


Jueves, diciembre 19 – Isaías 36, 37 – Lectura adicional, Profetas y Reyes capítulo 30, “Librados de Asiria”
1. ¿Cuántos años había reinado Ezequías cuando Senaquerib invadió Judá? (36:1)
2. ¿Quién representó al rey de Asiria ante la delegación enviada por Ezequías? (36:2)
3. ¿A qué comparó el Rabsaces al rey de Egipto si acaso Judá pidiese su ayuda? (36:6)
4. ¿Cuál fue el pedido de los delegados de Ezequías cuando el Rabsaces asirio habló en alta voz en lengua de Judá, y por qué? (36:11-22)
5. ¿Cómo reaccionó el rey Ezequías al escuchar el informe de sus delegados? (37:1-4)
6. ¿Qué mensaje de confianza en Dios envió Isaías al rey Ezequías? (37:6, 7)
7. Al escuchar la amenaza del rey de Asiria, ¿qué decidió hacer el rey Ezequías? (37:14-20)
8. ¿Qué seguridad le dio Isaías al rey de Judá? (37:21-35)
9. ¿Cómo se demostró el poder de Dios al liberar a Jerusalén de sus enemigos? (37:36)
10. Finalmente, ¿cuál fue la suerte de Senaquerib? (37:37, 38)
Comentario y reflexión:
Estos dos capítulos describen la invasión a Judá por el rey de Asiria, el gran conquistador Senaquerib, su grosero desafío al rey Ezequías y a su Dios. También menciona la reacción de Ezequías clamando a Jehová y la forma prodigiosa en que el Dios de Israel se adueña de la situación. Cuando todo parecía perdido, el Señor envió un solo ángel que fue capaz de dar muerte a 185,000 asirios. ¡Qué poder! ¡Un solo ángel!
Desde el capítulo 36 al 39 se abre un paréntesis histórico en el libro de Isaías. El tema principal del libro consiste en una serie de mensajes con énfasis profético, sin embargo, el profeta inspirado vio necesario hacer notar un incidente de la vida del rey Ezequías: la amenaza de Asiria y los últimos días del rey. Este relato fue registrado también en el segundo libro de los Reyes, capítulos 18-20, así como en el segundo libro de las Crónicas, capítulo 32.
Según eruditos, 2 Reyes 18 fue escrito por el profeta Jeremías, así como 2 Crónicas 32, según la tradición judía fue escrito por el escriba Esdras. Puesto de que la narración es similar, salvo pequeños detalles, se infiere que estos escritores tomaron del relato original del profeta Isaías (capítulo 37, 38). En realidad, el verdadero autor de la Escritura es Dios mismo, y Él puede dirigir la mente de otros de sus instrumentos para buscar evidencias escriturales de previos escritores inspirados.
Algunos críticos han acusado a Elena G. White de hacer “plagiado” (o copiado) escritos de otros autores. El caso anterior muestra que bajo la dirección divina un profeta, o escritor, puede tomar lo que ya se ha escrito con el fin de confirmarlo. Debe tenerse en cuenta que las leyes actuales de derecho de autoría (Copyright) no existían antes del siglo XX. En mi caso, yo sigo teniendo confianza en la autoridad y respetabilidad de Isaías, Jeremías, Esdras, así como de Elena G. White.
No importa cuál sea el problema al cual se enfrente un hijo o hija de Dios, siempre podrá confiar en las divinas promesas de protección y dirección.
Viene a mi mente el lejano recuerdo de aquellas noches de tormenta en mi niñez. Cuando el destello deslumbrante de los relámpagos y el retumbar aterrador de los truenos sobrecogía mi corazón infantil, mi querida madre irrumpía en mi dormitorio, Biblia en mano, abierta en el Salmo 91. La lectura con su dulce voz era suficiente para retornarme la confianza y la seguridad: “El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente… porque a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos”.
Dios te conceda un día bajo su cuidado y protección.