


Sábado, enero 25 – Jeremías 24, 25 – Lectura adicional – Profetas y Reyes capítulo 34, “Jeremías”
1. ¿A quiénes representan los higos buenos en Jeremías 24 y a quiénes representan los higos malos? Jeremías 24:4,8
2. ¿Por cuánto tiempo estaría el pueblo de Dios cautivo en Babilonia? Jeremías 25:11,12
Ya estamos leyendo mensajes que corresponden al tiempo del cautiverio. “El contexto sugiere que Jeremías recibió esta visión poco después de que Joaquín fuera llevado cautivo en 597 a. C., quizá antes del fin del año.” CBA, Jeremías 24:1
Cuando el rey Nabucodonosor de Babilonia conquistó el reino de Judá, llevó cautivo al rey y a la gente que consideró útil. Llevó a guerreros, artesanos y herreros, tal vez para negar la capacidad de los que quedaban de construir armamentos y hacer la guerra, también para beneficiar a su reino con sus habilidades. La gente que quedó fue dejada bajo la autoridad de un nuevo rey que Nabucodonosor instaló, a Sedequías, que era tío del rey Jeconías o Joaquín. Leeremos más sobre esta historia cuando lleguemos a 2 Reyes 24.
La visión de Jeremías 24 tiene que ver con estos eventos y con estos dos grupos, el que se llevaron y el grupo que quedó. Dios mostró al profeta dos cestas de higos, una tenía higos muy buenos “como brevas” y los otros higos muy malos, tan malos que no se podían comer. Brevas es el fruto temprano de la higuera que se considera el mejor. Otra vez notamos el uso que Dios hace de las ilustraciones para comunicar el mensaje. Una historia o algo de la naturaleza como en este caso, es una herramienta poderosa para que el mensaje sea entendido.
Tanto los cautivos como los que quedaron tenían una interpretación equivocada de lo que había sucedido. Quienes se fueron iban obviamente tristes. Los que quedaron pensaron que tenían la aprobación de Dios por haber quedado en su tierra, mientras que los cautivos pensaban que habían sido castigados con el exilio. La visión dice lo contrario.
Los que habían sido llevados cautivos eran los higos buenos. La prueba del cautiverio los haría reconocer su pecado. Notemos que dice que fueron llevados cautivos “para su bien”, (24:5)
Mediante la prueba del cautiverio Dios estaba salvando a su pueblo. Lo permitió “para su bien”. Hay accidentes y situaciones que no entendemos, pero debemos confiar en el propósito de Dios.
Dios asegura a los cautivos que no los ha olvidado, y les hace una preciosa promesa de salvación y de restauración tanto física como espiritual. Los planes de Dios siempre son mejores.
Por otro lado, quienes quedaron en Jerusalén son los “higos malos” porque continuaron en sus malos caminos. Pensaban que podían confiar en Egipto para escapar de los babilonios. Jeremías les dice que, lejos de escapar, llegarán a un final humillante y terrible.
En Jeremías 25 el profeta le recuerda al pueblo una profecía que recibió de parte de Jehová en el año 3ro de Joacim. Le recuerda que por 23 años ha estado advirtiendo, “he hablado desde el principio y sin cesar, pero no escuchasteis.” Ver 3. No solo el, sino otros profetas también. (25:4, 5)
Veamos lo que dice el Comentario Bíblico de Andrews sobre el juicio de Dios en este momento y sobre la esperanza futura: “Dios entonces anuncia que debido a su negativa a oír/obedecer, enviaría a Su siervo Nabucodonosor contra Judá y contra las naciones alrededor, resultando en su destrucción (25:8-9). La vida y la alegría de desaparecerían (v. 10; cf. 7:34; 16:9; 33:11). La tierra de Judá y de sus vecinos serian desoladas, y servirían al rey de Babilonia setenta años (v. 11). Después de eso, Dios castigaría a Babilonia por su iniquidad y la convertiría en desolación perpetua (v. 12; cf. 50:1-51:58).” CB de Andrews, Jeremías 25:1-14
¡Amen! Hay esperanza para el pueblo de Dios. Cuando anuncia los juicios, también anuncia la liberación. Así es de compasivo Jehová.
De Jeremías 25:15 en adelante hasta el final del capítulo, en visión Dios le da a Jeremías en forma simbólica la copa del vino de su ira para que le dé a beber a todas las naciones.
Los versículos 30 en adelante tienen una aplicación al juicio final. La ira de Dios no sería para siempre sobre su pueblo. Había puesto un límite de tiempo definido a Babilonia. Promete que haría una obra especial en su pueblo, que ya no volverían más a la idolatría, sino que recibirían un corazón nuevo, obediente a sus mandamientos. (Jeremías 24:7)
Seamos sensibles a los mensajes de Dios y confiemos en sus promesas. Confiemos que Él está haciendo Su obra en las naciones y en su pueblo. El mal puede parecer imperar, pero en el tiempo que Jehová tiene señalado, actuará desde su santa morada.
Sus bendiciones sean abundantes sobre ti y sobre tu familia en este día.