


Domingo, abril 27 – Mateo 13, Lucas 8
1. ¿Cuál es el problema de la semilla que cae en pedregales? Mateo 13:20, 21
2. ¿Cuándo se distinguirá el trigo de la cizaña? Mateo 13:30
3. ¿Quiénes son la madre y los hermanos de Jesús? Lucas 8:21
4. ¿Cómo supo Jesús que alguien le había tocado? Lucas 8:45, 46
Jesús enseñaba por medio de parábolas, usando comparaciones con situaciones cotidianas para revelar verdades espirituales. A través de estas ilustraciones, Jesús buscaba motivar la búsqueda de la verdad, pero también ocultarla de quienes eran indiferentes o endurecidos.
En Mateo 13, Jesús presenta siete parábolas acerca del Reino de los Cielos, y de las 40 parábolas que enseñó en total, 19 hacen referencia directa al Reino. Algunas se refieren al presente:
1. La necesidad de tener oídos para oír (vv. 3–23),
2. El crecimiento del Reino (vv. 31–35),
3. El valor de pertenecer al Reino (vv. 44–46).
Otras parábolas apuntan al futuro:
1. El juicio final sobre los impíos (vv. 36–43),
2. La separación de los justos y los malos (vv. 47–51).
Enseñó que el Reino de Dios es una realidad presente, pues ya está operando en los corazones a través del Espíritu Santo y al mismo tiempo una realidad futura, que será plenamente establecida cuando Cristo regrese.
En Lucas 8 encontramos otro enfoque valioso. Primero, Lucas resalta el papel de la mujer en el ministerio de Jesús. María Magdalena, Juana (esposa de Chuza, administrador de Herodes), Susana y otras mujeres sostenían el ministerio con sus bienes (Lucas 8:1–3). María había sido sanada de espíritus malignos, lo cual resalta el poder restaurador de Jesús.
El capítulo también subraya el tema de la sanidad divina. El término griego “sozo”, usado por Lucas implica sanar, salvar o hacer completo. Jesús no solo restauró cuerpos, sino también almas y relaciones.
La parábola del sembrador se destaca en ambos capítulos. Jesús enseña que la semilla es la Palabra de Dios (Lucas 8:11), y que los diferentes tipos de terreno representan el corazón humano. El mensaje es claro: quien oye y retiene la Palabra da fruto con perseverancia (Lucas 8:15). El poder está en la semilla, no en el sembrador. Nuestro rol es colaborar con Dios y confiar en que Él hará crecer Su Reino.
El Comentario Bíblico Adventista señala que estas parábolas y milagros ocurrieron durante el segundo viaje misionero de Jesús por Galilea, posiblemente en el otoño del año 29 d.C. Jesús, agotado, cruzó el lago para descansar (Mateo 8:18). Aun así, la necesidad humana lo seguía a todas partes.
Mateo quiere resaltar que Jesús es el Hijo de Dios. Al sanar a muchos y liberar a los endemoniados, cumple la profecía de Isaías: “Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.” (Mateo 8:17; Isaías 53:4)
Al final del día, Jesús sigue llamando discípulos. No basta con ser sanado o bendecido, hay que estar dispuesto a seguirle con decisión, dejando comodidad por entrega, y sin aplazar la decisión.
La parábola del grano de mostaza y la levadura nos recuerdan que el Reino de Dios puede comenzar pequeño, pero tiene gran poder y crecimiento. Si a la semilla del Reino se le da una oportunidad, producirá su cosecha de bien.
Acerquémonos a Jesús en toda circunstancia. Su Palabra tiene poder para sanar, restaurar y salvar. La fe en Él transforma, y su Reino crece en corazones dispuestos. “Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto…” (Mateo 13:23)
Que el poder de Jesús se manifieste hoy en tu vida.
Dios te conceda un día muy bendecido.