


Miércoles, enero 29 – Jeremías 32, 33
1. ¿Qué lección quiso enseñar Dios a Jeremías y al pueblo con la compra de la propiedad de su primo? Jeremías 32:14,15,44
2. ¿Con qué compara Dios su fidelidad a su pueblo? Jeremías 33:19-22
3. ¿Qué dos familias de Israel tendrían descendencia hasta el fin? Jeremías 33:21
Sobre la historia que sirve de fondo a los capítulos 32 y 33 dice el Comentario Bíblico Adventista: “La política traidora e intrigante de Sedequías obligó a Nabucodonosor a sitiar a Jerusalén. En esta ocasión el rey de Judá, lleno de ira por las persistentes predicciones de derrota hechas por Jeremías (vers. 3-5; cap. 34: 2-3; 38: 20-23), hizo encarcelar al profeta en “el patio de la cárcel” (cf. Neh. 3:25).” CBA, Jeremías 32:2
Como se ha hecho notar antes, el mensaje de Jeremías era un mensaje sumamente impopular. No era un mensaje positivo de conquista y de victoria, era un mensaje de derrota y sumisión; pero era dado por el bien del pueblo, para evitar muertes y sufrimientos. Debian aceptar el cautiverio como disciplina de Dios.
La situación era aún peor para Jeremías porque, además de la situación que lo rodeaba, enfrentaba la hostilidad del rey y de los demás. No solo estaba sitiado como todos, sino que estaba preso como un criminal.
No siempre Dios dice lo que esperamos o anuncia lo que pensamos es mejor. En ocasiones suceden cosas malas que no entendemos, podemos aun llegar a dudar de la dirección divina. En momentos así, por la fe podemos aferrarnos al brazo de Jehová y a sus promesas. Podemos confiar cuando no entendemos, que Él entiende., no sabemos, pero Él sabe.
Dios le envió un mensaje a Jeremías a la cárcel. Fue un primo a verlo para proponerle que comprara una propiedad en Anatot. Tenía la primera opción por el orden familiar. El mensaje de Dios fue claro, “compra la heredad”.
Seguramente en la situación en que estaba el reino, los precios de las propiedades estaban por el suelo. Hanameel quiso asegurar el precio mientras valía algo. Este es el mensaje de Dios a través de esta transacción: “Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ‘Aún se comprarán casas, heredades y viñas en esta tierra.’” 32:15
A pesar de lo que estaba pasando, Dios estaba comunicando por esta transacción que tenía un plan, que no todo estaba terminado. Le pidió a Jeremías que demostrara su fe, no sólo con palabras, si no con su dinero. Debía poner su dinero en donde estaba su fe.
La transacción se hizo con todo el rigor de la ley. Con escritura sellada, con una copia y con testigos.
En el capítulo 33 Dios visita a Jeremías en la cárcel otra vez. Estaba preso, pero no solo, despreciado, pero no por Dios. ¡Qué hermosas palabras comienzan este segundo mensaje! “Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre: Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” 33:2,3
La invitación es a que Jeremías mire más allá de su situación del momento, más allá del sitio, de la guerra, del desprecio, de la hostilidad, de la cárcel. Todo está oscuro, todo está difícil, la gente no entiende, pero Jehová que hizo la tierra está contigo. “Clama a mí, que yo te voy a responder. Y te voy a enseñar cosas que ahora mismo no se ven, por las cosas que están sucediendo, pero tengo cosas grandes en mis planes.”
Jeremías 33:6-9 contiene hermosas promesas que revelan el amor de Jehová por su pueblo. Estas promesas eran para Juda, pero también se proyectan al futuro, a los planes que Dios tiene para su pueblo en la restauración de todas las cosas.
Hay una profecía y una promesa mesiánicas, “En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo justo, que actuará conforme al derecho y la justicia en la tierra. En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura. Y se le llamará: ‘Jehová, justicia nuestra’.” 33:15,16
Acerca de las dos familias que menciona 33:24 dice el Comentario Bíblico Adventista,
“Algunos comentadores consideran que este pasaje constituye una burla de los paganos frente a la caída de las “dos familias”, que según estos mismos comentadores, serían los reinos de Judá y de Israel (Eze. 35: 10; 36: 19-20). Otros interpretan que “este pueblo” se refiere a los israelitas desleales (Jer. 4: 10; 5: 14, 23; 6: 19), que se habían entregado a la desesperación (cap. 32:42-43; 33: 10), porque hasta las “dos familias” -la de David y la de Leví (cap. 33: 21-22)-, parecían haber sido abandonadas de Dios.” CBA, Jeremías 33:24
Así como las leyes del día y de la noche, del cielo y de la tierra son fijas y firmes, así es también fiel y firme la promesa de Jehová: “Haré volver sus cautivos y tendré de ellos misericordia.” 33:26
Podemos confiar, podemos descansar en sus promesas. El tendrá de nosotros misericordia.
Seas muy bendecido en este día.