


Martes, junio 10 – Gálatas 3, 4
1. ¿Cómo son justificados los gentiles? (Gálatas 3:8)
2. ¿De quién están revestidos los que son bautizados en Cristo? (Gálatas 3:27)
3. ¿Qué diferencia hay entre el hijo de la esclava y el de la libre? (Gálatas 4:23)
4. ¿Qué representan Agar y Sara? (Gálatas 4:24)
Cuando Pablo escribe a los gálatas, sufre por la rápida apostasía de estas iglesias. Según Los Hechos de los Apóstoles, “por la influencia de falsos maestros… se estaban extendiendo rápidamente la división, la herejía y el sensualismo… instaban a los conversos gentiles a observar la ley ceremonial” (HAp 307.1). Estos maestros también desprestigiaban a Pablo y lo acusaban de no ser un verdadero apóstol. Pablo responde con firmeza y pasión.
El apóstol recuerda que los gálatas recibieron el Espíritu por la fe, no por las obras. Les exhorta a abandonar a los falsos guías, quienes “eran hipócritas… su religión estaba constituida por una rutina de ceremonias, con cuyo cumplimiento esperaban ganar el favor de Dios” (HAp 309.4). El mensaje es claro: “El justo por su fe vivirá” (Habacuc 2:4).
La ley tiene un propósito: revela el carácter de Dios y nos conduce a Cristo. Como dice Pablo: “La ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (Gálatas 3:24).
Ellen White explica: “La ley nos revela el pecado… La ley de los Diez Mandamientos… si se recibe en Cristo, obra en nosotros la pureza del carácter” (MS 23a, 1896). “Ambas, la ley ceremonial y el código moral… son ayos para llevarnos a Cristo” (MS 87, 1900).
En Gálatas 4, Pablo presenta una alegoría: Agar e Ismael representan el pacto de obras; Sara e Isaac, el pacto de fe. Según el Comentario Bíblico Adventista:
“Ismael era el hijo del plan humano… Isaac fue el hijo de la promesa” (CBA t. 6, p. 969).
“Pablo utiliza esta alegoría para ilustrar la condición de esclavitud espiritual en la cual habían caído los gálatas” (p. 970). “Mientras el hombre dependa de las obras… no podrá librarse de la esclavitud… El legalismo… mata” (p. 970).
“Agar representa aquí el pacto de las obras del Sinaí… no es el plan de Dios que la salvación se alcance por las obras de la ley” (p. 970).
Los gálatas, al volver a la ley, caían en el mismo error que Israel: “El Israel literal… estaba cometiendo el mismo error de Abrahán con Agar e Ismael: tratar de llevar a cabo el propósito de Dios de acuerdo con un plan hecho por el hombre” (CBA t. 6, p. 970).
Pablo también contrasta dos Jerusalén: “La Jerusalén de arriba… representa a la iglesia cristiana… el judaísmo está en esclavitud; el cristianismo es libre” (CBA t. 6, p. 970).
“Cristo había quitado la muralla de separación entre judíos y gentiles… ya eran aceptados como iguales” (p. 970). “La perspectiva de éxito glorioso pertenece ahora a la iglesia cristiana… portaluces para la humanidad” (p. 971).
La advertencia de Pablo sigue vigente: muchos hoy practican idolatría espiritual, elevando riquezas, placeres o doctrinas humanas por encima del evangelio. Algunos predican un “Cristo más”: Cristo más obras, Cristo más ritos, Cristo más tradiciones. Pero el evangelio no es Cristo más; es solo Cristo. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe… no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
Como Pedro escribió: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa… para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9, RV60).
Queridos hermanos, regocijémonos hoy porque, como el Israel espiritual, hemos heredado el privilegio de anunciar el evangelio a “toda nación, tribu, lengua y pueblo”. No volvamos a la esclavitud de las obras, sino permanezcamos en la libertad del evangelio de la gracia.
“La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén.” (Efesios 6:24)
¡Que tengas un bendecido y próspero día!