


Martes, agosto 20 – Salmo 99, 2 Samuel 24 – Lectura adicional, El Ministerio de Curación, capítulo 36 “Escudriñar los misterios divinos”
1. ¿Por qué emplea Dios su fuerza y soberanía con justicia? (Salmo 99:1-4)
2. ¿Cuán importante es la relación entre equidad y justicia? (Salmo 99:4)
3. Después del pecado y confesión de David, ¿cuál era su deseo? (2 Sam 24:10-14)
4. ¿Qué diferencia hay entre el castigo redentor y el punitivo? (2 Sam 24:15-17)
Comentario y reflexión:
Según los eruditos, el Salmo 99 es el sexto de los “salmos reales” y enfatiza que Jehová es exaltado por encima de todas las naciones, no solo de Israel. En otras palabras, Dios es un gran Dios y es el fundamento de la justicia. En el gran debate sobre la igualdad vs la equidad, encontramos la interposición de la justicia… para todos, incluidos los injustos. Es una práctica muy común hoy en día que la sociedad asocie la fuerza y la soberanía y se entienda la justicia como punitiva. Sin embargo, es importante notar la intervención de la misericordia en la fuerza para aplicar la justicia. El salmista destaca un hecho significativo sobre Dios: Él ama la justicia.
No se puede exagerar que la equidad no se puede separar de la justicia. Parece ser un enfoque indistinguible que Dios toma en relación con la humanidad. La extensión de Su rectitud se mide con igualdad y justicia. Este es el objetivo que debemos esforzarnos por lograr en relación con nuestros hermanos y hermanas y la sociedad en general. Según Wiersbe, “Un líder que ama la justicia tendrá la fuerza para obedecer la Palabra de Dios y buscará agradarlo.” Mientras que la igualdad significa tratar a todos por igual, la equidad significa asegurar que todos tengan las mismas oportunidades incluyendo a la rehabilitación.
El perdón es el gran precursor de la redención. En 2 Samuel 24, David había “actuado neciamente” al pecar contra Dios. A través del profeta Gad, Dios ofreció tres opciones de castigo. David respondió en el versículo 14 diciendo, “No caiga yo en manos de hombres.” Esta fue una gran decisión. Incluso durante la administración de las plagas, “el Señor se arrepintió del mal.” Dios vio que era suficiente. La justicia no es meramente administrar una penalidad sino también empatizar con el penalizado. Dios no solo extendió el castigo, sino que también extendió su presencia. No es de extrañar que David se sintiera más seguro en las manos de Dios. También es interesante que David se preocupó de proteger a otros de las consecuencias que él merecía.
El viejo adagio sigue siendo cierto: cosechamos lo que sembramos. ¿Cuáles son las semillas que se están sembrando en tu jardín? Mientras que nuestros árboles pueden merecer ser cortados por Madre Justicia, la misericordia vendrá llamando y agregará el fertilizante de una segunda oportunidad llamada gracia. “Para el pecador perdido, el trono de Dios es un trono de juicio, pero para el creyente, es un trono de gracia” (Wiersbe). La pregunta entonces es, ¿cómo mostramos nuestra gratitud a este gran Dios de justicia? Una sugerencia es orar y buscar su rostro a través de nuestra obediencia a Dios y servicio a la sociedad.
Mi oración: Dios Todopoderoso, ayúdanos a caminar humildemente, amar la justicia y mostrar misericordia. En el nombre de Jesús, amén.