


Viernes, junio 20 – 1 Corintios 6, 7
1. ¿Qué consejos ofrece el apóstol en cuanto a cómo los cristianos debían resolver sus litigios entre ellos? (1 Corintios 6:1-8)
2. ¿Qué significa que nuestros cuerpos son miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo? (1 Corintios 12-20)
3. ¿Qué principios rectores deben primar en el matrimonio? (1 Corintios 7:1-9)
4. ¿Qué dice Pablo sobre el divorcio y la separación en el matrimonio? (1 Corintios 7:10-16)
5. ¿Cuál fue el consejo de Pablo sobre la circuncisión y la esclavitud? (1 Corintios 7:17-24)
1 Corintios 6 y 7 forman parte de la temática sobre la moralidad sexual. Debo acotar que la congregación Corintia era una muy peculiar. Ellos eran parte de una comunidad cosmopolita que presentaba grandes desafíos para los cristianos de aquella ciudad. La peculiaridad de esta ciudad portuaria era que constantemente había un influjo de personas de diferentes culturas y estratos sociales. El libertinaje moral era prevalente. Hace unos quince años tuve la oportunidad de visitar sus ruinas. En los murales y grafitis del arte callejero todavía se observan muestras de las inmoralidades que practicaban. Era una “sin city”, como las que existen hoy en el mundo. La prostitución era rampante. Siendo que Pablo invirtió mucho de su tiempo y esfuerzo misionero para la conversión de los corintios, sus consejos son muy puntuales.
Los primeros 8 versículos del capítulo 6 ofrecen la directriz inspirada en lo tocante a cómo los cristianos entre ellos debían resolver sus disputas y litigios. Debemos tomar en cuenta que los cristianos corintios eran de extracción gentil y por lo tanto, en su ambiente las controversias se resolvían llevándolas ante un juez civil pagano carente del temor de Dios. Ya Jesús, en sus enseñanzas, había indicado la manera en que sus seguidores debían lidiar con las ofensas mutuas. (Mateo 18:15-17)
El Comentario Bíblico Adventista comenta: “Los judíos no permitían que sus disputas fueran presentadas ante tribunales gentiles.” (CBA, 1 Corintios 6:1)
La Sra. White también comenta: “Los cristianos no deberían recurrir a los tribunales civiles para arreglar las diferencias que puedan levantarse entre los miembros de la iglesia. Tales diferencias deberían arreglarse entre ellos mismos, o por la iglesia, de acuerdo con la instrucción de Cristo. Aunque pueda haberse cometido una injusticia, el seguidor del manso y humilde Jesús sufrirá que se le defraude antes que exponer al mundo los pecados de sus hermanos de la iglesia” (HAp, 247).
La congregación corintia no era fácil y por eso Pablo debía denunciar los males en su medio. De manera clara y sin ambages llama por nombre aquellas prácticas inmorales y antiéticas: “La fornicación, idolatría, adulterios, afeminados y homosexuales, ladrones, avaros, borrachones, maldicientes, ni los estafadores…” (1 Cor. 6:9-10)
El apóstol les recuerda: “y esto erais algunos”. Pero hay esperanza, pues en Cristo habían sido “lavados, santificados, justificados” (v.11).
Los versos 12–20 nos llaman a glorificar a Dios con nuestros cuerpos. La frase “Todas las cosas me son lícitas” no debe tomarse de forma absoluta. Pablo explica que no todo conviene ni edifica. Por amor cristiano, evitaba hacer cosas que ofendieran a otros (1 Cor. 8).
“El que fornica contra su propio cuerpo peca.” (1 Cor. 6:18). La Sra. White comenta: “Las pasiones bajas deben ser guardadas estrictamente… Cuando somos indulgentes con las pasiones, la sangre… se acumula en los órganos internos. La enfermedad viene como resultado.” (Consejos sobre Salud, p. 587)
El capítulo 7 puede considerarse un manual de vida matrimonial. Pablo responde seis preguntas planteadas por los corintios, incluyendo temas como relaciones sexuales dentro del matrimonio, soltería, divorcio, matrimonios mixtos, y las viudas. Su consejo es balanceado y lleno de madurez espiritual. Aunque da su opinión en temas donde no hay un “así dice el Señor”, Pablo deja lugar a la conciencia individual.
Sobre la intimidad matrimonial, Pablo escribe que los esposos no deben negarse el uno al otro, reconociendo la necesidad de temperancia y amor mutuo. (1 Cor. 7:5)
A los solteros y viudas, Pablo recomienda casarse si no pueden tener continencia. En cuanto al divorcio, mantiene el principio de reconciliación, y en relaciones mixtas, promueve el respeto mutuo y el testimonio cristiano.
También afirma: “Cada uno quede en el estado en que fue llamado.” (1 Cor. 7:20)
Los versos 36–38 deben entenderse en su contexto cultural. Los padres decidían sobre los matrimonios de sus hijas. Pablo aclara que ambas decisiones, casarse o no, son válidas.
Que al estudiar estos consejos bíblicos podamos aplicarlos con sabiduría a nuestra vida diaria. Que el Señor nos ayude a vivir en santidad, amor y templanza.
Que todos tengamos un día bendecido.