Lunes, marzo 10 – Ezequiel 47, 48

1. ¿Qué salía de la puerta de la Casa de Dios? Ezequiel; 47:1

2. ¿Qué pasaba con las aguas a medida que se alejaban de la Casa? Ezequiel 47:3-5

3. ¿Cuál es el significado de “Jehová-sama”? Ezequiel 48:35

Ezequiel 47 presenta una visión del río de vida que fluye desde el templo que representa la sanidad espiritual, la restauración y el poder vivificante de la presencia de Dios. Este río, que comienza como un pequeño arroyo desde el umbral del templo, se vuelve más profundo y ancho a medida que avanza, ilustrando el crecimiento progresivo y transformador del Espíritu Santo en la vida del pueblo de Dios.

Tambien representa la obra progresiva del evangelio y el derramamiento del Espíritu Santo. Así como el agua se profundiza a medida que fluye, también va en aumento y se profundiza el crecimiento espiritual de los creyentes y el reino de Dios en la tierra. Jesús habló del agua viva en Juan 7:37-39, refiriéndose al Espíritu Santo. El aumento gradual de la profundidad del río simboliza cómo la influencia del Espíritu Santo crece tanto en el creyente y en el mundo.

Ezequiel 47:8-9 describe cómo el río trae sanidad al Mar Muerto, convirtiendo sus aguas saladas en dulces. Esto representa el poder de Dios para traer vida donde antes había muerte, así como Cristo revive a los pecadores y restaura a los quebrantados. Esta visión se alinea con Apocalipsis 22:1-2, donde el árbol de la vida está junto al río, trayendo sanidad a las naciones—una promesa de la restauración final en la Nueva Tierra.

El pueblo de Dios está llamado a ser canal de esta agua viva, trayendo sanidad y preparando al mundo para el regreso de Cristo. El crecimiento del río nos recuerda que, al permanecer conectados con Dios, nuestra influencia espiritual crece, llevando vida, sanidad y esperanza a quienes están en tinieblas. ¿Estamos permitiendo que el río del Espíritu de Dios fluya a través de nosotros hoy?

Ezequiel 48 describe la división final de la Tierra Prometida entre las doce tribus de Israel y el establecimiento de la ciudad Jehová-sama, que significa “Jehová está allí”. Esta profecía tiene tanto un significado literal como espiritual, y aunque originalmente era para Israel, su cumplimiento final se encuentra en Cristo y Su Iglesia.

Leemos en el Comentario Bíblico Adventista:

“El cuadro de Israel, cautivo en tierra de Babilonia, a punto de ser liberado y restaurado en su propia tierra, junto con la destrucción de Babilonia, constituye las figuras que se emplean en una buena parte del Apocalipsis. Se emplea esta figura para describir el Israel de Dios en su lucha final contra las potestades del mal, a las cuales se llama Babilonia, lucha que es seguida por la destrucción de Babilonia y la gloriosa liberación de la iglesia.” CBA, Ezequiel 48:35

Dice Ezequiel: “Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario. Su fruto será para alimento y su hoja para medicina.” Ezequiel 47:12

Dice Juan en Apocalipsis: “En medio de la calle de la ciudad y a uno y otro lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.” Apocalipsis 22:2

“La futura ciudad, la nueva Jerusalén que Juan vio descender de Dios del cielo (Apoc. 21) revela un notable parecido con la ciudad de la visión de Ezequiel. Ezequiel describe la ciudad que podría haber sido. Juan describe la que será. La figura de la nación de Israel como pueblo de Dios, dividida en doce tribus, se encuentra a través de todo el relato bíblico. Las puertas de la nueva Jerusalén, cuyos habitantes son redimidos de toda nación, tribu, lengua y pueblo, llevan inscritos los nombres de las doce tribus. Según la figura bíblica, los redimidos, no importa de qué raza sean, figuran como si se les asignara un lugar entre las doce tribus (Rom. 9-11; Gál. 3: 29).” CBA, Ezequiel 48:35

Dice Ezequiel que el nombre de la ciudad será “Jehová-sama” que quiere decir en hebreo, “Jehová está allí”.

Dice Juan: “Y no habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en ella, sus siervos lo servirán, verán su rostro y su nombre estará en sus frentes.” Apocalipsis 22: 3,4

Qué hermoso y confortante es ver la consistencia de las profecías y de las promesas de Dios para su pueblo a través de las Escrituras. Los profetas han traído un mensaje de amonestación y esperanza para el pueblo de Dios a través de los tiempos. La visión que vio Ezequiel es muy similar a la que vio Juan. Por la gracia y el poder de Dios pronto veremos su cumplimiento. Podremos disfrutar de las aguas de sanidad y comer del fruto del árbol de la vida.