


Viernes, febrero 21 – Ezequiel 12, 13
1. ¿Puedes ver y oír a Jehová obrando y dirigiendo en tu vida?
2. ¿Hay alguna brecha en el muro de tu comunidad o de la iglesia? ¿Alguna exposición al miedo, la confusión y la falsa información sobre el carácter y la voluntad de DIOS?
3. ¿Puedes discernir a un falso profeta de un verdadero profeta?
Ezequiel 12 es un mensaje de Jehová para los exiliados que estaban con Ezequiel en Babilonia. Ezequiel vivía entre un pueblo rebelde que se negaba a usar sus oídos para oír y sus ojos para ver. Ver y oír es una elección. Tenían la Palabra de DIOS, la institución del sacerdocio, los sacrificios, el templo y los profetas que les hablaban, pero decidieron no ver ni oír y rehusaron alinear sus vidas con la Palabra de Jehová. No es que no pudieran, sino que no querían.
Así que Jehová hizo de Ezequiel una señal para el pueblo. Ezequiel tuvo que sacrificar su orgullo para captar la atención de un pueblo que había rechazado repetidamente la Palabra de Jehová. Dios nos pide lo mismo a todos, aunque de diferentes maneras. La mayoría de las veces, el ministerio exige sacrificio personal sin reflectores, sin multitudes que aplaudan, sin fama ni fortuna. No es posible ejercer el ministerio sin un costo personal. Todos somos llamados a sacrificarnos por los perdidos.
Jehová esperaba que los exiliados prestaran atención a las representaciones simbólicas de Ezequiel, reconsideraran su actitud y respondieran con arrepentimiento. Pero el pueblo respondió con un proverbio: “Los días se alargan, y toda visión perece” (Ezequiel 12:22).
En otras palabras, nada va a suceder. Tomaron el mensaje de Ezequiel con ligereza. Irónicamente, la misericordia de Jehová al retrasar el juicio fue usada como excusa para seguir en su pecado y rebelión.
Entonces, Jehová respondió con un nuevo proverbio: “No se tardará más ninguna visión, ni habrá más profecía vana, sino que en vuestros días, oh casa rebelde, hablaré palabra y la cumpliré” (Ezequiel 12:23-25).
Pero el pueblo respondió: “Sí, está bien, pero sucederá en el futuro lejano, no en nuestra vida.” Así respondió Israel a la Palabra de DIOS.
No negaron que Ezequiel hablaba en su nombre, pero razonaron que lo que anunciaba estaba demasiado lejos en el tiempo como para importarles.
El corazón malvado de cada generación se burla de la Palabra de DIOS, ya sea diciendo que no se cumplirá o que su cumplimiento está demasiado distante y no es relevante para su tiempo. Los burladores siempre intentan negar o retrasar los juicios de DIOS (2 Pedro 3:3-10).
En Ezequiel 13, Jehová trata con los falsos profetas que intentaban imponer sus propias ideas. Contradecían lo que Jehová decía a través de Ezequiel, afirmando que DIOS libraría a Jerusalén de los babilonios y que todos los exiliados regresarían pronto.
En lugar de reparar los muros rotos, estos falsos profetas hacían lo que hacen los chacales: aprovecharse de las ruinas para hacer su hogar. Los muros rotos representaban la falta de defensa del pueblo y su exposición al peligro. La gente estaba expuesta al miedo, la confusión y la falsa información sobre el carácter y la voluntad de DIOS—estas eran las “brechas en el muro”. Los falsos profetas usaban la confusión, el miedo y las preocupaciones del pueblo para su propio beneficio. Por eso, Jehová lucharía contra ellos y haría lo siguiente:
1. Los expulsaría de la comunidad de Israel.
2. Borraría sus nombres de los registros de Israel.
3. Los echaría de la tierra de Israel.
DIOS los erradicaría completamente de Su pueblo. No hay castigo mayor para un israelita que ser completamente cortado de todo lo que significa ser parte de Israel.
El pecado de estos falsos profetas fue que mentían acerca de la paz y nunca hablaban de arrepentimiento. Su mensaje era como un muro inseguro cuyas grietas habían sido cubiertas con una fachada, dando la impresión de fortaleza y estabilidad cuando en realidad no existían. Cuando los babilonios finalmente llegaron, todos se dieron cuenta demasiado tarde de que los autoproclamados profetas eran fraudes.
Jehová también habló contra las falsas profetisas, a quienes llamó “cazadoras de almas”. Se ganaban la vida vendiendo amuletos, encantos mágicos, mentiras supersticiosas y falsas promesas a personas vulnerables y temerosas. DIOS está en contra de cualquier producto que atrape y engañe a Su pueblo con temor y superstición. Estas mujeres también alentaban a los impíos a continuar en sus pecados y nunca los llamaban al arrepentimiento; en cambio, desanimaban a los justos con sus mentiras, visiones y predicciones.