


Jueves, febrero 13 – Lamentaciones 2, 3:1-36
1. ¿Cómo afectaron los falsos mensajes a Jerusalén? Lamentaciones 2:14
2. ¿Cómo se siente el profeta en medio de la prueba? Lamentaciones 3:8
3. ¿Cuándo se renuevan las misericordias de Jehová? Lamentaciones 3:23, 23
Comentario y reflexión:
Tanto judíos como cristianos atribuyen al profeta Jeremías la autoría del libro. La razón es más que obvia, pues el profeta estaba sumamente afligido a causa de la situación de Jerusalén frente a la invasión de Babilonia y el inminente cautiverio. En el caso de Lamentaciones, en el original hebreo, el título del libro es la palabra “EKAH”, que se traduciría “¡Cómo!”, ya que con esa palabra empiezan los capítulos 1 y 2.
A Jeremías se le conoce como “el profeta llorón” a causa de su constante aflicción. Creo que es una realidad que todo líder del pueblo de Dios, ya sea profeta, así como anciano, diácono o pastor, deba afligirse por las condiciones de la iglesia. Hoy no es una excepción.
El libro se compone de cinco poemas que corresponden con los cinco capítulos de nuestras Biblias modernas. Son elegías, es decir, composiciones poéticas del género lírico en la que se lamenta la muerte de una persona u otra desgracia y que no tiene una forma métrica fija. La escritura de este libro es muy semejante a otros como los Salmos y otros libros proféticos, como el de Daniel, que fueron escritos en forma de poesía.
Debe dejarse claro que en el versículo 20 Jeremías clama a Dios a que mire el sufrimiento de su pueblo. No es que Dios lo causara, sino los mismos pecados de la nación; es un clamor del autor recurriendo al único que podría tener compasión de ellos. Hoy día, cuando nos vienen encima problemas que no podemos explicarnos el porqué de ellos, lloramos en nuestra oración de clamor, y decimos: “¡Señor, mira mi angustia, ya no puedo más! Si tú no vienes en mi ayuda, ¿qué será de mí?” Esto no denota falta de fe, sino un profundo dolor y reconocimiento de que la solución no puede venir de otra fuente que no sea nuestro Dios.
Lee todo el capítulo 2 de Lamentaciones, haciendo comparaciones entre los dolores de Jeremías y los tuyos, actualizando las expresiones con tu propia experiencia de hoy. Tal vez puedes clamar a favor de un hijo descarriado, o por tu matrimonio que está al borde de la destrucción. Quizás puedas clamar angustiosamente por tu situación legal en este país y el temor a ser deportado y separado de tu familia. Puede ser que tu médico recientemente te dijo que el problema que afronta tu salud no tiene fácil solución, y temes que puedas morir y no sepas a quién encargarás el cuidado de tus pequeños hijos; es entonces el momento de clamar con lágrimas al único que puede salvarte.
En el capítulo 3, los fieles deploran sus calamidades, pero se llenan de esperanza por las misericordias de Dios. Reconocen la justicia del Señor y oran por su liberación y la venganza de sus enemigos.
“Cuando (Jeremías) fue llamado a beber la copa de la tribulación y la tristeza, y cuando en sus sufrimientos se sentía tentado a decir: ‘Pereció mi fortaleza, y mi esperanza de Jehová’, recordaba las providencias de Dios en su favor, y exclamaba triunfantemente: ‘Es por la misericordia de Jehová que no somos consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi parte es Jehová, dijo mi alma; por tanto en él esperaré. Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le buscare. Bueno es esperar callando en la salud de Jehová”. Profetas y Reyes, página 310.
Amados, tiempos muy difíciles nos esperan como pueblo de Dios. Solamente aquellos que se hayan escondido en el pabellón de Jehová podrán soportar lo que viene. Solo así podremos soportar los poderosos engaños que cautivarán al mundo.
¡Les deseo a todos un día feliz cerca de Jesús!