


Viernes, diciembre 13 – Oseas 11,12
1. ¿Con qué relación humana compara Jehová su relación con Israel? Oseas 11:1-4
2. ¿Qué desconexión había entre las palabras de Israel y sus acciones? Oseas 11:7
3. ¿Cómo señala Oseas la importancia del ministerio profético? Oseas 12:13
Comentario y reflexión:
Hasta aquí hemos visto la descripción que hace el profeta Oseas de la condición espiritual de Israel. El reino del norte se rebeló contra Dios y su pacto de manera abierta y contumaz. Sin embargo, el amor de Dios hacia su pueblo se manifestaba en su constante llamado al arrepentimiento a través de los profetas. Oseas apela al pueblo con su propia experiencia personal con Gomer. De esa manera les está asegurando que Dios está dispuesto a perdonarlos y a recibirlos de nuevo en su redil.
El capítulo 11 inicia con un recuento de las bendiciones de Dios sobre Israel desde que los sacó de Egipto. Le recuerda que los trató como a un hijo pequeño. Sin embargo, la actitud de Israel era de ingratitud. En vez de rendirle culto a su Dios libertador, se lo rendían a baales. En el verso 3 Dios les dice que, como una madre con su hijo pequeño, lo tomaba de la mano para enseñarle a caminar. El Señor, cuidaba tiernamente a Israel en los días de su inmadurez. ¡Qué triste, que cuando Israel creció, los baales tomaron el lugar de Dios en el culto y en sus afectos!
El resultado de la apostasía del reino del norte fue que 200 años después de su establecimiento cayó. Oseas profetizó su caída que se cumpliría con los reyes asirios Salmanasar V y Sargón II en el año 722 a. C.El amor de Dios hacia su pueblo se manifiesta cuando le pregunta, “¿cómo podré abandonarte, oh, Efraín? ¿Te entregaré yo Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como a Adma o a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión.” Es llamativo que las ciudades de Adma y Zeboim se mencionan junto con Sodoma y Gomorra, y fueron destruidas junto con ellas. Esta era una advertencia para que ellos evitaran recibir la misma retribución.
El capítulo concluye reiterando la infidelidad de Efraín y su ruina correspondiente. Claramente se establece un contraste entre los reinos de Israel y el de Judá: “Me rodeó Efraín de mentira, y la casa de Israel de engaño. Judá aún gobierna con Dios, y es fiel con los santos.”
La expresión de Oseas 12:1 de que Efraín se apacienta o se alimenta del aire o viento del Este es una referencia a lo inútil que era el que Israel se aliara con los asirios y los egipcios. En vez de buscar al Señor como la fuente de su seguridad, ellos recurrieron a poderes extranjeros para que los ayudaran a mantener su poder ya moribundo. Buscar a Asiria y a Egipto por ayuda era como querer alimentarse del viento.
La mentira y la destrucción aumentaba en Israel al aceptar una adoración falsa y sus efectos dañinos. El fruto de su conducta los llevaba a ser crueles y violentos con sus propios hermanos y a practicar el robo. También les recuerda la personalidad de su ancestro Jacob que desde el seno materno tomó por el calcañar a su hermano. Hace referencia además al encuentro de Jacob con el Ángel del Señor en Peniel. Por haberse aferrado a la misericordia de Dios, Jacob venció y el Señor le cambió su nombre de Jacob a Israel para que no olvidara aquel encuentro. El significado ahora no podía ser más significativo: “Has peleado con Dios y con los hombres, y has vencido”. Así como el patriarca venció en aquella lucha espiritual, Oseas apela a Israel para que se vuelva a su Dios y así le vaya bien.
Oseas, en su experiencia, anima al pueblo de Israel a que regrese a Dios después del proceso disciplinario a que serían sometidos. Apela a que recuerden los sacrificios que Moisés, el profeta de Dios, tuvo que experimentar cuando los dirigió de Egipto a Canaán. Con un dejo de tristeza, el profeta expresa que “la gente de Efraín ha irritado al Señor, le ha causado un amargo disgusto. Por eso el Señor les hará pagar los crímenes cometidos, y hará caer sobre ellos sus propias maldades”.
De la experiencia de Israel aprendemos, como alguien ha dicho que, “hay un punto más allá del cual la paciencia deja de ser virtud”. La paciencia de Dios tiene su límite. Dios le dio incontables oportunidades a su pueblo para que abandonaran la apostasía, pero ellos no aceptaron la oferta divina.
Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos. ¿Aceptaremos su invitación para que, como Pablo digamos: “olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”? (Filipenses 3:13,14)
Bendiciones de Dios para todos en este fin de semana.