


Lunes, abril 28 – Mateo 8, Marcos 4
1. ¿Qué nos enseñan los milagros de Jesús sobre Su poder, y cómo impacta esto nuestra fe? (Mateo 8:1-17; Marcos 4:35-41)
2. ¿De qué manera nos animan las parábolas de Marcos 4 a confiar en el Reino de Dios? (Marcos 4:1-34)
3. ¿Qué nos enseña el llamado de Jesús al discipulado sobre el compromiso con Él? (Mateo 8:18-22)
4. ¿Cómo reaccionan los discípulos ante la tormenta, y qué podemos aprender de la respuesta de Jesús? (Mateo 8:23-27; Marcos 4:35-41)
Los capítulos de hoy revelan varios temas clave:
1. La autoridad de Jesús sobre la enfermedad y lo sobrenatural (Mateo 8:1-17; Marcos 4:35-41): Jesús sana al leproso, al siervo del centurión y a la suegra de Pedro, demostrando Su poder sobre toda dolencia. También calma la tormenta y expulsa demonios, probando Su autoridad en todos los ámbitos. Estos milagros revelan que Él es Señor sobre cualquier desafío. Elena G. de White escribe: “El Salvador se inclina hacia el alma adquirida por su sangre, diciendo con inefable ternura y compasión: ‘¿Quieres ser Betesda y el Sanedrín 169 sano?’” (El Deseado de Todas las Gentes, p. 173).
2. El costo y compromiso del discipulado (Mateo 8:18-22; Marcos 4:10-12, 33-34): Jesús desafía a Sus seguidores a una entrega total. En Mateo 8, advierte que el discipulado requiere sacrificio. En Marcos 4, enseña mediante parábolas que el Reino de Dios solo es comprendido por los que están abiertos a la verdad espiritual. “Cristo pide una consagración sin reserva, un servicio indiviso.” (Palabras de Vida del Gran Maestro, p. 29).
3. El crecimiento del Reino de Dios (Marcos 4:1-34): Las parábolas muestran cómo crece el Reino. La del sembrador revela que algunos rechazan la Palabra, pero los que la reciben dan fruto. La del grano de mostaza enseña que incluso la fe pequeña puede crecer más allá de lo esperado. “Si se la estudia y obedece, la Palabra de Dios obra en el corazón, subyugando todo atributo no santificado.” (Palabras de Vida del Gran Maestro, p. 71).
4. Fe en la tormenta (Mateo 8:23-27; Marcos 4:35-41): Cuando una tormenta amenaza con hundir la barca, los discípulos se llenan de miedo, pero Jesús, tranquilo, reprende al viento y al mar. Sus palabras: “¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” (Marcos 4:40) nos desafían a confiar en Él en medio de la incertidumbre. “La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor qué es lo que nos conviene.” (La Educación, p. 229).
En Mateo 8, Jesús toca al leproso, sana al siervo del centurión a la distancia, y restaura a la suegra de Pedro. El centurión demuestra una fe extraordinaria, confiando únicamente en la palabra de Jesús, a lo que Él responde: “De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.” (Mateo 8:10) Esto nos recuerda que la fe no depende de la cercanía física, sino de la confianza en Su Palabra.
Marcos 4 resalta el poder de la Palabra de Dios. La parábola del sembrador nos advierte que algunos rechazarán el mensaje, pero otros lo recibirán y darán fruto. La parábola del grano de mostaza nos da esperanza: una fe pequeña puede crecer enormemente bajo el cuidado de Dios.
El clímax de estos capítulos es la tormenta en el mar. Los discípulos se desesperan, pero Jesús duerme tranquilamente. Al ser despertado, calma la tormenta y pregunta: “¿Por qué teméis, hombres de poca fe?” (Mateo 8:26) Su presencia debió haber sido suficiente para darles paz. Esta escena enseña que la fe no es ausencia de tormentas, sino confianza en Jesús en medio de ellas.
Elena G. de White escribe: “No hay nada al parecer tan débil, y no obstante tan invencible, como el alma que siente su insignificancia y confía por completo en los méritos del Salvador.” (Ministerio de Curación 136).
Las tormentas de la vida, enfermedad, incertidumbre, pérdida, pueden abrumarnos. Pero así como Jesús calmó las olas, también puede traer paz a nuestro corazón cuando confiamos en Él. Fe es mantener los ojos en Cristo, no en la tormenta.
Oración para hoy: Señor, ayúdanos a confiar en Ti en toda tormenta. Fortalece nuestra fe para descansar en Tus promesas. Que sembremos fielmente la semilla de Tu Palabra y que te sigamos con compromiso total. Enséñanos a caminar con confianza, sabiendo que siempre estás en control. Amén.