


Lunes, febrero 24 – Ezequiel 18, 19
1. ¿Qué refrán repetían los cautivos para culpar a Dios y a sus padres por el cautiverio? Ezequiel 18:2
2. ¿Cuál fue la respuesta de Dios a la acusación de los cautivos? Ezequiel 18:4, 20
Ante los mensajes de amonestación de los profetas, los judíos cautivos en Babilonia hicieron lo que es usual que haga el pecador desde el tiempo de Adán y Eva: culparon a sus padres de merecer el cautiverio y a Dios de ser injusto por castigarlos por el pecado de sus padres. Para apoyar este argumento citaban el refrán popular: “Los padres comieron las uvas agrias, y a los hijos les dio dentera” (18:2).
En el mensaje del capítulo 18 Dios pone la responsabilidad en donde va, cada persona es responsable por su pecado. “He aquí que todas las almas son mías: como el alma del padre, así el alma del hijo es mía. El alma que peque, ésa morirá.” (18:4, 20)
Además de señalar la responsabilidad individual, este pasaje confirma lo que Dios dijo desde el principio a Adán y Eva, “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Además de la muerte eterna, el pecado tiene consecuencias funestas para esta vida.
Para probar el concepto de la responsabilidad da tres ejemplos: el padre justo, su hijo impío, su nieto justo.
Al poner los ejemplos menciona los pecados de los cuales los mismos que usaban el refrán eran culpables. Al oír las palabras podían reconocer sus propios pecados.
Aquí está la conclusión: “El alma que peque, ésa morirá. El hijo no llevará el pecado del padre ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo recaerá sobre él y la impiedad del impío recaerá sobre él.” (18:20)
Jehová aclara la verdad que el refrán oscurece: “Si aún dice la casa de Israel: “No es recto el camino del Señor”; ¿no son rectos mis caminos, casa de Israel? ¡Ciertamente, vuestros caminos no son rectos!” (18:29)
Siendo misericordioso, concluye el mensaje con un llamado al arrepentimiento:
“Por tanto, casa de Israel, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, dice Jehová, el Señor. Convertíos y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina. Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? Porque yo no quiero la muerte del que muere, dice Jehová, el Señor. ¡Convertíos, pues, y viviréis!” (18:30-32)
Debemos notar la tendencia humana natural a no tomar responsabilidad por los propios pecados. Esta actitud lleva a la muerte. Se requiere la obra de amonestación del Espíritu Santo para que el pecador reconozca su falta y tome responsabilidad. Para quien lo hace hay esperanza.
Vemos que Dios no está interesado en ganar la discusión, no quiere meramente probar el error. Amonesta para salvar. Dice, “¡Convertíos, pues, y viviréis!”
El capítulo 19 es un lamento de Dios y del profeta expresado en dos parábolas.
En la primera parábola la madre es Jerusalén. “Se echó entre los leones, es decir, los otros reinos del mundo, las naciones gentiles.”
Dice la Biblia de Andrews:
“Se usa a sus dos hijos, que llegaron a ser reyes de Judá (2 R 23:31; 24:18), como ejemplo del principio de responsabilidad moral. El primer león joven, identificado como Joacaz, fue derrocado por el faraón Necao lI. (2 R 23:29-33). El segundo león joven fue el desobediente y rebelde rey Sedequías, a quien Nabucodonosor deportó a Babilonia (2 R 25:1-7). A veces el idioma hebreo utiliza el verbo en el pasado para referirse a un evento en el futuro a fin de enfatizar la certeza de su cumplimiento (pretérito profético). Ese es el caso en este versículo.” Comentario en la Biblia de Andrews
En la segunda parábola Israel es una vid primero robusta y fructífera. Luego fue arrancada y llevada al desierto, refiriéndose a Babilonia. En Jerusalén, el rey Sedequías, nombrado por Nabucodonosor, fue como un fuego en la misma vid que devoró lo que quedaba de ella. La rebelión de Sedequías acabó lo que quedaba de la nación y de la descendencia real de David.
Los mensajes de Dios son repetidos y claros. Quienes no quieren escucharlos no los entienden. Lo que Dios está haciendo es llamar a su pueblo al arrepentimiento. Prestemos atención al mensaje de Dios, seamos sensibles a su llamado.
Que tengas un día muy bendecido junto a tus amados.