


Lunes, diciembre 30 – Isaías 52, 53
1. ¿Cómo describe Isaías al Mesías y su misión en estos capítulos? ¿Qué aspectos de su sufrimiento y victoria te llaman más la atención?
2. Al saber que el Mesías llevó nuestros pecados y fue quebrantado por nuestra redención, ¿cómo te hace sentir este sacrificio personal de Cristo? ¿Qué aspectos de tu vida pueden transformarse con este conocimiento?
3. Al comprender el sacrificio y amor de Cristo, ¿qué puedes hacer esta semana para compartir estas “buenas nuevas” de salvación y esperanza con alguien en necesidad de escuchar este mensaje?
Comentario y reflexión:
Isaías 52 y 53 forman un pasaje de profunda revelación que describe la misión y el sacrificio del Mesías prometido. Este mensaje no solo proclama las buenas nuevas de salvación, sino que nos invita a contemplar su asombrosa grandeza como una narrativa unificada y llena de propósito divino. Es un pasaje profético que nos transporta a un relato poderoso, en el cual se revela la magnificencia y el peso del ministerio de Cristo, instándonos a imaginar y sentir la intensidad de Su misión.
El profeta llama a los habitantes de Jerusalén a despertar y no perderse el acontecimiento más trascendental de la historia humana. Les urge a sacudirse del polvo, a levantarse y ocupar el lugar que Dios les ha preparado, porque el Mesías viene en medio de una profunda necesidad espiritual, dispuesto a liberar a Su pueblo. La exhortación, “Sacúdete del polvo; levántate y toma asiento, oh Jerusalén” (Isaías 52:2), destaca la condición espiritual de aquellos que están por recibir al Salvador, quien trae la promesa de restauración y redención.
El pasaje avanza recordando el doloroso pasado de Israel, tantas veces oprimido y separado de su tierra, hasta que finalmente Dios afirma, “Aquí estoy” (Isaías 52:6), una declaración de Su presencia y de Su compromiso con el rescate y la salvación de Su pueblo. Es una promesa poderosa de que el Señor mismo intervendrá para restaurar el orden y traer paz.
Llegamos entonces a la declaración jubilosa de salvación: “¡Cuán hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz!” (Isaías 52:7). Es un momento de celebración y regocijo, pues el Mesías ha llegado para redimir y salvar.
Isaías, en su narrativa conmovedora, describe al Mesías como el Siervo que sufrirá por amor, cargando sobre sí las iniquidades de muchos. Esta sección se entrelaza con el capítulo 53, donde se revela el sufrimiento y la compasión del Mesías, quien, aunque quebrantado, triunfará en Su misión. Con palabras de esperanza, el profeta proclama: “He aquí que mi siervo triunfará, será enaltecido y exaltado” (Isaías 52:13). Aun en medio del quebranto, el Siervo Justo llevará los pecados de otros y justificará a muchos (Isaías 53:11).
Este mensaje es el corazón del Evangelio: Cristo Jesús, el Mesías, vino a este mundo para salvar a una humanidad perdida, ofreciendo el perdón de nuestros pecados y una vida eterna con Él. ¡Qué mensaje tan poderoso y lleno de esperanza! Hoy, cada uno de nosotros tiene la oportunidad de abrazar este perdón y vivir una vida transformada por Su amor. “Porque derramó su vida hasta la muerte y fue contado entre los transgresores, habiendo él llevado el pecado de muchos e intercedido por los transgresores”. (Isaías 53:12)