


Jueves, junio 12 – Hechos 17, 18
1. Obediente al llamado de Dios mediante la visión de aquel hombre que lo invitaba a venir a ayudarlos, al pasar por la provincia de Macedonia, ¿a cuáles ciudades llegaron Pablo y sus acompañantes? (Hechos 17: 1)
2. ¿Cuál era el tema de la predicación de Pablo? (Hechos 17:3)
3. ¿Qué hicieron los conversos de la ciudad para proteger a Pablo y sus compañeros? (Hechos 17:10)
4. ¿Cómo calificó Lucas a los bereanos al narrar la historia? (Hechos 17:10-12)
5. Al caminar por las calles de la populosa e idólatra ciudad de Atenas, y ver sus suntuosos templos paganos, ¿a dónde fue llevado Pablo a disputar con los filósofos griegos epicúreos y estoicos? (Hechos 17:16-21)
6. Al hablar al público reunido, ¿a qué inscripción que había visto, hizo alusión el apóstol? (Hechos 17:22-32)
7. ¿Quiénes creyeron como resultado de ese encuentro? (Hechos 17:34)
8. ¿Qué consoladores palabras le dijo Jesús a Pablo en una visión? (Hechos 18:9, 10)
Hemos acompañado a Pablo y a Bernabé en su primer viaje misionero. De regreso a la sede, Antioquía de Siria, rinden informe de su viaje, pero se encuentran, a la vez, con una situación de división a causa de la presión de los judíos llegados de Jerusalén han colocado sobre los gentiles convertidos; según ellos, debían circuncidarse y obedecer toda la ley ceremonial. Eso hizo que los líderes de Antioquía enviaran una comisión a Jerusalén para aclarar el asunto. Pablo y Bernabé van de delegados, entre otros.
Esto derivó en el Primer Concilio de la Iglesia de la historia. Los resultados fueron favorables y equilibrados: no se les impuso a los gentiles las prácticas de los judíos; solo debían ser obedientes a Dios en la Ley Moral al abstenerse de prácticas deshonrosas y cuidar de no comer sangre, cosa vigente hasta hoy, por supuesto.
De regreso a la sede misionera, Pablo propone a Bernabé regresar a los lugares visitados anteriormente para confirmar la fe de los creyentes. Este último quiso llevar a Juan Marcos, dándole una segunda oportunidad. En el primer viaje, se acobardó y regreso a casa. Pablo no quería correr riesgos y se opuso. Esto dio por resultado que decidieran hacer dos frentes de avanzada, cada uno por su lado. Es entonces cuando Pablo comienza su segundo viaje misionero, en el que se basa el estudio presente.
Esta vez, Pablo lleva consigo como compañero a Silas, a quien los hermanos de Jerusalén enviaron a Antioquía como portador de la carta con los acuerdos del Concilio. Resultó ser Silas un fiel compañero del apóstol, aun en prisión más tarde. Esta vez, Pablo visitó las iglesias antes fundadas y prosiguió mucho más adelante al recibir la visión de un llamado especial a pasar de Asia a Europa.
Atenas era la cuna de la filosofía antigua. Entre los muchos filósofos se encontraban los llamados “epicúreos”, que daban importancia a la comodidad y el valor de la vida, y los “estoicos” que, por el contrario, creían en la austeridad; mientras más pobres, eran considerados más sabios y respetados. Entre ellos estaban Zenón y Aristóteles, entre otros.
¡Qué confianza debemos tener nosotros hoy en las palabras dirigidas al perseguido apóstol! No tenemos nada que temer al cumplir con la misión que se nos ha encomendado. Dios tiene “mucho pueblo” en las ciudades donde vivimos hoy. ¡No tenemos nada que temer!
Las historias en el libro de Hechos son bellas. En forma maravillosa Dios guio a estos útiles siervos en la proclamación del Evangelio en lugares remotos. Hoy la promesa es la misma. Todo lo que debemos hacer es confiar en Aquel que nos ha encomendado tan sagrada tarea.
Así como Pablo y los demás apóstoles comenzaron la obra, debemos nosotros terminarla antes de que regrese Jesús. ¡Amén, que sea pronto!