


Miércoles, junio 25 – 1 Corintios 16, 2 Corintios 1
1. ¿Qué instruyó Pablo a la iglesia en Corinto sobre la ofrenda que iba hacia Jerusalén? 1 Corintios 16:2
2. ¿De qué cantidad debía ser la ofrenda? 1 Corintios 16:2
3. ¿Quién envió saludos a los corintios desde una iglesia en una casa en Éfeso? 1 Corintios 16:19
Después de contestar preguntas y de aclarar el tema de la resurrección en la segunda venida de Jesús, al cierre de la carta, el apóstol entra en el tema de la ofrenda para los pobres de Jerusalén. Pablo había establecido un sistema en el cual las nuevas iglesias gentiles, además de suplir sus propias necesidades, enviaban una ofrenda para los pobres de la iglesia en Jerusalén.
Aprendemos en los escritos de Pablo que no era el plan establecer iglesias independientes, sino iglesias conectadas que colaboraban financieramente.
Funcionaban además bajo el liderazgo y ministerio de los apóstoles y de obreros sancionados por ellos. De Corinto habían ido obreros locales a consultar a Pablo en Éfeso sobre las cuestiones que enfrentaban. (16:15-18)
El espíritu de unidad que promovía Pablo es evidente en los saludos que envía e intercambia entre las iglesias: “Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor. Os saludan todos los hermanos.” (16:19, 20)
Aunque tenía un ministerio eminentemente misionero orientado a la expansión del evangelio hacia los gentiles, a pesar de haber tenido desacuerdos con los judaizantes de Jerusalén, incluso con Pedro, Pablo no era un obrero independiente, tenía en su corazón la iglesia de Jerusalén y la obra de Dios en general. Es sorprendente cómo desde las nuevas iglesias de Europa y de Asia, a gran distancia, se enviaran ofrendas a la iglesia en Jerusalén.
En el recordatorio de 16:1 aprendemos algunos principios de mayordomía cristiana:
1. Enseña la benevolencia sistemática, es decir, el plan de ofrendar siguiendo un plan, en contraste con ofrendar sólo cuando se hace un pedido urgente o cuando se conmueve el corazón al escuchar de una necesidad. Como dijo en otra parte, “Más bienaventurado es dar que recibir.” (Hechos 20:35)
2. La ofrenda debía separarse el primer día de la semana, antes de que hubieran gastado el dinero. Debian dar a Dios el primer lugar.
3. La ofrenda debía designarse en la casa, no en la iglesia el sábado, cuando pasara el platillo.
4. La ofrenda debía ser proporcional a la prosperidad que habían tenido la semana anterior. No debía ser de una cantidad fija, si no de una cantidad proporcional a la bendición recibida.
5. Si seguían este plan sistemático se hacía innecesario que cuando viniera Pablo en persona se hicieran apelaciones emocionales y se recogieran ofrendas.
Como la iglesia de Corinto no debemos estar enfocados en nosotros mismos. Tenemos el privilegio de ayudar a sostener la obra de Dios en otras partes con nuestros diezmos y ofrendas. Además de las ofrendas locales, tenemos la ofrenda de Escuela Sabática para las misiones, tenemos la ofrenda del 10mo tercer sábado que promueve el relato misionero de la Escuela Sabática, el fondo de inversión y dos ofrendas sueltas al mes en el Culto Divino. Termina resultando como debe ser, que la mayor parte de las ofrendas quedan en la iglesia local, pero las ofrendas que van para la obra en otras partes tienen también un propósito importante. La iglesia de Dios no es sólo local, es una iglesia mundial. Como dijo Pablo en otra parte, citando a Jesús:
“Se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir.”” Hechos 20:35
El apóstol concluye su carta pastoral, como es su costumbre, con su puño y letra. Usaba un secretario para dictar sus cartas debido a la condición que tenía en la vista desde su encuentro con Jesús camino a Damasco.
La segunda carta a la iglesia de Corinto la escribe desde Macedonia, sólo unos pocos meses después de la primera. Debido a los problemas que se presentaron en Éfeso tuvo que salir antes de lo que esperaba para Macedonia. Corinto era la ciudad, Acaya era la región.
En el primer capítulo cuenta que tuvo problemas en Éfeso y que aun temió por su vida. Pide sus oraciones. Reflexiona sobre las aflicciones, que tienen propósito y que Dios nos consuela a través de ellas. Cuenta también de sus planes de visitarlos y les asegura que en Jesús,” todas las promesas de Dios son en él «sí», y en él «Amén»” (1:20)
Es mi oración que las lecciones reveladas en estas cartas queden guardadas en el corazón. Que sea nuestra experiencia hoy que todas las promesas de Dios en Jesús para nosotros sean, “si” y en Él, “Amen”.