


Martes, diciembre 24 – Isaías 45, 46 – Lectura adicional, Profetas y Reyes, capítulo 45, “El retorno de los desterrados”
1. ¿Cómo demuestra Dios Su soberanía? (Isaías 45:1-5)
2. ¿Qué dice Dios acerca de los ídolos en comparación con Él? (Isaías 45:9-10, 46:1-4)
3. ¿Qué promete a Su pueblo? (Isaías 46:3-4, 8-13)
Comentario y reflexión:
En medio de la incertidumbre, el temor y las circunstancias cambiantes, el libro de Isaías ofrece un recordatorio poderoso de la soberanía de Dios. Los capítulos 45 y 46 destacan especialmente su supremacía, la inutilidad de los ídolos y la certeza de Sus planes. Nos enseñan de la autoridad incomparable de Dios, Su propósito en la historia y Su cuidado por Su pueblo.
Isaías 45 comienza declarando que Dios levanta gobernantes y naciones para cumplir Sus propósitos. Habla específicamente de Ciro, el rey de Persia, a quien Dios utiliza como instrumento para liberar a Israel del cautiverio en Babilonia. En el versículo 1, llama a Ciro por su nombre antes de su nacimiento, demostrando que Él orquesta la historia según Su voluntad.
Es fácil dejarnos llevar por la agitación de los acontecimientos mundiales, preguntándonos quién tiene realmente el control. Pero Isaías nos recuerda que nada ocurre fuera de la voluntad de Dios. Él levanta y derriba naciones, y dirige el curso de la historia para Su gloria y el bien de Su pueblo. El hecho de que pueda orquestar tales eventos con precisión nos anima a confiar en Su control sobre nuestras vidas. Cuando nos sentimos inseguros acerca del futuro o ansiosos por los acontecimientos del mundo, podemos descansar seguros de que los propósitos de Dios no fallarán. Él tiene la historia en Sus manos, y también nuestras vidas.
En Isaías 45:9, 10, Dios reprende a quienes cuestionan Su autoridad o intentan encontrar poder en falsos dioses. Señala la absurda práctica de adorar ídolos: objetos hechos por manos humanas que no tienen poder real. Contrasta al Dios vivo con estas cosas inertes que no pueden salvar. Los ídolos que las personas adoran hoy son diferentes; ya no son estatuas físicas, sino comodidades, distracciones o incluso logros personales.
¿Qué estamos usando como apoyo? Es fácil caer en la trampa de buscar seguridad o satisfacción en cosas como la riqueza, el éxito, las relaciones o nuestras propias habilidades. Pero, al igual que los ídolos de los días de Isaías, estas cosas al final nos decepcionarán. Sólo Dios es digno de nuestra confianza y adoración. Sólo Él puede soportar el peso de nuestras esperanzas, temores y sueños. Si estás enfrentando un tiempo difícil, pregúntate: “¿Estoy apoyándome en algo más que en Dios para obtener fuerza? ¿Hay ídolos en mi vida que necesitan ser derribados para que pueda confiar plenamente en Él?”
Estos capítulos también muestran cómo Dios sostuvo a Israel por generaciones, prometiendo liberarlos del cautiverio, y también promete estar con Su pueblo hoy. Cuando enfrentes pruebas, recuerda que no te ha olvidado. Él te ha llevado en Sus brazos y continuará sosteniéndote. Su fidelidad no depende de nuestras circunstancias, sino de Su naturaleza inmutable. Sus promesas son seguras, y Su carácter es inquebrantable.
Al celebrar la Navidad esta semana y al pensar en lo que Dios hizo por nosotros a través del nacimiento, la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, no puedo evitar destacar el poder con que Isaías 46 concluye:
“Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia: Haré que se acerque mi justicia, no se alejará, y mi salvación no se detendrá; y pondré salvación en Sion, y mi gloria en Israel” (Isaías 46:12-13 RV60).
La manifestación máxima de la justicia y salvación de Dios es Jesús. Al celebrar la Navidad, reflexionemos sobre cómo Dios previó todo lo que estaba ocurriendo con Israel, su salvación y también la nuestra. Él trajo Su justicia a través de Jesús. Por lo tanto, confiemos en Él con nuestras vidas y corazones.
En estos capítulos, Dios nos desafía a confiar en Él y reconocer Su autoridad. No es un Dios distante o pasivo, sino el gobernante activo y comprometido del universo. Sólo Él tiene el poder de salvar, proveer y guiarnos en toda situación. Confiemos en Él plenamente hoy.
¡Feliz Navidad!, y gracias, Jesús, por ser Soberano y mi Justicia.