


Sábado, junio 14 – 1 Tesalonicenses 3, 4 – Lectura adicional, Los Hechos de los Apóstoles, capítulo 25
1. ¿Cómo fue consolado Pablo en medio de su necesidad y aflicción? 1 Tesalonicenses 3:6-8
2. ¿Cómo debe conducirse el matrimonio? 1 Tesalonicenses 4:4, 5
3. ¿Qué consuelo ofrece Pablo a la iglesia? 1 Tesalonicenses 4:13-18
En el capítulo 3, Pablo manifiesta su profunda preocupación por el bienestar espiritual de los creyentes en Tesalónica. Debido a las dificultades que enfrentaban, temía que su fe flaqueara. Por ello, envió a Timoteo con el propósito de confirmar, fortalecer y exhortar a los creyentes “respecto a vuestra fe” (3:2). Sabía que la persecución podía desanimarlos, y deseaba que entendieran que esas pruebas eran parte del plan divino para su crecimiento espiritual.
Pablo les había advertido previamente sobre las tribulaciones, como también les había compartido su experiencia de sufrimiento en Filipos. Esto fortaleció su mensaje y aumentó la credibilidad de sus enseñanzas. A pesar de saber que serían perseguidos, Pablo no se mostró indiferente; su amor pastoral lo llevó a buscar noticias personales del estado de su fe.
Temía que el tentador, Satanás, lograra desviarlos y que su labor entre ellos hubiese sido en vano. Pero al recibir el informe de Timoteo, se llenó de gozo y alivio al saber que los tesalonicenses se mantenían firmes. Expresó: “¿Qué acción de gracias podremos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que nos gozamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios?” (3:9). Esta carta, escrita por la imposibilidad de volver a Tesalónica, fue inspirada por el Espíritu y ha bendecido a la iglesia en todos los siglos.
El anhelo de Pablo era que sus conversos fueran hallados irreprensibles ante Dios en la venida de Cristo. Su deseo era verlos libres de toda imperfección espiritual, sabiendo que en ese día no habría ya posibilidad de cambio. ¿Estamos nosotros también preparándonos para ese glorioso encuentro?
En el capítulo 4, Pablo cambia de tono, pasando de la oración a la exhortación. Sin imponer su autoridad apostólica, se dirige a los tesalonicenses con humildad, como hermanos, rogándoles que anden “como es digno de Dios” (4:1). Recuerda que lo que enseña no son opiniones personales, sino mandatos del Señor.
Aborda con firmeza el tema de la santificación. “La voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación” (4:3). En una cultura pagana marcada por la inmoralidad sexual, Pablo destaca que el creyente ha sido llamado a vivir en santidad. La castidad no era común en el mundo grecorromano, pero el evangelio exige una norma más alta. Hoy, cuando también se ha rebajado el estándar moral, esta exhortación sigue vigente.
El matrimonio es presentado como una institución divina para proteger contra la inmoralidad. “Que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor” (4:4). Pablo recuerda que Dios es el juez de todo acto impuro: “El Señor es vengador de todo esto” (4:6).
El apóstol también exhorta al amor fraternal y al trabajo honrado. Algunos creyentes, confundidos por ideas fanáticas, habían dejado de trabajar, lo cual causaba perturbación. Pablo los insta a vivir vidas sobrias y responsables. El amor, aunque presente, debía crecer más y más (4:10).
Finalmente, introduce un tema esencial: la esperanza ante la muerte. Los creyentes estaban preocupados por sus seres queridos que habían muerto. Pablo les aclara que no deben entristecerse como los que no tienen esperanza. “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él” (4:14).
Él describe el regreso de Cristo en forma hermosa: “El Señor mismo… descenderá del cielo… los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros… seremos arrebatados… para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (4:16–17). Esta es la gran esperanza que nos consuela.
Pablo concluye: “Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (4:18). Esta exhortación no es opcional, sino una orden afectuosa para que compartamos esta verdad consoladora entre nosotros. Frente al dolor, al caos del mundo y la muerte, la promesa del regreso de Cristo es nuestra mayor esperanza.
Que el Dios de paz nos ayude a vivir en santidad, amor y esperanza, hasta que Cristo venga.