Sigamos su modelo de vida.
Dios te bendiga abundantemente.